Carlos Lazcano Sahagún

Kino en California


Скачать книгу

su Excelencia, que ya la veneramos por gran maestra y madre de los missioneros y de los recién convertidos, o que se han de convertir a nuestra santa fe, como a este sentir escrive S. Pablo [a los corintios]: por el Evangelio yo los engendré [y] a sus hijos y a los que de ellos nacerán fundando un gran parentesco.

      El Padre Mathias Goñi, que es mi compañero en esta missión, se encomienda muy mucho a su Excelencia. Lo mismo me pidió, meses a, el illustríssimo señor Obispo de Guadalajara y de las Californias. Y en esta empresa me ha dado sus veces, que me dixo escriviera sus encomiendas a su Excelencia. De mi parte y de parte de las almas de los indios de la Californias, reciba las mismas encomiendas, no como de cosas diferentes y muchas, sino como de una misma cosa o como de cosas tan unidas, que parezgan tienen algún género de amorosa identidad; pues, con el mismo amor, quiero querer aquellas almas que a la mía.

      Y a mi mismo y aquellas almas también las encomiendo a mis dulcíssimos amores Joachin, Gabriel y Isabel; pues, en todas mis missas, todos los días, me acuerdo dellos y de su Excelencia, en virtud de los conciertos que hizimos en España.

      Nuestro Señor me guarde a su Excelencia y a mis dulcíssimos amores en Cristo Jesús los felicíssimos años de mis muy cordiales deseos; y nos felicite en esta y en la eterna vida, en la plenitud de gracia que desciende del Padre de las Luces.

      De este puesto de San Lucas y costa de Sinaloa, de a bordo de esta Almiranta, y agosto 12 de 1683 años.

      Muy siervo y su menor capellán de su Excelencia que s. m. b.

      Eusebio Francisco Kino, de la Compañía de Jesús.

      [P. D.] A mi señor don Pedro Corbete mis muy muchas encomiendas y las de la California.

      104- HL 9978. Burrus [13]: 214-217.

      105- Integrante del areópago convertido al cristianismo por San Pablo; posteriormente primer obispo de Atenas y mártir. La cita es de un autor anónimo posterior al que se conoce como “Pseudo Dionisio”.

      106- Así glosa Kino el mensaje central del juicio final en el que Dios premiará o castigará lo que hicimos o dejamos de hacer con el prójimo Mt. 25, 31-46.

      Documento 13

       Agosto 30 de 1683

      Cuando se acercaba el fin del año pasado, remití a su reverencia una carta desde el puerto de Chacala de la Provincia Mexicana o Nueva España en América cuando los dos sacerdotes de la Compañía íbamos a abordar las naves en las que se estaba organizando la expedición a California, la más extensa isla del mundo, con los auspicios del Rey Católico Carlos II.

       14 de enero

      El 14 de enero de este año de 1683 que corre, salimos del puerto de Chacala más de cien personas en dos naves, la Capitana y la Almiranta; la primera, dedicada a la Bienaventurada Virgen sin Pecado Concebida y la segunda, a San José y San Francisco Xavier. En esta navegación, enfrentamos vientos muy adversos, pero juzgamos que por favor del Cielo, disfrutamos otros, propicios en el mismo grado.

       9 de febrero

      Hacia el fin de enero, llegamos al puerto de San Juan de Mazatlán, donde permanecimos como quince días, y de ahí partimos el 9 de febrero, y bordeando las costas de la Nueva España.

       8 de marzo

      El 8 de marzo tocamos la desembocadura del río Sinaloa, donde por la gran caridad del reverendo visitador de nuestras misiones de la Compañía de Jesús en Sinaloa y Sonora, recibimos con liberalidad regalos, varios dones y los subsidios de la provisión, no solo los dos sacerdotes de la Compañía, sino también el sr. General mismo (el Almirante Isidoro de Atondo y Antillón, navarro de nacimiento) y otros.

       18 de marzo

      Luego a partir de ahí, casi al meterse el sol del día 18 de marzo, avanzando por el mar 35 leguas españolas a la distancia del polo o latitud geográfica, o a una distancia de casi 25 grados del ecuador, llegamos a la vista de California, adquirida con tantas guerras y desgracias. [fue] el 25 de marzo o día festivo de la Encarnación del Verbo Divino por la salvación de los humanos.

       30 de marzo

      Además, el 30 del mismo, entramos al principal puerto de California, que en castellano y frecuentemente en los mapas se llama de La Paz, o [sea]: puerto de La Paz. Por otro lado, para que se comprenda más fácilmente esto y lo que hay que decir adelante, remito a su reverencia un rudo mapa geográfico e hidrológico de este puerto, y de las vecinas provincias, de las islas de California, así como de los demás litorales, puertos y ríos de la Nueva España y de Sinaloa; aunque poco menos castellanizado (por así decirlo), es muy parecido al que, por mandato de los Superiores, hago llegar al reverendo Padre Provincial y al excelentísimo Señor Virrey. Su reverencia sabrá, como lo ha acostumbrado desde hace tiempo, corregir mis errores o soportarlos con paciencia. Los primeros cinco días que pasamos en California, ciertamente con gran pesar de nuestro alma no vimos absolutamente a ningún Indio o habitante de la tierra; a pesar de que al bajar, habíamos encontrado agua muy buena y alrededor de esa fuente huellas humanas de muchos pies desnudos, de niños igual que de adultos, impresas en la tierra arenosa muy recientemente. Por nuestra parte, el primer trabajo que emprendimos fue elaborar artísticamente una cruz de gran tamaño, además de erigirla en una colinilla alta que había cerca, y ahí fijarla. Se actuó también para erigir un pequeño lugar sagrado y la fortaleza militar, y para que el inicio de ambos se diera más cómodamente, se cortaron varios árboles y jarales, y sobre todo una parte del palmar, sumamente hermoso y ameno

       7 de abril

      El día 7 de abril dije la primera Misa en tierras de California. Las demás, las celebré cada día en el navío, todo el tiempo de la navegación, solo una impidieron los vientos turbulentos. En cambio en tierra, aunque el año pasado recorrí casi 800 leguas de varios caminos terrestres, solo dejé de celebrar dos misas, los dos días en que no hubo acompañante. Mientras estaba yo demasiado ocupado en erigir el altar portátil, y los soldados ocupados en talar los árboles para la capillita y la fortaleza militar, los centinelas avisaron que a través del cercano bosque venían muchos indios con gritos hostiles. En consecuencia, por órdenes del Sr. General todos se volvieron a las armas y pensaban que quizás venía un gran ejército de Californios, con gran cantidad de armas. Poco después aparecieron 35 Indios, todos portadores de armas grandes, a saber, arcos y flechas largas, con grandes voces y gritos repitiendo aurú, aurú, esto es: fuera, fuera, o retírense de aquí de nuestras tierras. Pero nosotros, sobre todo los Padres de la Compañía, avanzamos al frente de ellos y de la forma más amistosa, les ofrecimos varios regalillos comestibles, y aunque al principio nada querían recibir de nuestras manos, sino que fue necesario dejarlos en el suelo, para que de ahí los pudieran recoger, poco después admitían todo de nuestras manos. Mientras les mostrara yo la sagrada imagen metálica de Cristo pendiente de la cruz, y con señas más que con palabras les explicáramos algo de la eterna felicidad y salvación de las almas, con ningún razonamiento pudimos comunicarles sino alguna mínima noticia o conocimiento de los divinos Misterios. Lo que después pidieron, bastante tiempo después, con una palabra de su lengua: aini, esto es: agua para beber, con facilidad lo obtuvieron del magnífico pozo que habíamos excavado, llenísimo de agua de inmejorable calidad y abundancia. Además, por esta causa nos los volvimos tan amigos, que por la tarde regresaron a sus casas como si todo el tiempo hubieran sido conocidos y con la mejor voluntad, dejándonos explicadas algunas palabras de su lengua.

       9 de abril

      El día 9 de abril, en la nueva capilla (aunque todavía no acabada), los dos sacerdotes de la Compañía dijimos las dos misas (como cada día el resto del tiempo) y enseguida que las acabamos llegaron un total