Xifeng había bromeado al respecto diciendo:
—Cuando una abuela desea celebrar el cumpleaños de algún nieto, todo boato es poco. ¿Quiénes somos nosotros para protestar? ¿Así que tendremos ópera y banquete? Pues si quiere una gran celebración, señora, tendrá que pagarla usted de su bolsillo en lugar de agasajar a la muchacha con estos veinte taeles mohosos. No pretenderá que yo ponga el resto… Bien estaría si usted no pudiera permitirse el gasto, pero sus cofres rebosan de lingotes de oro y plata de todos los tamaños y formas, y tanto peso los está desfondando mientras usted sigue empeñándose en desplumarnos a nosotros. ¿Acaso no somos todos hijos suyos? ¿O es que Baoyu será el único que lleve los ilustres despojos de su abuela a la montaña Wutai [2] ? ¿Por eso lo guarda todo para él? Aunque los demás no estemos a su altura, no nos trate tan mal. ¿De verdad piensa que veinte taeles es dinero suficiente para organizar un banquete o una ópera?
El comentario de Xifeng provocó la hilaridad de todos los presentes.
—¡Vaya lengua! —exclamó la Anciana Dama entre risas—. Nadie puede decir de mí que sea muda, pero no me puedo comparar con semejante mono parlanchín. Ni a tu suegra se le ocurriría discutir conmigo, y en cambio tú me devuelves golpe por golpe.
—A mi suegra se le cae la baba con Baoyu, igual que a usted —replicó Xifeng con su mejor sonrisa—, de modo que no tengo quien se ponga de parte mía. Y encima usted me presenta como una arpía.
Estas palabras desataron las carcajadas de la Anciana Dama y acabaron de ponerla del mejor humor.
Aquella noche, cuando la familia ya había presentado sus respetos a la señora de la casa y todos se habían retirado a charlar un rato, la anciana preguntó a Baochai cuáles eran sus platos favoritos y las óperas que más le agradaban. Conociendo la predilección que la Anciana Dama sentía por los espectáculos animados y las comidas dulces y blandas, Baochai presentó ambos gustos como propios, lo que acrecentó el deleite de la anciana. Al día siguiente, a primera hora, hizo enviar a la muchacha como regalo ropa y algunos objetos curiosos. La dama Wang, Xifeng, Daiyu y las demás también le hicieron llegar sus presentes. Cada uno era acorde con el rango de quien lo enviaba, pero no procede enumerarlos detalladamente.
El día vigesimoprimero fue instalado en el patio de la Anciana Dama un pequeño tablado. Había sido contratada una compañía cuyo repertorio contenía tanto obras de la escuela Kunqu como de la escuela Yiyang [3] . En el salón fueron instaladas las mesas para el banquete familiar, al que no fue invitado ningún extraño a la casa, exceptuando a la tía Xue, a Xiangyun y a la propia Baochai.
Aquella mañana, al no encontrar a Daiyu, Baoyu fue a buscarla y la halló acurrucada en el kang.
—Vamos a desayunar —le dijo—. El espectáculo empezará enseguida. Dime qué ópera quieres que representen y la pediré para ti.
Pero Daiyu sonrió con desdén.
—Ya que hablas tanto, contrata una compañía que represente mis óperas favoritas en vez de proponer que aproveche la fiesta de aniversario de otra persona para contemplarlas.
—No hay problema. Mañana mismo contrataremos una para que los demás aprovechen la tuya.
Y diciendo esto, le dio un tirón de la manga para levantarla y se fueron juntos cogidos de la mano.
Acabado el desayuno, llegó el momento de elegir las obras que debían ser representadas. La Anciana Dama llamó a Baochai para que propusiera su selección. Al principio la muchacha declinó el honor pero luego, por complacer a la anciana, señaló una escena de Peregrinación al Oeste. Luego le tocó el turno a Xifeng que, conocedora también del gusto de la dueña de la casa por las comedias y farsas, eligió Liu Er empeña su ropa, con lo cual aumentó todavía más el buen humor de la Anciana Dama.
Daiyu declinó hacer su selección, y cedió su turno a la dama Wang y a la tía Xue, pero la Anciana Dama le dijo:
—Os he hecho venir para celebrar un día que ha sido pensado especialmente para vosotras, las jóvenes, de manera que haz tu selección sin preocuparte por tus tías. Este espectáculo y este banquete no han sido organizados para ellas. Ya les hacemos suficiente favor permitiéndoles asistir a las representaciones y comer gratis. Pero no dejaremos que seleccionen ni una pieza.
Todos celebraron el comentario y entonces Daiyu eligió una pieza. Lo mismo hicieron Baoyu, Xiangyun, las tres Primaveras y Li Wan. Las obras se fueron representando en el mismo orden en el que habían sido solicitadas.
Cuando el banquete estuvo dispuesto, la Anciana Dama pidió a Baochai que eligiese una pieza más, y ésta pidió El monje borracho.
—Siempre eliges piezas fuertes —objetó Baoyu.
—Si no reconoces su calidad, has estado viendo óperas en vano todos estos años —replicó Baochai—. Además de ser un gran espectáculo tiene unos versos magníficos.
—Nunca me han gustado los espectáculos bulliciosos.
—Considerando ésta como un simple espectáculo bullicioso demuestras lo poco que sabes de ópera. Deja que te explique. Se compone de una serie de arias muy conmovedoras compuestas sobre el aire norteño de Dian Jiang Chun [4] , que es una excelente melodía. En cuanto a los versos, imitan los de Ji Sheng Cao, que son magníficos, como sabrás.
Ante tal elogio, Baoyu se acercó a ella y le pidió al oído que se los recitara.
Baochai recitó:
Se han secado las lágrimas del héroe,
y atrás quedó el hogar del ermitaño.
Por tu divina gracia he recibido
la tonsura bajo el Altar del Loto [5] ,
pero permanecer aquí no es mi destino
y hoy mismo abandono el monasterio.
Desnudo me marcho, sin ataduras.
Deseo dejar el convento
ataviado sólo con hojas de palmera
y cubierto con sombrero de bambú.
A donde me lleve la suerte voy
con mis sandalias de paja
y mi quebrado tazón de mendigo.
Tanto le gustó a Baoyu el poema que fue marcando el ritmo con pequeños golpes sobre la rodilla mientras asentía admirado con la cabeza, como elocuente homenaje al recitado y la erudición de Baochai.
—Tranquilízate —le dijo Daiyu—. Todavía no hemos visto El monje borracho y ya estás tú representando El general finge estar loco.
El comentario de Daiyu provocó la risa de Xiangyun.
Siguieron viendo óperas hasta la caída del sol, cuando la Anciana Dama hizo que le fueran presentadas dos actrices, una que hacía el papel de heroína y otra el de payaso, que le habían caído en gracia. Al verlas de cerca le parecieron aún más encantadoras. Los reunidos se maravillaron al saber que la heroína tenía sólo once años y el payaso nueve. La anciana las recompensó con unos platos especiales y dos sartas de monedas más.
—Cuando esa niña está maquillada es la viva imagen de alguien que se encuentra entre nosotros —comentó Xifeng—. ¿Nadie ha notado el parecido?
Baochai supo a quién se estaba refiriendo, pero se limitó a sonreír. También Baoyu lo había adivinado, pero no se atrevió a hablar.
Xiangyun, sin embargo, sí lo dijo:
—¡Ya lo sé! Es idéntica a la prima Daiyu.
La