i, Montaner y Simón Editores, Barcelona, 1994.
Aristóteles, Metafísica, Gredos, Madrid, 2006.
Bernstein, Richard, El mal radical, Fineo, Buenos Aires, 2004.
Fichte, Johann Gottlieb, El destino del hombre, Porrúa, México, 1995.
Friedman, George, La filosofía política de la Escuela de Frankfurt, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
Gaos, José, Historia de nuestra idea del mundo, Fondo de Cultura Económica, México, 1983.
Hartmann, Nicolai, La filosofía del idealismo alemán. Tomo i, Losada, Buenos Aires, 1969.
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 2000.
Heidegger, Martín, Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2006.
Horkheimer, Max, y Adorno, Theodor, Dialéctica del Iluminismo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1969.
Kant, Immanuel, Crítica de la razón práctica, Fondo de Cultura Económica/UNAM/UAM, México, 2005.
—, Crítica de la razón pura, Fondo de Cultura Económica, México, 2009.
—, La religión dentro de los límites de la mera razón, Alianza, Madrid, 1990.
—, Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos de teodicea, Encuentro, Madrid, 2011.
Leibniz, Gottfried Wilhelm, Ensayos de Teodicea. Sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal, Sígueme, Salamanca, 2013.
Neiman, Susan, El mal en el pensamiento moderno. Una historia no convencional de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.
Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid, 1985. Traducción de Andrés Sánchez Pascual.
—, La genealogía de la moral, Alianza, Madrid, 1981.
Rosenfield, Denis Lerrer, Del mal. Ensayo para introducir en filosofía el concepto del mal, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph, Sobre la esencia de la libertad humana y los temas con ella relacionados, Juárez Editor, Buenos Aires, 1969 (PAIDEUMA).
1- Aristóteles, Metafísica, Gredos, Madrid, 2006, p. 338.
2- Gottfried Wilhelm Leibniz, Ensayos de Teodicea. Sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal, Sígueme, Salamanca, 2013, p. 64.
3- Ibid., p. 168.
4 - Immanuel Kant, Crítica de la razón práctica, Fondo de Cultura Económica/UNAM/UAM, México, 2005, p. 35.
5- Ibid., p. 71. Cursivas del autor.
6- Idem.
7- Ibid., pp. 156–157. Cursivas del autor.
8- Johann Gottlieb Fichte, El destino del hombre, Porrúa, México, 1995, p. 65.
9- Friedrich Wilhelm Joseph Schelling, Sobre la esencia de la libertad humana y los temas con ella relacionados, Juárez Editor, Buenos Aires, 1969 (paideuma), p. 94.
10- Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 24.
11- Ibid., p. 420.
12- Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid, 1985, p. 15.
13- Friedrich Nietzsche, Genealogía de la moral, Alianza, Madrid, 1981, pp. 184–186.
14 - Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica del Iluminismo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1969, p. 15.
15- Martín Heidegger, Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2006, p. 303.
Mentir y ocultar la verdad: una distinción problemática
JORGE MANZANO, S.J. (†)
1. LA RESPONSABILIDAD DE QUIENES SABEN
1.1. El que sabe, ¿tiene la responsabilidad de comunicar su saber? Espontáneamente decimos que sí, ya que en principio todos tenemos derecho a estar informados. Parece obvio que debe hablar quien sabe los secretos de un virus peligroso o quien sabe sobre la devaluación de la moneda, sus causas y efectos. Éticamente se ve mal a quien se guarda este saber sólo para sí y enriquecerse. Es conocido el teologumenon y filosofema de que el bien espontáneamente tiende a difundirse (bonum es diffusivum sui). Un pájaro espontáneamente vuela y canta, y de un pájaro que ni vuela ni canta decimos que está enfermo. Lo mismo aplica para alguien que no comunica su bien —en este caso, su saber—; decimos que está mal. Sin embargo, se suscita la pregunta de si es lo mismo mentir que ocultar un saber, o de cómo se relacionan. En este ensayo se abordará este problema.
1.2. Francisco de Vitoria muestra que la naturaleza humana (boca, oídos) tiende a la comunicación. Y es que la sociabilidad humana es un hecho natural. Ya Aristóteles había dicho que el hombre es un animal social y político. (1) El hombre tendrá razón y virtud; pero es frágil, débil, pobre, desprovisto, sujeto a enfermedades, desnudo, implume, como arrojado por un naufragio. Para subvenir a estas necesidades fue necesario que los hombres viviesen en sociedad.
¡Ay del solo!, dice el Sabio, porque si cayere, no encontrará quien lo levante; en cambio, cuando hay muchos, se ayudan mutuamente. La sociabilidad no es exigida sólo por la condición física, sino también por la espiritual: el hombre necesita desarrollarse intelectualmente y ejercitar el don de la palabra, que es mensajero del entendimiento. La sabiduría que no se comunica es ignorancia semejante al tesoro escondido. La facultad humana de la voluntad pide igualmente la sociabilidad; sin ésta, aquélla quedaría deforme y defectuosa. En efecto, joyas preciosas de la voluntad son la justicia y la amistad. Ahora bien, la justicia sólo puede realizarse en la multitud, al igual que la amistad. Sin amigos no nos gozaríamos en la hermosura de los astros ni nos deleitarían la naturaleza, ni el agua, ni el fuego, ni el sol. Esto es, nuestra naturaleza toda nos arrastra a la comunicación. (2) Para Platón, el pensamiento es el diálogo interior y silencioso del alma consigo misma. El discurso, su expresión externa. (3)
Aristóteles notó que la vida del solitario es inhumana y brutal, (4) mientras que San Agustín lo considera como una bestia; es decir, que la sociedad política tiene un origen natural. Hobbes, por su parte, se situará en las an-típodas de De Vitoria cuando diga que el hombre es un lobo para el hombre. (5) La doctrina de De Vitoria es del todo contraria al puro positivismo jurídico, según el cual tanto el Estado como el poder del Estado derivan sólo de la voluntad humana. Para De Vitoria