apenas a esbozar algunos encuadres de un camino que de por sí resulta siempre sinuoso, rizomático, de muchos ramales, paisajes y pasajes de destino imprevisible. Tampoco el libro pretende inaugurar ningún camino nuevo. Este ya empezó a ser recorrido por quienes, como Emilio Harth-Terré, Héctor Velarde, José García Bryce o Juan Günther nos legaron las primeras señales. Y, en especial, a aquello que considero el principal grupo de renovación historiográfica del Perú contemporáneo: aquel colectivo constituido por Pedro Belaunde, José Beingolea, Marco de la Torre, José Pineda y el que suscribe, que, a mediados de la difícil década de 1980, en el marco de la primera maestría de Teoría e Historia de la Arquitectura impartida por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), apostó, por primera vez en el país, entre otras iniciativas, a «profesionalizar» el trabajo historiográfico en arquitectura y urbanismo, deslimeñizar el objeto de interés histórico de la arquitectura peruana, así como priorizar los estudios de la arquitectura republicana y contemporánea e incorporar «otras» arquitecturas marginalizadas en el análisis histórico, entre otros aportes. Es difícil olvidar esos memorables coloquios organizados en grupo o por separado que realizamos desde Piura hasta Arequipa, desde Huancayo al Cusco y Trujillo, llevando este mensaje de renovación historiográfica y despertando vocaciones para ver de un modo distinto nuestra historia. El libro encarna este espíritu.
La historiografía del urbanismo y la arquitectura de la República ha sido construida en gran medida como una historia reducida —de manera implícita o deliberada— al periodo republicano del siglo XIX, como si el Perú desde inicios del siglo XX hubiera dejado de ser una República. Como lo reconoce el propio José García Bryce (1958), cuando en el Perú se hace referencia a la «arquitectura republicana» se sobreentiende que se trata tan solo de la arquitectura del periodo 1821-1900. La razón de esta mirada sesgada de la historia y del porqué se ha identificado el siglo XIX como un periodo fallido, de atraso, de derrotas ominosas y múltiples oportunidades perdidas, tiene que ver por contraste con la sobreestimación del siglo XX como un periodo identificado con el progreso, la «modernidad» y el desarrollo. Para Carmen Mc Evoy (2013) la causa específica de esta visión maniquea de nuestra historia republicana se originó en el discurso adánico y rupturista de la «Patria Nueva» emprendido por el Oncenio de Augusto B. Leguía (1919-1930), con la pretensión de convertir su gestión en un parteaguas entre pasado y tradición (el periodo precedente a su gobierno) y la modernidad y el progreso como los signos de un periodo que se inició con él envestido del nuevo «Pachacútec» como parecía gustarle ser designado.
La historiografía de la arquitectura peruana republicana terminó igualmente impregnada de esta operación ideológica de falseamiento maniqueo de la historia. El efecto directo fue el desatender o no observar la complejidad y riqueza de innovaciones en la arquitectura y el urbanismo del siglo XIX republicano. Y, por otro lado, sobrevalorar obras o discursos de una modernidad en el siglo XX más escenográfica que esencial y consistente. Bajo esta operación la historiografía del urbanismo y la arquitectura republicana se hizo selectiva, discriminatoria y arbitraria en la elección de la realidad espacial y temporal por historiar. Con ello, por ejemplo, se consiguió «invertir» la secuencia y significado de la tradición de lo nuevo en la historia del Perú. Ahora sabemos —gracias a esa auténtica explosión de información producida en los últimos años sobre el siglo XIX por una nueva generación de historiadores— que el siglo XX resulta en diversos sentidos un acto retórico y regresivo a los planteamientos efectuados en el cenit del discurso de «modernidad práctica» del siglo XIX. El urbanismo y la arquitectura peruana es uno de esos ámbitos privilegiados en los que es posible advertir la certidumbre de esta constatación.
Todo aquello que luego se denominaría en el siglo XX como el «Perú moderno» ya se encontraba prefigurado con alguna obra en el siglo XIX. Lima no sería la metrópoli moderna sin las obras estratégicas de comunicación de Ramón Castilla emprendidas entre 1845 y 1858 y el plano de reinvención urbana de Luis Sada de 1872, que introdujo todos aquellos componentes que se identifican como constitutivos de la ciudad moderna. El proyecto de una transformación republicana moderna del Perú y sus ciudades se encontraba ya plenamente formalizado en acciones y episodios de arquitectura y urbanismo innovador en el siglo XIX, la mayoría de estos germinados fuera de Lima como los diversos emprendimientos agroindustriales de la costa peruana.
Una nueva historiografía del urbanismo y la arquitectura de la República debería no solo recusar los prejuicios ya descritos y descartar el empleo del término «República» para designar solamente a la arquitectura y el urbanismo del siglo XIX, sino también dar cuenta de una historia integral e integrada del conjunto de la producción urbanística y arquitectónica nacional y no solo limeña. Los dos siglos de República representan una historia enhebrada de arquitecturas y ciudades diversas; no obstante, por suerte, sus múltiples contrastes, quiebres o continuidades en la construcción del periodo republicano de nuestra historia.
Como se ha señalado Ciudad y arquitectura de la República. Encuadres 1821-2021 no es un libro de historia del urbanismo y la arquitectura peruana de 200 años de vida republicana. Se trata de sucesión de encuadres ubicados en cierta continuidad temporal desde el inicio de la República en 1821 a la actualidad.
El libro se organiza en cuatro partes y un recuento final. La primera parte («Ciudad y arquitectura, siglo XIX: de la modernidad política a la “modernidad práctica”») se ocupa de la arquitectura y el urbanismo del siglo XIX republicano a través de dos textos que se adentran en aspectos medulares de esta primera etapa del periodo republicano: por un lado, el de la doctrina, los proyectos y obras ejecutadas por la República en sus dos primeras décadas de constitución, atendiendo en particular los discursos de José de San Martín, Bernardo Monteagudo y Simón Bolívar, así como el mariscal Andrés de Santa Cruz relacionados con los temas de arquitectura y urbanismo. Se trata de un texto original no publicado antes. Lleva como título: «La República sin ciudad: urbanismo, arquitectura y ciudadanos, 1821-1840».
El segundo texto de esta primera parte está dedicado al análisis y valoración de la trayectoria del ingeniero peruano Teodoro Elmore (1851-1920) y se titula «Teodoro Elmore y Lecciones de Arquitectura. Racionalidad, arquitectura e invención de un nuevo campo disciplinar en el Perú». A través de la indagación de su trayectoria y su obra escrita, así como del análisis de Zeitgeist del momento y los planes de transformación del país desde la perspectiva práctica del discurso del progreso y la modernidad de los ingenieros, la idea es revelar el sentido de aquello que personajes como Manuel Pardo denominaron la construcción de una «República práctica». El texto fue publicado como el ensayo crítico que acompañó la edición facsimilar del tratado de Teodoro Elmore Lecciones de Arquitectura (1876), editado por mí y que apareció en el primer tomo de la colección Clásicos peruanos. Arquitectura y pensamiento (2014) de 4 tomos (Fondo Editorial PUCP).
La segunda parte («Ciudad y arquitectura, siglo XX: de la “República Aristocrática” a la “Patria Nueva”) abarca un periodo central de la historia de la República en materia de arquitectura y urbanismo. Es un periodo de cierre de las tribulaciones de la República temprana con sus promesas cumplida e incumplidas, como uno de apertura de un nuevo periodo para el desarrollo urbano y arquitectónico del país. El primer texto de este capítulo titulado «Crisis higiénica, el discurso higienista y el problema de la vivienda en la Lima de 1900», revela el fracaso y las gravísimas crisis larvadas durante el siglo XIX, así como el fracaso de una elite militar y civil que vilipendió el boom guanero y no pudo legar sino una enorme frustración y severos déficits como el de la vivienda de la mayoría de la población. Se trata de uno de esos típicos cuadros que no solo contravienen el aura oficial civilizatorio de la «República Aristocrática» (1895-1919), sino que han sido y aparecen normalmente excluidos e invisibilizados de los relatos sobre la historia republicana de la arquitectura y el urbanismo peruano. El texto se publicó en el segundo número de WASI, revista de estudios sobre vivienda, de julio de 2014 (Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la UNI).
El texto que nos anuncia el ingreso a una nueva época y sensibilidad sobre qué pensar y cómo representar a un país milenario de cara al futuro, es «Manuel Piqueras Cotolí: urbanista en el Perú o la invención de una tradición». La visión de la cultura peruana y la propuesta del estilo «neoperuano» de este arquitecto ante la controversia neocolonial/indigenismo, así como