religiosos no deben pedir esta cuenta de conciencia a sus súbditas o súbditos. Éstas o éstos pueden ocultar la verdad si son interrogadas o interrogados. Ya ni necesitan descargar su conciencia; pueden ir con el confesor que ellos elijan.
5. CUANDO EL SILENCIO SE ANTEPONE AL MANIFESTAR LA VERDAD
Dejamos de lado el secreto profesional al cual ya hemos aludido. Ahora nos referimos al sublime estadio religioso descrito por Juan del Silencio (29) en su intensa meditación sobre Abraham. Por petición divina ha decidido Abraham sacrificar a su hijo Isaac, por lo que sube al Monte Moriah en largas horas de angustia. Isaac ve que llevan todo para el sacrificio, menos la más importante, y le pregunta a su padre sobre la víctima. Abraham le responde: “Dios proveerá, hijo mío”, o sea, no le da la respuesta directa. Abraham tampoco dijo a Sara ni a sus allegados quién sería la víctima. Juan del Silencio justifica el silencio de Abraham porque éste se encuentra en relación directísima con Dios, una relación en donde encalla lo ético. Esta relación es tan privada que nadie entendería a Abraham; lo considerarían un asesino.
¿Abraham es el único caso? Juan del Silencio piensa que habrá casos parecidos y los nombra caballeros de la fe. Lo ilustra con un joven novio en el mundo pagano. El día de la boda el joven va antes al templo y la novia lo ve pasar y se alegra, pues sin duda el novio va a orar a los dioses. Lo ve de nuevo cuando regresa del templo y lo espera gozosa hasta que aquél pasa delante y, sin decir nada a la novia, se va para siempre. El motivo fue que los dioses le anunciaron al novio que de casarse sucederían grandes tragedias. Se suscita la pregunta de si el novio debe comunicar esto a la novia y Juan del Silencio lanza la pregunta a tres instancias. La instancia estética consideraría cuál podría ser la solución más bella, digna de una novela o de una obra de teatro: el silencio o la comunicación; la instancia ética, mientras tanto, desdeñaría estas consideraciones y exigiría al novio la comunicación, y por su parte, la instancia religiosa se preguntaría primero si la voluntad celeste no le hubiera sido anunciada por un augur, sino por una relación privada y personal. Nos encontramos, por tanto, con la paradoja. Él no podría hablar aunque quisiera.
CONCLUSIÓN
Nosotros no formamos parte de los casos bíblicos ni del estadio religioso kierkegaardiano, sino que formamos parte de la selva. Hemos intentado acotar el problema, pero por lo visto parece que no se puede aseverar de manera tajante que los que saben tienen la obligación de comunicar eso que saben, por más que hayamos afirmado “el saber que no se comunica es ignorancia”. Sin duda, toca hacer un buen discernimiento, máxime en los terrenos social, eclesiástico y político, en los que el pueblo casi siempre, por no decir siempre, tiene derecho a que le digan la verdad.
Un amante que mira con gran afecto a su amada le dice:
—Eres perfecta; no he encontrado en ti ningún defecto, esto es, sí tienes un defecto, pero lo realizas de tal manera que lo conviertes en otra cualidad.
La amada pregunta con cierta indiferencia:
—¿Cuál defecto?
Y el amante responde:
—El defecto es que mientes; pero lo conviertes en cualidad porque mientes divinamente.
BIBLIOGRAFÍA
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Gómez Robledo, Antonio, Política de Vitoria, Imprenta Universitaria, México, 1940.
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La Biblia, San Pablo/Editorial Verbo Divino, Madrid, 1995. Carta de Santiago 2, 25. Efesios 4, 25. Éxodo 1, 15–21 y 20, 16. Génesis 12, 10–20; 20, 1–17; y 27. Josué 2, 1–16. Juan 2, 21 y 11, 11. Judit, 10–16. Lucas 24, 28. Sabiduría 1, 11. Salmo 5, 7; 118; y 142.
Suárez, Raymundo, Valbuena, Jesús y Colunga, Alberto, Suma teológica. Tomo ii: Tratado de la Santísima Trinidad, Tratado de la creación en general, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1957.
1- Cfr. Aristóteles. Política, i, 1, 1253a.
2- Cfr. Antonio Gómez Robledo, Política de Vitoria, Imprenta Universitaria, México, 1940, p. 3.
3- Cfr. El sofista, 263e.
4- Cfr. Arist. Pol...
5- Esta frase es en realidad del romano Plauto, aunque sea citada por Hobbes en el De Cive.
6- Opúsculo De Malo.
7- La exégesis actual no la identifica con el diablo.
8 - Vid. La Biblia, San Pablo/Editorial Verbo Divino, Madrid, 1995.
9 - Vid. Umberto Eco, El nombre de la rosa, s/e, s/l, s/a.
10- Cfr. Søren Kierkegaard, El concepto de Angustia, s/e, s/l, s/a, IV, 2.
11- Cfr. Félix García, Lope Cilleruelo y Ramiro Florez, Obras de San Agustín. Edición bilingüe. Tomo xii: Tratados morales, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1954, p. 531.
12- Cfr. ibid., pp. 610–691.
13- Vid. Raymundo Suárez, Jesús Valbuena, Alberto Colunga et al., Suma teológica. Tomo ii: Tratado de la Santísima Trinidad, Tratado de la creación en general, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1957.
14 - En el siglo XIII Santo Tomás opinó que el culpable tenía obligación de confesar; pero a lo largo de la historia, dada la prepotencia de la policía, se ha impuesto la regla mundial de que el acusado no tiene esa obligación.
15- Es un caso típico de las llamadas mentiras piadosas.
16 - Cfr. La Biblia, p. 70.
17- Cfr. Raymundo Suárez, Jesús Valbuena, Alberto Colunga et al., Suma teológica..., II, II q.110, ad 2.
18- Cfr. La Biblia, pp. 23 y 32–33.
19- Cfr. Raymundo Suárez, Jesús Valbuena, Alberto Colunga