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Filosofía en lengua castellana


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en un ensayo sobre el concepto de libertad en el autor austriaco Friedrich von Hayek.

      El neoliberalismo, ideología contemporánea que sustenta una defensa de la libertad en tres ejes: la libertad de poder elegir, la libertad de poder competir y la libertad de libre mercado a expensas de un Estado central, se sostiene bajo un individualismo y egoísmo moral que conlleva un proceso impersonal en que el mercado, en su orden espontáneo, aniquila o socava las posibilidades de desplegar la personalidad, en cuanto esta solo sería un espejismo de la sociedad colectiva, modelo que para esta ideología impide la libertad individual. El neoliberalismo lo que propone, por cierto, es un modelo social centrado en la autodeterminación individualista e insolidario. Al respecto, Hayek en un capítulo que tiene por título “Adiestramiento de la libertad”, defiende según él una sociedad libre frente a los reparos éticos propios de una sociedad primitiva. Dice el austriaco:

      Todo lo que una sociedad libre ha de ofrecer es la oportunidad de buscar una posición conveniente, con todo el riesgo e incertidumbre inmanentes que tal búsqueda de mercado para las dotes de uno debe suponer. A este respecto es innegable que la sociedad libre somete a la mayoría de los individuos a una presión que a menudo les agravia. Pero es mera ilusión pensar que en algún otro tipo de sociedad el hombre se vería libre de tal presión. La única alternativa existente para la presión que la responsabilidad por el propio destino trae consigo es el máximo grado de aborrecible presión encarnado en las órdenes personales que uno debe obedecer26.

      En cambio para Millas, esta nueva versión del liberalismo incurre en una afirmación falaz al sostener que el mejor orden social (y el único posible según se desprende del texto de Hayek) se refleja a partir de las capacidades y esfuerzos individuales, y ello evidencia una ceguera para la real situación social y una utopía autojustificadora que obvia el sentido de responsabilidad para con aquellos que se encuentran en una posición más vulnerable, o en menoscabo de condiciones materiales para vivir. Lo que plantea Millas es un personalismo existencial, específicamente en el capítulo quinto del libro Idea de individualidad en que sostiene que la perfección y grandeza personal solo son posibles a través de la expansión de nuestro ser, es decir, a través del contacto y comunidad con otras almas. En efecto, el chileno afirma que para alcanzar las condiciones materiales que hagan sostenible la existencia, o que hagan de la sociedad política un órgano regulador de la vida material, semejante propósito solo puede ser realizado por una organización colectivista de la economía que, en sus términos, son las de una nueva Economía del Estado. En este punto, consideramos valioso contrastar lo último con la visión sobre la justicia social en Friedrich von Hayek. Para el austriaco, esta concepción de justicia es negativa, en cuanto el Estado se atribuye la potestad de decidir los fines para cada persona en particular, haciendo que el orden de mercado se transforme gradualmente en un orden totalitario. Dice Hayek en un trabajo titulado Los principios de un orden social liberal:

      Que, a pesar de todo, el concepto de justicia se haya aplicado a la distribución de ingresos en forma tan fácil y habitual, es la entera consecuencia de la errada interpretación antropomórfica de la sociedad como una organización antes que como un orden espontáneo. En este sentido, el término “distribución” es tan equívoco como el término “economía”, dado que también sugiere que algo que en realidad es el resultado de fuerzas ordenadoras espontáneas, sería el resultado de la acción deliberada. Nadie distribuye ingresos en un orden de mercado (como habría sido hecho en una organización), y hablar –con respecto al primero– de una distribución justa o injusta es, entonces, carente de sentido. En este aspecto sería menos equívoco hablar de una “dispersión” antes que de una “distribución” de ingresos 27.

      Vale decir, para Hayek, el ser humano es un individuo que, primero, es parte de una red de fuerzas espontáneas que derivan luego en lo que usualmente llamamos sociedad, y no al revés como se considera comúnmente. Y el error sería asumir que existe una organización social destinada y preocupada en satisfacer deliberadamente las necesidades del colectivo, sin embargo, para él, la sociedad no es otra cosa que un orden espontáneo –el mercado– el cual se autorregula para llevar a cabo dicho propósito. En otras palabras, en la visión de Hayek, somos individuos que juntos por conveniencia nos sometemos a un orden espontáneo –el mercado– y aquello que se propone como justicia distributiva, es decir, que un tercero como el Estado se responsabilice de distribuir y ordenar los ingresos de modo en que se supriman las inequidades existentes y posibles, da cuenta de una concepción errada y equívoca de organización, y peor aún, de un modelo totalitario en que el Estado coarta la libertad de los individuos. Lo último es otro ejemplo del antagonismo del pensamiento de Millas con el neoliberalismo, en particular con el fanatismo de su dogma: el mercado es capaz de llenar y suplir todos los vacíos. Otro caso que quisiéramos mencionar es el ensayo que publica el chileno La concepción de libertad-poder de Friedrich Von Hayek, en el que evidencia la insuficiencia y la contradicción de Hayek en su noción de libertad.

      La premisa central del austriaco en su libro Los fundamentos de la libertad es que la libertad se comprende a partir de un principio monovalente: para Hayek la libertad se define solo como la ausencia de coacción, es decir, en la no interferencia deliberada ajena. Hayek considera posible separar analíticamente el concepto de libertad en la capacidad de elegir, prescindiendo de considerar las reales posibilidades en que acontece esa decisión y las circunstancias en que se tomó esa decisión y se ejecutó esa acción, considerando ambos caracteres como algo meramente accidental. Lo que le interesa en el fondo al austriaco, es la de sustentar una concepción de libertad como opuesta a la coerción, ya sea como la intención deliberada de intervenir un sujeto en la conducta de otro, o en la coerción que ejercería un modelo de planificación estatal, en que coartaría la acción individual. Sin embargo, y es la crítica de Millas en el ensayo, el interés de Hayek en realidad es la de armar ideológicamente la sociedad de mercado. En camino de servidumbre, dice Hayek: “el lector no olvide que toda nuestra crítica ataca solamente a la planificación contra la competencia”28. El austriaco busca fortalecer la sociedad de mercado basada en la competencia en desmedro de un Estado que sería minúsculo y que cumple el papel de mero oferente de servicios subsidiarios. Para ello, hemos de reiterar, en el libro Los fundamentos de la libertad, pone el único acento al describir la libertad en la no coacción directa de terceros, de ese modo se podría justificar todas aquellas injerencias indirectas que sí se provocarían, por ejemplo, a raíz del despliegue de la “mano invisible” del mercado. Plantea Hayek:

      El que una persona sea libre no depende del alcance de la elección, sino de la posibilidad de ordenar sus vías de acción de acuerdo con sus intenciones presentes o de si alguien más tiene el poder de manipular las condiciones hasta hacerla actuar según la voluntad del ordenancista más bien que de acuerdo con la voluntad propia. La libertad, por tanto, presupone que el individuo tenga cierta esfera de actividad privada asegurada; que en su ambiente exista cierto conjunto de circunstancias en las que los otros no pueden interferir29.

      Millas, en cambio, responde en su ensayo que no hay libertad sin ser dueño de uno mismo o sin posibilidades reales de escoger –“no es libre aquel a quien se le permite hacer lo que no puede”30– criticando a Hayek que, deliberadamente, obvia la real situación de la sociedad humana de su época, y específicamente, obvia el segundo aspecto de la libertad que refiere a las condiciones y posibilidades de acción. Si el liberalismo propone insistentemente que debe asegurarse la libertad de mercado, nada dice en este punto respecto la situación en que no hay libertad de mercado para todos los miembros de la comunidad social, a lo que concluye Millas que nuestro deber es redimir socialmente al individuo, es decir, incrementar su poder, y con ello, su libertad ¿Basta asegurar, con Hayek, un ideal de libertad negativa, es decir, evitar la coacción deliberada o la amenaza al daño a nuestra libertad? No es suficiente, según Millas. El austriaco olvida un aspecto positivo: mi libertad dependerá tanto de la independencia de mis actos posibles como que exista una real posibilidad de elegir tales actos, ya que en la vida cotidiana ambas se encuentran ligadas. Su unidad es real, no se puede parcializar. Si solo nos centráramos en la visión negativa como lo realiza Hayek, constataríamos un vacío, pues, no puede impedirse aquello a lo que alguien no está en condiciones de hacer o no existan las circunstancias para ello.

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