Robert Martin

Más allá de los cinco puntos


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muestra claramente que los Diez Mandamientos funcionan bajo el Nuevo Pacto y son, por tanto, aplicables a los cristianos. El texto dice:

      Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

      Algunas observaciones serán de ayuda para nuestro propósito. Primero, notemos que la ley bajo el Nuevo Pacto es la ley de Dios, algo que Él mismo establece y posee. Leemos: “Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (énfasis mío). La frase “Mi ley” aparece seis veces en el libro de Jeremías (Jeremías 6:19; 9:13; 16:11; 26:4; 31:33 y 44:10). En estos contextos es descrita como algo que puede ser oído, algo que fue establecido ante el pueblo del Antiguo Pacto de Dios, algo que es equiparable a la voz de Dios, algo que puede quebrantarse, algo que al quebrantarse es considerado como abandonar el compromiso con Dios y entregarse a la idolatría, algo que puede ser escuchado, algo que puede ser transgredido, algo que será escrito en el corazón y algo que fue presentado ante los padres. Es muy claro que Jeremías se refiere a un estándar objetivo de conducta conocida y esperada cuando utiliza la frase “Mi ley”. Cualquiera que sea esta ley, sabemos que es de Dios y que ya había sido revelada al pueblo del Antiguo Pacto de Dios en los tiempos en que se escribió el libro de Jeremías. Sin duda, los antiguos lectores de Jeremías estarían de acuerdo con esto.

      Segundo, notemos que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto será puesta en la mente y escrita en el corazón de todos los beneficiarios del Nuevo Pacto. Esta bendición prometida, el Nuevo Pacto, debe ser disfrutada por toda la comunidad del Nuevo Pacto, así como el conocimiento salvador de Dios y el perdón de pecados:

      Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jeremías 31:34).

      Aunque Jeremías está hablando de una obra de Dios en los corazones de los individuos, cada uno de esos individuos se convierte en ciudadano de la comunidad del Nuevo Pacto y en beneficiario de todas las bendiciones prometidas.

      Tercero, notemos que Dios es a la vez el autor de la ley y Aquel que la escribe en el corazón. En efecto, Dios dice: “Pondré y escribiré Mi ley en las mentes y los corazones de Mi pueblo del Nuevo Pacto—en cada uno de ellos”.

      Estas observaciones proveen la base exegética necesaria para identificar la ley básica y fundamental de Dios en el Nuevo Pacto. El texto de Jeremías claramente asume que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto se refiere a la ley que ya estaba escrita en el momento en que se escribió Jeremías. La frase “Mi ley”, cuando se refiere a Dios, siempre hace referencia a algo revelado por Él a Israel, no solo en el libro de Jeremías, sino también en todo el Antiguo Testamento.28 La imagen de Dios mismo escribiendo una ley es un lenguaje familiar del Antiguo Testamento. Éxodo 31:18 dice: “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (énfasis mío). Jeremías enseña claramente que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que ha sido y será escrita por Dios mismo. Con estas cosas en mente, la única respuesta posible a la pregunta concerniente a la identidad de esta ley es que tiene que ser la misma ley que Dios mismo escribió previamente. Jeremías está enseñando que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que fue escrita en la piedra por Dios y que será escrita en los corazones por Dios. Éxodo 24:12 identifica las “tablas de piedra” como “la ley y mandamientos que he escrito para enseñarles”. Este es un versículo muy importante porque utiliza la palabra hebrea torah (ley) como sinónimo para lo que Dios escribió en las piedras. Esto nos provee mayor justificación bíblica para llamar a lo que Dios escribió en las piedras Su ley o la ley de Dios.

      Una comparación de Éxodo 31:18, Jeremías 31:33 y 2 Corintios 3:3 es muy esclarecedora. Aquí están los textos en orden cronológico.

      Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (Éxodo 31:18).

      Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jeremías 31:33).

      Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón (2 Corintios 3:3).

      Tanto la revelación antecedente (Éxodo 31:18) como la subsecuente (2 Corintios 3:3) nos obligan a reconocer el hecho de que la ley de Dios, escrita por Dios mismo, es lo que escribió en la piedra. De una manera muy particular, los Diez Mandamientos constituyen la ley de Dios.

      Concluimos que las bendiciones del Nuevo Pacto incluyen que los Diez Mandamientos sean escritos en los corazones de todo el pueblo de Dios bajo el mismo pacto. Jeremías 31:33 enseña que el Decálogo funcionaría bajo el Nuevo Pacto como la ley básica y fundamental para los cristianos.

      II. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en el cumplimiento del Nuevo Testamento

      Aunque existen muchos textos que podríamos examinar para demostrar que la profecía de Jeremías de la permanente utilidad de los Diez Mandamientos se cumple bajo el Nuevo Pacto, nos concentraremos solamente en dos: 2 Corintios 3:3 y Romanos 13:8-10.

      2 Corintios 3:329 dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. La sección comienza en 2 Corintios 2:17, como un largo argumento para la validez del ministerio de Pablo. En 2 Corintios 3:1, Pablo ofrece preguntas regulatorias: “¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?”. En 2 Corintios 3:2, Pablo utiliza una metáfora, describiendo a los corintios como una carta escrita en su corazón. En 2 Corintios 3:3, utiliza una metáfora similar para un propósito diferente, declarando que los creyentes de Corinto son una “carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”.

      Considera las siguientes observaciones. Primero, en el contexto, Pablo obviamente está hablando del Nuevo Pacto profetizado por Jeremías. Esta aseveración es probada por el lenguaje utilizado por Pablo en el versículo 6, “nuevo pacto”, y en el versículo 3, en donde los paralelismos con Jeremías 31:33 son sorprendentes. Juan Calvino dijo: “Él hace referencia a la promesa que es registrada en Jeremías 31:31 y Ezequiel 37:26 [sic], concerniente a la gracia del Nuevo Testamento… Pablo dice que esta bendición fue cumplida mediante su predicación”.30

      Segundo, Cristo es el autor de esta epístola escrita en el corazón. La frase “de Cristo” es mejor comprendida como Cristo siendo el autor de la epístola escrita en el corazón. Cristo autentifica el ministerio de Pablo al hacer la obra que solo Dios puede hacer al escribir en las almas de los hombres.

      Tercero, Cristo no utiliza tinta sino al Espíritu Santo para escribir en los corazones de los hombres.

      Cuarto, las tablas de piedra se refieren a los Diez Mandamientos como fueron originalmente escritos por Dios (2 Corintios 3:7 y Éxodo 31:18).

      Quinto, las tablas de carne (del corazón) se refieren a los corintios.

      Sexto, a diferencia de lo escrito en las tablas de piedra bajo el Antiguo Pacto, que tenía como una de sus funciones el ministerio de la muerte, lo escrito en las tablas del corazón bajo el Nuevo Pacto es un ministerio del Espíritu, que da vida (ver versículos 6-7).

      Séptimo, lo que Cristo escribe en el corazón es la ley de Dios prometida en Jeremías 31:33. Colin Kruse comenta:

      Al final del versículo [versículo 3], mientras avanzaba en su argumento,