con una negativa. Anda y díselo a tu amo. En cuanto a la tarjeta de Su Señoría, no soy digno de conservarla». Por eso la he vuelto a traer. ¿Me hará el favor de transmitir a su padre el mensaje, señor?
Jia Rong trasladó a sus padres el recado, y después hizo llamar a Laisheng y le ordenó que preparase un festín de dos días. El mayordomo marchó a empezar los preparativos.
Al mediodía siguiente llegó el médico. Jia Zhen lo llevó al salón de recepción y le pidió que tomase asiento. No se atrevió a abordar directamente la cuestión hasta que hubieron tomado el té.
—Estimado señor —dijo al médico—, lo que ayer me contó el señor Feng acerca de su carácter, sabiduría y profunda ciencia médica colmó mi admiración.
—No paso de ser un empírico ignorante —respondió el doctor Zhang—, pero ayer, cuando me enteré por boca del señor Feng de que la familia de Su Señoría respeta a los simples letrados, y condescendió a llamar a mi humilde persona, supe que no podría negarme a venir. Lo que siento es carecer de conocimientos que cubran sus expectativas.
—Ah, señor, es usted demasiado modesto. ¿Podría reconocer a mi nuera? Confío en que sus grandes conocimientos aliviarán nuestra ansiedad.
Jia Rong acompañó al médico hasta la cama de Keqing.
—¿Es ésta su digna esposa? —preguntó el galeno.
—Sí, señor —contestó Jia Rong—. Siéntese, por favor. ¿Quiere que le describa los síntomas antes de que le tome el pulso?
—¿Le importaría hacerlo después? Ésta es la primera vez que visito su honorable mansión y de no ser por la insistencia del señor Feng nunca me hubiera atrevido a venir, escasos como son mis méritos. Antes de informarme de los síntomas, permítame tomarle el pulso a su esposa y luego calibre usted lo acertado de mi diagnóstico. Entonces podremos prescribir algo eficaz y presentarlo a la consideración de su señor padre.
—Veo que es usted una autoridad —respondió Jia Rong—. Lamento que no lo hayamos encontrado antes. Examínela y díganos si tiene cura. Eso tranquilizará a mi padre.
Unas sirvientas apoyaron sobre una almohadilla el brazo de Keqing y le levantaron la manga para dejar su muñeca al descubierto. El médico tomó primero el pulso de la muñeca derecha, palpándolo un buen rato antes de pasar a la izquierda.
—Vayamos fuera a sentarnos —dijo cuando hubo terminado.
Jia Rong lo llevó a otro cuarto, donde tomaron asiento sobre el kang. Una criada trajo té, y cuando terminaron de beberlo preguntó:
—¿Qué dice su pulso, doctor? ¿Tiene cura?
—Tiene un pulso distal izquierdo profundo y agitado que denota una situación febril producto del débil latir del corazón; el pulso medio profundo y leve indica una anemia producto de un hígado pesado. Su pulso distal derecho es leve y débil, lo que indica debilidad pulmonar; un pulso medio tenue y desganado nos señala que hay en su hígado un elemento Madera demasiado fuerte para el elemento Tierra del bazo. La debilidad del corazón propicia un Fuego que se manifiesta en menstruaciones irregulares e insomnio. La deficiencia sanguínea y el hígado pesado provocan dolor en las costillas, menstruaciones retrasadas y melancolía. La debilidad de los pulmones produce vahídos, sudores en la madrugada y una continua sensación de mareo. El predominio del elemento Madera en el hígado sobre el elemento Tierra en el bazo causa pérdida de apetito, laxitud generalizada y dolores en las extremidades. Éstos son los síntomas que deduzco de mi lectura del pulso de la dama. Discrepo absolutamente con la opinión de que este pulso indique un embarazo [2] .
Una anciana que había estado atendiendo a Keqing exclamó:
—¡Es exactamente así! Este médico debe ser un vidente. No hay que decirle nada. Varios médicos de la casa la han reconocido ya, pero ninguno se acercó a la verdad. Uno dice que se trata de un embarazo, otro que es enfermedad; éste declara que no se trata de nada importante, el otro que sufrirá una crisis en el solsticio de invierno… No consiguen ponerse de acuerdo. Por favor, señor médico, díganos qué debemos hacer.
—Esos colegas han retrasado la curación de tu señora —contestó el doctor—. Si hubiera tomado la medicina adecuada cuando perdió su primera regla, a estas horas ya estaría bien. La falta de un tratamiento adecuado sólo podía desembocar en éstos problemas. Opino que sus posibilidades de recuperación son de tres sobre diez. Si esta noche, después de tomar mi receta, duerme bien, entonces las posibilidades se podrían duplicar. A juzgar por su pulso tu señora tiene un carácter muy fuerte y una insólita inteligencia, lo cual la hace irascible y predispuesta a la preocupación, lo que a la postre le afecta el bazo. El elemento Madera de su hígado ha generado humores calientes que a su vez le han desarreglado la menstruación. Creo que no me equivoco si pienso que las reglas de tu señora han tendido a la irregularidad y a retrasarse varios días.
—No se equivoca usted —contestó la mujer—. Nunca las ha tenido antes de tiempo; siempre dos o tres días después de lo normal. En alguna ocasión se le han retrasado hasta diez días.
—Ya veo —observó el doctor—. Ése es el origen de su mal. Si hubiera tomado un tónico para regular sus reglas todo esto se habría podido evitar. Evidentemente nos encontramos ante un caso de abatimiento generalizado producido por escasez de agua y exceso de madera. Ya veremos cómo responde a la medicación.
Y a continuación escribió y entregó a Jia Rong la siguiente receta:
BREBAJE PARA MEJORAR LA RESPIRACIÓN,
FORTALECER LA SANGRE Y SERENAR EL HÍGADO
Ginseng 0,2 onzas; Atractylodes macrocephala (desecada en recipiente de arcilla) 0,2 onzas; Pachima cocos de Yunnan 0,3 onzas; raíz de la Rhemmania lutea (cocida al vapor) 0,4 onzas; Aralia edulis (cocida en vino) 0,2 onzas; peonía blanca (cocida) 0,2 onzas; Lingusticum wallichii 0,15 onzas; Astragalus mongholicus 0,3 onzas; Cyperus rotundus (elaborado) 0,2 onzas; Bupleurum falcatum (remojado en vinagre) 0,08 onzas; Dioscorea opposita (cocida) 0,2 onzas; genuina goma Dong-e (preparada con conchas de ostra molidas) 0,2 onzas; Cerydalis ambigua (cocida en vino) 0,15 onzas; regaliz seco 0,08 onzas.
Utilícese como coadyuvante siete semillas de loto de Fujian sin pepitas y dos dátiles rojos grandes.
—Excelente —comentó Jia Rong al leer la receta—. Doctor, ¿puede decirme si su vida corre peligro?
—Un hombre de su inteligencia comprenderá que a estas alturas de la enfermedad es imposible vaticinar cuánto durará. Veamos cómo responde al tratamiento. Mi humilde opinión es que este invierno no hay peligro, y que si supera el equinoccio de primavera podremos pensar en su curación.
Sensatamente, Jia Rong no volvió a insistir sobre este punto. Tras acompañar al doctor hasta la puerta, enseñó a sus padres la fórmula magistral y les contó todo lo que había dicho el médico.
—Ningún otro ha sido tan concreto —comentó la señora You a su marido—; su receta debe ser buena.
—No vive de la medicina —comentó a su vez Jia Zhen—. Sólo ha venido como un favor especial a nuestro amigo Feng Ziying. Con su ayuda quizás exista la posibilidad de que nuestra nuera se cure. Veo que su receta exige ginseng; pueden usar para elaborarla ese jin de primera calidad que compramos el otro día.
Jia Rong se retiró para ordenar la compra de los ingredientes, que luego fueron preparados y administrados a su esposa. Para conocer el resultado de la medicación, lean el siguiente capítulo.
Capítulo XI
En la mansión Ning se celebra el aniversario de Jia Jing.
Jia Rui se encuentra con Xifeng y la desea.
Y llegó por fin el aniversario de Jia Jing. Jia Zhen hizo llenar dieciséis grandes cestas con los platos más selectos