Francisco Agramunt Lacruz

Arte en las alambradas


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en las elecciones de 1982, fue investido presidente del Gobierno. Su mandato de trece años y medio fue el periodo más largo de un jefe de Gobierno de la democracia en España y bajo su gobierno se promovieron diversas iniciativas editoriales, exposiciones y congresos donde se abordó por primera vez de manera oficial la cuestión del exilio republicano en un deseo de recuperar la memoria histórica perdida durante muchas décadas de dictadura.

      Una política de recuperación y condena que prosiguió las décadas siguientes el presidente del gobierno español, el también socialista, Rodríguez Zapatero, quien verdaderamente impulsó durante su mandato la Ley de la Memoria Histórica, convirtiéndose en el vocero más notorio en reconocer, difundir y divulgar esta historia de la ignominia. Lo dejó muy claro durante su visita, el domingo 8 de mayo de 2005, al campo de concentración austriaco de Mauthausen, en conmemoración del 60 aniversario del final de la II Guerra Mundial, rindió homenaje a los 7.000 republicanos españoles que perdieron la vida entre sus muros. El antiguo campo de concentración celebró un acto central por ese aniversario, que fue precedido de una serie de conmemoraciones simultáneas por parte de cada país con compatriotas que sufrieron directamente en él la barbarie nazi. Fueron concentrados la mayoría de los republicanos españoles durante la II Guerra Mundial y, de los 8.000 que allí fueron trasladados, sólo unos 2.000 sobrevivieron. Acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa, Zapatero saludó a muchos de los que padecieron este campo de concentración y alguno de ellos no pudo reprimir las lágrimas al fundirse en un abrazo con el jefe del Gobierno español. Zapatero subrayó que cualquier ser humano se conmueve en Mauthausen y él, “como presidente del Gobierno de la España democrática”, quería “rendir homenaje, recuerdo, memoria y admiración” a todos los españoles que sufrieron en este campo de concentración “en su lucha por la libertad y la dignidad”. Para Zapatero, “el legado de valentía y de sufrimiento” de los republicanos españoles en Mauthausen “no fue en balde”, ya que dejaron una memoria para que España sea un país libre y Europa un continente en paz, libre y democrático. Ante todos ellos me inclino con mi respeto en nombre de todo el pueblo español, porque os merecíais un reconocimiento, añadió Zapatero quien lamentó que los españoles que fueron recluidos en Mauthausen “sufrieran dos veces”, en este campo de concentración y en la guerra civil, y en ambas circunstancias elogió que defendieran la libertad y la dignidad. Os dejaron sin patria injustamente; una patria es sólo un país con justicia y con libertad y esa justicia y libertad es la que está en las banderas, en los lemas y en los eslóganes que habéis defendido, y esa justicia es la que hace hoy una España democrática, libre y de futuro, subrayó. Tras participar en este acto, Zapatero asistió al que se celebró con carácter general en conmemoración de la liberación de Mauthausen y, posteriormente, recorrió con un grupo de republicanos que allí estuvieron recluidos algunas zonas del campo de concentración.

      Por su parte, el Rey Juan Carlos I conforme se adaptaba a los nuevos tiempos democráticos, fue reconociendo el drama que sufrieron los republicanos en un exilio provocado por el desenlace de la contienda, presidiendo iniciativas, inaugurando exposiciones monográficas. Su actitud de condena se puso nuevamente de manifiesto cuando el 10 junio de 2014 en el transcurso de una cena de gala en agasajo al jefe de Estado de México, Enrique Peña Nieto, reconoció el papel de México con los exiliados republicanos.

      La labor de acercamiento llevada a cabo por el Rey Juan Carlos I la prosiguió, si cabe con más entusiasmo, su sucesor Felipe VI desde que fue convertido en cabeza de la monarquía el 19 de junio de 2014 a través de su presencia en diferentes actos y países que formaron los lugares emblemáticos de la diáspora republicana. Un verdadero guiño de complicidad que se patentizó el 15 de marzo de 2016 en San Juan de Puerto Rico con ocasión de la apertura del VII Congreso Internacional de Lengua Española. En su alocución el monarca agradeció a Puerto Rico por “la acogida hospitalaria” que brindo a los refugiados republicanos “en tiempos dramáticos y muy dolorosos” para España.

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      Francisco Agramunt Moreno: “Los rostros del exilio”. Dibujo.

      Semejante mensaje de unidad lo dio en el transcurso del acto oficial de entrega de los Premios de Asturias de 2014 en la que incidió en la superación de ese abismo de rencor y recelo que separaba a los españoles de distintas ideologías”. Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros. Somos protagonistas de un mismo camino”.

      Su posicionamiento hacia el genocidio nazi quedó perfectamente patente cuando tres meses después en un acto de homenaje en el Senado a las víctimas del holocausto nazi el monarca evocó y equiparó a “los miles de sefardíes asesinados” en los campos de concentración y concretamente se refirió a los exiliados republicanos españoles, que en mayo de 2015 celebraron su liberación del campo de Mauthausen por las tropas norteamericanas. Ambos, sefardíes y exiliados españoles en aquella hora histórica, son hermanos de patria y de desdicha que sufrieron los artistas de un tiempo abominable, aseguró.

      El monarca dio un importante paso a principio de junio de 2015 viajó a París cuando participó en un homenaje a los republicanos españoles que habían participado como combatientes en la liberación de esta ciudad formando parte de las unidades francesas del general Leclerc. Estuvo presente el 3 de junio en la inauguración del parque adyacente al Ayuntamiento de París que fue bautizado como “Jardín de los Combatientes de los Nueve”, en recuerdo de la novena compañía de la 2ª División blindada de la Francia libre integrada en su mayoría por unos 150 republicanos bajo mando francés. Los soldados españoles desfilaron frente a la catedral de Notre Dame con vehículos blindados bautizados con nombres españoles y posteriormente escoltaron al general Charles de Gaulle por los campos Elíseos llevando en sus estandartes los colores de la bandera de la II República española. El Rey recordó a aquellos expatriados a los que acababa de rendir homenaje junto a la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, nieta de exiliados e hija de inmigrantes españoles. “Ocho décadas después, que un rey homenajee a unos republicanos es la mejor muestra de esta nueva España”.

      Otro momento reivindicativo del papel que desarrollaron los refugiados republicanos se produjo el 29 de junio de 2015 en México donde el Rey Felipe VI aprovechó un discurso en el palacio nacional durante la cena de gala ofrecida por el presidente Enrique Peña para homenajear por su labor en el país y las relaciones que establecieron en beneficio de México y España.

      Y en lo concerniente al papel que nuestro país vecino Francia tuvo en el drama del exilio republicano, su responsabilidad fue lenta y se produjo con la subida al poder de ministros, alcaldes y otras autoridades descendientes de exiliados republicanos. El vejatorio y humillante trato que recibieron éstos finalmente fue asumido, reconocido y reprobado por primera vez de manera pública por el Gobierno francés en un acto que se celebró el 16 de octubre de 2015 cuando su primer ministro, Manuel Valls, hijo de un pintor republicano exiliado, inauguró un memorial en el campo de concentración de Rivesaltes, donde fueron recluidos más de veinte mil españoles en unas condiciones indignas y con un desprecio total de humanidad. Fiel a sus orígenes el joven político trató de recordar un suceso dramático de la historia francesa que con el tiempo fue olvidándose. Y, de paso, conectarlo con las inquietudes y tribulaciones de un acontecimiento dramático de gran actualidad europea como era la llegada masiva de los refugiados huidos del hambre y la guerra. Y, junto a él, se encontraba el alcalde socialista de Argelès, Pierre Aylagas, precisamente hijo de un agricultor republicano español encerrado en varios campos, quien durante su intervención se refirió a la desmemoria del pueblo francés y a la necesidad de pedir perdón por el mal trato que recibieron los refugiados republicanos. “He trabajado por este memorial porque recuerda los valores que yo defiendo”, dijo. El citado memorial, obra del reconocido arquitecto Rudy Ricciotti, era un enorme edificio de cemento sin ventanas, enterrado bajo el suelo, para no restar protagonismo a los barracones circundantes. Era un símbolo del encierro forzado. En su interior, en 4.000 metros cuadrados, una gran sala con fotos, vídeos, mapas, un auditorio y un gran espacio pedagógico para alumnos y profesores. Con su inauguración era la primera vez que el ejecutivo galo de manera solemne admitía el “mea culpa”. El homenaje a los republicanos significaba reconocer los males de nuestra época, el desgarro del exilio de miles de personas maltratados en sus respectivos países