principio, así como también al orden de redención. En otras palabras, descubrimos que pertenecen al organismo de revelación divina respecto a la voluntad de Dios para el hombre.52
I. Objeciones típicas
He intentado demostrar, entre otras cosas, que Jeremías profetizó que los cristianos tienen la ley que Dios escribió en las tablas de piedra, los Diez Mandamientos, escrita en sus corazones por el Espíritu Santo enviado por el Hijo de Dios (Jeremías 31:33; 2 Corintios 3:3). El Espíritu de Dios también provoca que nos deleitemos en la ley de Dios y la obedezcamos (Ezequiel 36:27: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”). El Nuevo Testamento nos provee la forma en que los Diez Mandamientos deben ser aplicados a los cristianos. Aunque esto parece claro y es, por mucho, la perspectiva más común en la iglesia cristiana a través de la historia, algunos no están de acuerdo. Para ser justos con aquellos que no están de acuerdo, debemos admitir que algunas declaraciones del Nuevo Testamento hacen que este asunto sea difícil de comprender (por ejemplo, Romanos 6:14). A la luz de esto, vamos a considerar algunas objeciones típicas e interactuar con ellas.
a. La ley mosaica en el Antiguo y el Nuevo Testamento
siempre se refiere a la ley completa, a toda la ley
del Antiguo Pacto, la ley del antiguo Israel.
“Debido a que los cristianos no están bajo la ley mosaica completa, entonces no pueden estar bajo ella en ninguna de sus partes”. Es lo que dice esta objeción. “Así que la ley en la profecía de Jeremías no puede tener ninguna relación con el Antiguo Pacto y su ley”. A primera vista, este parece ser un fuerte argumento, pero vamos a interactuar con él.
No estamos argumentando que la ley en la profecía de Jeremías tenga que ver con los cristianos en su relación presente con el Antiguo Pacto o que estén bajo cualquier ley para obtener ya sea las bendiciones temporales prometidas al antiguo pueblo de Dios en la Tierra Prometida, o peor aún, la salvación y vida eterna. Esta es una profecía del Nuevo Pacto, de un nuevo día para el pueblo de Dios. Lo que hemos argumentado es que la profecía de Jeremías se refiere a la ley básica y fundamental del Nuevo Pacto, que es la misma del Antiguo Pacto o Pacto Mosaico. No estamos bajo la ley de Moisés como los antiguos judíos lo estaban, sino que somos criaturas creadas a la imagen de Dios, así como lo eran ellos, con la ley reescrita en nuestros corazones. Tenemos deberes como cristianos que son muy similares a los del Israel del Antiguo Pacto. Debemos amar a Dios y a nuestro prójimo, como Jesús lo dejó en claro cuando citó de Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18 en Mateo 22:37 y 39. Una cosa que aprendemos de esto es que algunas leyes del Antiguo Pacto trascienden ese pacto y pueden funcionar fuera de él.
Por ejemplo, debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia. Esto siempre ha sido así. Debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia de la forma que Él ordena. Esto siempre ha sido así. No debemos utilizar el nombre de Dios en vano. Esto siempre ha sido así. Debemos descansar con el propósito de adorar públicamente y debemos trabajar. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar y obedecer a nuestros padres y a todas las figuras de autoridad en nuestras vidas. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la vida y no matar a otros, ya sea al quitarles la vida ilegalmente o incluso al odiarles. Esto siempre ha sido así. Debemos mantenernos sexualmente puros, sin cometer adulterio en nuestros actos, palabras o pensamientos. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la propiedad de otros y no robar. Esto siempre ha sido así. Debemos decir la verdad y no mentir. Esto siempre ha sido así. Y debemos estar contentos con lo que tenemos y no cometer idolatría al codiciar cosas y personas. Esto siempre ha sido así.
Estos son los Diez Mandamientos. De hecho, los Diez Mandamientos no se convirtieron en algo sagrado y bueno en el Sinaí. Estas cosas siempre son buenas o malas a la luz de lo que somos como criaturas hechas a la imagen de Dios. Estos simplemente reflejan los absolutos éticos entretejidos en nuestro ser.
Quizá sea de ayuda si lo consideramos de la siguiente forma. Así como Dios incorporó al Antiguo Pacto la ley que había sido escrita en el corazón del hombre en la creación, ahora hace lo mismo en el Nuevo Pacto. Esta ley natural no llegó a ser lo que era en el Sinaí; fue formalmente publicada por Dios mismo en las tablas de piedra. Esa misma ley fue incorporada al Nuevo Pacto. Esta ley, entonces, no solo trasciende culturas, sino también trasciende pactos. Debido a que coexiste con nuestro estatus de portadores de la imagen de Dios, esto no debería sorprendernos en lo absoluto.
b. Si la ley en Jeremías se refiere a los Diez
Mandamientos, ¿por qué Dios no los repitió palabra
por palabra en el Nuevo Testamento exactamente
como aparecen en el Antiguo Testamento?
“Si se repiten, son obligatorios; si no se repiten, no son obligatorios”. Ese es el argumento. Nuevamente, esta parece ser una buena objeción, ¿pero realmente lo es? Dios ya había revelado los Diez Mandamientos en dos ocasiones en el Antiguo Testamento (Éxodo 20 y Deuteronomio 5). Él profetizó su presencia en el Nuevo Testamento en Jeremías 31:33. Él confirmó su presencia bajo el Nuevo Pacto en 2 Corintios 3:3 (y en otros textos). Los Diez Mandamientos son citados o se asumen como buenos y justos por los escritores del Nuevo Testamento en muchos textos (Romanos 7:12). Recordemos que es la esencia de los Diez Mandamientos lo que es obligatorio, no una forma particular en la que han sido revelados en la Escritura.
Por ejemplo, Pablo hace referencia al quinto mandamiento como algo que es bueno que los hijos obedezcan (Efesios 6:1-3). ¿Necesitas realmente que Dios repita, por ejemplo, el sexto mandamiento —“no matarás”— para creer que matar es pecado? Por cierto, es interesante notar que el asesinato era considerado malo y pecaminoso desde antes del Sinaí—Caín mató a su hermano Abel, hecho registrado en Génesis 4, y Juan nos dice en 1 Juan 3:11-12 que Caín era del maligno y un ejemplo de alguien sin amor. No existe un mandamiento para amar o una prohibición de matar registrada en la Escritura antes de Génesis 4. ¿Quieres argumentar que el amor no era algo esperado y que el asesinato no estaba prohibido sino hasta que leemos un mandamiento explícito que nos obligue a amar y nos prohíba matar? Espero que no.
¿Qué hay del décimo mandamiento—“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”? Este mandamiento, como aparece aquí, no se repite en el Nuevo Testamento (palabra por palabra). Sin embargo, se reduce a esta frase: “No codiciarás” (Romanos 7:7; 13:9). Dios no tiene que repetir los Diez Mandamientos palabra por palabra para que estos sean relevantes para los cristianos.
¿Sabías que los primeros cuatro mandamientos no se repiten en el Nuevo Testamento palabra por palabra ni tampoco el noveno ni el décimo? A la luz de esto, nadie en su sano juicio argumenta que solo el quinto, el sexto, el séptimo y el octavo mandamiento, aparecen en el Nuevo Testamento y, por tanto, son los únicos aplicables a los cristianos. La esencia de todos los Diez Mandamientos aparece en el Nuevo Testamento. Esto es lo que esperamos de la profecía de Jeremías (y de otros textos).
c. El Nuevo Testamento dice que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. No tenemos que obedecer la ley de Dios; solo necesitamos bañar nuestras almas en la gracia de Dios.
Esta objeción se basa frecuentemente en Romanos 6:14, que dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. A primera vista, este versículo parece anular gran parte de lo que hemos dicho anteriormente. ¿Cómo debemos responder? Notemos, primero, que Pablo establece un hecho que es verdad para todos los creyentes en Cristo: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros…”. Este no es un mandamiento. La palabra “porque” indica que este versículo está conectado a los versículos 12 y 13. El versículo 14 funciona como un incentivo para cumplir los mandatos de los versículos 12 y 13. El versículo 14 es una declaración de un hecho. Los cristianos no están bajo el dominio del pecado. Entonces Pablo da dos razones por las que el creyente no está bajo el dominio del pecado—una negativa y otra positiva. La negativa es: “… pues no estáis bajo la ley”. La razón positiva es: “…sino [estáis] bajo la gracia”. Estar “bajo