1. Estructuras binarias
Las estructuras binarias, en lo esencial, son de dos tipos: las oposiciones entre contradictorios (llamadas a veces privativas), y las oposiciones entre contrarios. La misma noción de oposición privativa es discutible, en la medida en que, frecuentemente, una oposición contradictoria puede adquirir un valor genérico, es de cir, acarrea un cambio de nivel jerárquico. Hjelmslev de finió estos dos tipos de oposiciones como dos maneras de ocupar el campo de una categoría: en el primer ca so, una ocupación más o menos concentrada, más o me nos intensa y, en el otro caso, un reparto en dos zonas que satura más o menos el campo.
2. Cuadrado semiótico
El cuadrado semiótico conjuga esos dos tipos de oposiciones en el seno de un mismo sistema de valores, gracias a otra relación, la implicación. Cada uno de los tér minos de la categoría está, entonces, en la intersección de tres tipos de relaciones: una contrariedad, una con tradicción y una implicación. Cada una lo ubica en re lación con otro término de la categoría. Recibe, en tonces, su definición del conjunto de esas relaciones. La unión así estructurada puede ser recorrida enteramente, diseñando de esta manera la armadura mínima de un relato.
3. Estructura ternaria
La estructura ternaria de Peirce trata de otro aspec to de la estructura elemental: las tres fases de la ela boración del sentido. El análisis de los tres niveles propuestos por Peirce muestra, en efecto, que co rresponden a diferentes grados de existencia de las magnitudes semióticas; se trata, en suma, de tres etapas mayores del proceso que conduce de la per cepción a la significación. Esos grados de existencia, que nosotros aumentaremos efectivamente a cua tro, y que llamaremos modalidades existenciales, pueden ser explotados en el análisis del discurso.
4. Estructura tensiva
La estructura tensiva es un modelo que trata de responder a las preguntas dejadas de lado por los modelos clásicos; otorga una representación de las estructuras elementales que está cerca del cuadrado semiótico, pero en la perspectiva de una semántica de lo continuo. Además, poniendo en relación un espacio tensivo de valencias y un espacio categorial de valores, la estructura tensiva conjuga las dos grandes dimensiones de la significación, lo sensible y lo inteligible.
Las estructuras elementales
1. LAS ESTRUCTURAS BINARIAS
El análisis de las diferencias mínimas conduce a descubrir oposiciones bi narias. La categoría es, entonces, definida por su eje, el rasgo común, y por sus dos rasgos pertinentes, los términos de la oposición. La forma más acabada y mejor conocida de esta concepción está representada por la fonología de Jakobson.
1.1 La oposición privativa
La primera diferencia es producida por la presencia y la ausencia de un rasgo: las consonantes pueden ser sonoras o no-sonoras, en el sentido de que una misma articulación, por ejemplo, bilabial, puede estar com binada o no con una resonancia de las cuerdas vocales (/b/ vs /p/). La categoría, en ese caso, es la de la sonoridad. Pero esta presentación es discutible porque no está claro cómo un término que no presenta el ras go definitorio de la categoría (el rasgo sonoro) podría pertenecer a esa misma categoría.
En los años sesenta, la noción de oposición privativa dio lugar a la de marca: entre los dos términos de una oposición privativa se acuerda entonces considerar que la presencia del rasgo “marca” un término; el otro término, que no posee el rasgo, es considerado como “no marcado”. La “marca” es, tal vez, más satisfactoria para el espíritu que la “privación”, pero no nos permite avanzar ni un paso: en efecto, sea “privado de un rasgo” o “no marcado”, el segundo término de la oposición di fícilmente puede pertenecer a la categoría definida por ese rasgo o por esa marca.
De hecho, la “privación” o la ausencia de “marca” esconden una propiedad esencial del término concernido, a saber, su valor genérico: al sus pender la aplicación de un rasgo específico, se encuentran todos los tér minos posibles de la categoría. El célebre slogan feminista, La mitad de las mujeres son hombres, reposa sobre ese mismo principio. El uso más corriente, según el cual la categoría de la sexualidad está designada por el término hombre, supone que este último posee el rasgo que de fine la categoría en general, el rasgo sexual por excelencia; en cambio, el término mujer es tratado como específico, y posee entonces un ras go suplementario que el término genérico no posee. Eligiendo el término mujer como término que designa la categoría, el slogan invierte la relación y hace del término hombre el término específico, dotado de un rasgo suplementario, y, del término mujer, el rasgo genérico que define la categoría. La guerra de los sexos recurre también a las armas de la categorización.
Las nociones de “oposición privativa” o de “marca” pueden, en rigor, ser conservadas cuando una categoría está limitada a dos términos, pero su puesta en marcha se hace particularmente problemática desde el momento en que el número de términos es superior a dos, puesto que entonces el término “no marcado” recubre toda la categoría, a excepción del término marcado.
Hjelmslev ha propuesto otra aproximación, poniendo en evidencia el hecho de que esta oposición concierne a la extensión de una categoría y no a su comprensión. Propone considerar que toda categoría equivale a un dominio en el espacio abstracto de los recortes culturales y que ese dominio puede ser ocupado de dos maneras diferentes: sea de ma nera difusa y vaga (sub-dominio A), sea de manera concentrada y pre cisa (sub-dominio a):
No se trata ya de rasgo “presente” o “ausente”, sino de la intensidad perceptiva de una parte de la categoría: el término “di fuso” o “vago” sirve de fondo sobre el cual se destaca una figura, el término “con centrado” o “preciso”.
La llamada oposición “privativa” es redefinida de esta manera como una oposición que depende del lugar y de la intensidad de los términos; pero hay que tener en cuenta, para evitar algunos malentendidos, que el término “vago” o “difuso” no es, como se podría pensar, “impreciso”, sino que tiene un valor genérico: desde ese momento, la negación que lo hace aparecer en el discurso da libre curso a todos los términos po sibles de la categoría: no se trata ya de una caja vacía sino de una caja de Pandora…
1.2 La oposición entre contrarios
Otra posible oposición es la que pone en presencia, sobre el fondo de un mismo eje, dos términos igualmente “plenos”, es decir, definidos ca da uno por un rasgo. En fonética, por ejemplo, se opondrá el rasgo “bi labial” al rasgo “labiodental”, sobre el fondo del eje común, el rasgo “la bial”. La categoría de las labiales será entonces organizada, en fran cés, por la diferencia del punto de articulación secundaria, labial o dental.
A otro nivel de análisis que el evocado líneas arriba, el masculino y el femenino obedecen a ese mismo principio de contrariedad: sobre el fon do de la categoría de la sexualidad, los dos términos se oponen gracias a la presencia de dos rasgos igualmente presentes, cada uno contrario del otro.
En la perspectiva de Hjelmslev, se debería entonces suponer o bien que él no otorga mucha importancia a esta figura o que dos subdominios concentrados ocupan el dominio de la categoría:
Esta representación tiene la ventaja de mos trar que el dominio pue de ser saturado o no sa turado por los dos contrarios,