Carlos Lazcano Sahagún

Kino en California


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la muerte provocada por el desprecio de los poderes políticos y económicos. Permitanme insistir, solo lo lograremos en colaboración, correspondencia y universalidad… floreciendo ellos [los pueblos indígenas] florecemos todos.

      Y no únicamente fue consecuente con las causas indígenas, también con otras numerosas causas de injusticias sociales. Nada que afectara al ser humano le era indiferente. No por nada escribió:

       El amor verdadero espera …

       tras las rejas de una cárcel

       en la cama de un hospital

       en el niño descalzo

       en el hombre desnudo

       en la mujer abandonada

       en el territorio indígena

       en la lucha obrera

       y en el fondo del incordio

       de cada revolución.

      Amiga entrañable, llena de nobleza, de espiritualidad cristiana y una intelectual honesta y ética. Su muerte, injusta y violenta, nos llenó de dolor, de coraje e indignación privándonos de manera prematura de su presencia. Nos deja un vacío imposible de llenar. Fue un privilegio haber conocido un ser humano tan excepcional como ella. Se trató de un favor celestial por haber seguido la huella de Kino.

      Su presencia fue una voz de esperanza, de esas que nos mueven, nos motivan y nos inspiran para mejorar este y otros mundos. Con su ejemplo nos atrevemos a ser valientes, audaces, a soñar y buscar utopías que quizá no existan, pero que nos permiten avanzar en el sentido de una sociedad más justa, más humana. Por eso no queremos olvidarla, siempre será para nosotros, y creo que para muchos de los que la conocimos, maestra, líder y compañera en una empresa que debemos seguir, con convicción y amor, con ese ejemplo generoso que ella nos brindó.

      Existe cierta belleza en algunas personas, que al contrario de lo que va ocurriendo con el cuerpo, aumenta con el tiempo y se va volviendo luminosa. Así era el alma y la vida de Raquel, una vida luminosa al servicio de causas muy humanas. Su ejemplo de vida fue un homenaje al padre Kino.

      No hace mucho escribió Raquel estas bellas palabras a manera de testamento, presintiendo, quizá, su cercana muerte:

       Cuando yo muera…

       Dejaré a mis hijos las nubes que presagian lluvia en tierra del desierto. A mi padre y a la memoria de mi madre, mis gracias repartidas en cada estrella del cielo. A mis hermanos y hermana, una estela de sonrisas en las olas del océano. A mi amado, una postal viva de los ondulantes cerros del Bacatete. A mis críticos, una piedra firme y consistente para que, libres de pecado, me la arrojen al rostro. A mis enemigos, un cascabel sin víbora. Y a mis amigos, un rincón limpio y ordenado en donde se depositen nuestros recuerdos más entrañables.

      Ahora Raquel descansa en la tierra de la Sierra del Bacatete. Los yaquis, quienes la consideran como una de ellos, pidieron que parte de sus cenizas sean depositadas en esta sierra legendaria para ellos, ya que ha sido un refugio en sus momentos y luchas más difíciles. Ahí descansará al lado de otros grandes lideres yaquis que dieron su vida en defensa de la tierra yaqui. Es la primera vez que a una persona no yaqui se le considera en el más alto rango que solo se le da a sus ancestros y personas trascendentes de su historia.

      Vaya este sincero homenaje a quien amó tanto la vida.

Fotografía

      Silvio Chini (1928-2020)

      Al estar preparando la edición de este libro, nos enteramos de la muerte de nuestro querido amigo don Silvio Chini, un trentino oriundo de Segno, familiar y paisano del P. Eusebio Kino, que empeñó su vida en rescatar y seguir cultivando el legado a través de su empeño personal y familiar en la vivencia de la solidaridad y también por la fundación en los años ochentas del “Comitato Chiniano”, que posteriormente pasó a ser la Asociación Cultural Padre Eusebio Francesco Chini, así, con el nombre fusionado, en castellano y en italiano, que nos recuerda no solo los frutos que para el mundo aportó aquel hombre, sino también las raíces que originaron tal entrega.

      Desde esta Asociación de la cual fue fundador, presidente hasta 2009 y a la fecha presidente honorario impulsó varias obras dentro y fuera de su comunidad, haciendo tangible la vida y obra del P. Kino, destacamos la creación del Centro Cultural Kino, su plaza y museo que alberga obras de varios artistas de ambos territorios, desde el monumento ecuestre que se ha convertido en icono del misionero, un mural que plasma en la historia del padre el hermanamiento de dos mundos, como lo plasma también la obra del artista plástico, pintor y muralista Nereo de la Peña al interior de ese recinto, numerosas publicaciones de investigación y divulgación fueron promovidas por tal emprendimiento, documentación y también una serie de artefactos que nos vinculan en el tiempo y en el espacio con la obra Kiniana. A la puerta, con gesto de calidez, cordialidad y mucho orgullo era fácil encontrar a Silvio, quien convencido de la actualidad de dicha obra nos mostraba los testimonios de amor y gratitud expresados en lo que ahí se expone y comparte.

      Silvio quiso ser testigo con su propia mirada y presencia de la tierra que pisó el misionero, cultivando con ello relaciones de amistad, intercambio y solidaridad con las comunidades que Kino evangelizó. En su personalidad tenaz, persistente, pero sencilla y respetuosa pudimos descubrir a modo de sabia, aquél espíritu que nos hermanó en la entrega y pasión que caracterizan al Venerable Padre Kino.

      A través de esta obra, que dedicamos a su memoria de una manera agradecida, damos testimonio y reconocemos el empeño del buen amigo Silvio Chini, sumándonos a su causa como una manera de honrar su vida.

      Agradecimientos

      Este trabajo es el resultado de muchos apoyos y muchas ayudas. Los autores queremos expresar nuestra profunda gratitud a todas aquellas personas que de una u otra manera contribuyeron para que este libro naciera. Por eso queremos mencionar muy especialmente al padre Germán Orozco, al doctor Hans Berstch, Arnulfo Estrada Ramírez, a José Luis García por su apoyo cartográfico y fotográfico, a Enrique Fuentes, Enrique Velazco, al ingeniero Alejandro Treviño, y a Altagracia Sahagún, Alfonso Gardea, Sergio Müller, José Dorel, Oscar Simón Mendoza, Claudia Reyna y Juan Pablo Armenta Vázquez por su apoyo fotográfico. Nuestra gratitud al doctor Conrado Ulloa por haber hecho la traducción del latín al español de la carta de Kino a Zignis.

      Gracias a la Universidad Jesuita de Guadalajara, más conocida como ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) por haber financiado y apoyado esta publicación. Especialmente quiero mencionar al rector, doctor Luis Arriaga, S.J.; al licenciado Manuel Verduzco Espinosa, director de publicaciones; a la licenciada María Guadalupe López Garfias, coordinadora editorial y al doctor Humberto Orozco Barba, director de relaciones externas de ITESO.

      Igualmente expreso mi gratitud al señor gobernador del estado de Baja California, ingeniero Jaime Bonilla Valdez por haber contribuido con una parte importante del financiamiento de este trabajo. Gracias especiales al licenciado Pedro Ochoa Palacios, secretario de cultura, al arquitecto Armando García Orso, subsecretario de patrimonio y difusión cultural y a la licenciada Magdalena Jiménez Molina, subsecretaria de educación artística y fomento a la lectura.

      Mucho agradecemos al ingeniero Javier Michel Menchaca su apoyo generoso. Gracias doctor Saúl Cuautle Quechol, rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México por apoyar de manera importante esta publicación.

      Gracias al padre Claudio Murrieta por haber realizado el prólogo de este libro y haberlo apoyado de muy diversas formas, igualmente agradezco al Seminario Diocesano de Nogales su patrocinio. Mención especial a Silvia Bouchez (esposa de Carlos Lazcano), y a Enriqueta Valenzuela Tourniayre (esposa de Gabriel Gómez Padilla) por su paciencia