Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral… (2ª CFL 19:3).
La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5).
Algunas observaciones son necesarias aquí para nuestro propósito. Primero, notemos que la Confesión afirma que a Adán se le dio una “ley de obediencia universal escrita en su corazón” (2ª CFL 19:1). El capítulo 4 de la Confesión, De la creación, afirma que Adán y Eva tenían “la ley de Dios escrita en sus corazones” (2ª CFL 4:2; comparar también con 4:3 “la ley escrita en sus corazones” y 6:1 “la ley bajo la cual habían sido creados”).
Segundo, esta ley, escrita en el corazón de Adán, permaneció en el hombre después del pecado de Adán y funcionaba “una regla perfecta de justicia después de la caída” (2ª CFL 19:2).
Tercero, “la misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre… fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2).
Cuarto, esta ley es llamada ley moral10 y es aplicable a todos los hombres —salvos y perdidos— porque todos los hombres tienen al menos una cosa en común—fueron creados a la imagen de Dios. La Confesión afirma: “La ley moral obliga para siempre a todos… respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5).
2. Los Diez Mandamientos y el Sinaí
Las afirmaciones de la Confesión respecto a los Diez Mandamientos y el Sinaí son muy claras.
La misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre continuó siendo una regla perfecta de justicia después de la caída; y fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos, y escrita en dos tablas; los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres (2ª CFL 19:2).
Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales… (2ª CFL 19:3).
Dios también les dio a los israelitas diversas leyes civiles… (2ª CFL 19:4).
Cuatro observaciones nos ayudarán en este punto. Primero, “la misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre” (2ª CFL 19:2) por el dedo creador de Dios fue entregada por el dedo redentor, histórico y revelador de Dios en el Monte Sinaí.11 Es importante notar que es la misma ley revelada de formas diferentes.
Segundo, esta ley “fue dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2; énfasis mío). La forma en que Dios eligió revelar esta ley fue “en Diez Mandamientos” (2ª CFL 19:2). Esto es importante. La esencia de la ley es la misma, aunque la forma pueda diferir.
Tercero, esta ley, “dada por Dios en el monte Sinaí, en Diez Mandamientos…” (2ª CFL 19:2) es “comúnmente llamada ley moral” (2ª CFL 19:3).
Cuarto, los Diez Mandamientos jugaron un papel único y central en la vida de Israel en el Antiguo Pacto. “Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales…” (2ª CFL 19:3). “Dios también les dio a los israelitas diversas leyes civiles…” (2ª CFL 19:4). Las “leyes ceremoniales”12 y las “leyes civiles”13 son consideradas como suplementarias a los Diez Mandamientos. Por tanto, la Confesión considera que los Diez Mandamientos funcionan como una ley especialmente revelada para el Israel del Antiguo Pacto y, al mismo tiempo, como una forma especialmente revelada de la ley natural,14 que está escrita en el corazón de todos los hombres (2ª CFL 4:2-3; 6:1; 19:1, 2, 3, 5, 6).
3. Los Diez Mandamientos y los cristianos
La postura de la Confesión con respecto a los Diez Mandamientos y los cristianos también es muy clara.
La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5).15
Considera estas observaciones. Primero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a su contenido. “La ley moral16 obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás… no solo en consideración a su contenido…” (2ª CFL 19:5).
Segundo, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a que son criaturas. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5).
Tercero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los cristianos debido a que pertenecen a Cristo. “Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente” (2ª CFL 19:5). Claramente, los Diez Mandamientos, de acuerdo con la Confesión, tienen un lugar único en la vida cristiana.
4. Los Diez Mandamientos y los no cristianos
Finalmente, la postura de la Confesión respecto a los Diez Mandamientos y los no cristianos también es muy clara.
La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación, sino que la refuerza considerablemente (2ª CFL 19:5).
Considera estas observaciones. Primero, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los no cristianos debido a su contenido. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás… no solo en consideración a su contenido…” (2ª CFL 19:5).
Segundo, la Confesión contempla los Diez Mandamientos como aplicables a los no cristianos debido a que son criaturas. “La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no solo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador” (2ª CFL 19:5). Debido a que la Confesión contempla los Diez Mandamientos como una forma especialmente revelada de la ley escrita en el corazón, la ley natural, es tan obligatoria para los cristianos como para los no cristianos. Esto es debido al contenido de los Diez Mandamientos y al hecho de que todos los hombres son criaturas y, por tanto, están bajo esta ley.
Esta sección ha sido dedicada al lugar que los Diez Mandamientos tienen en la teología de la 2ª CFL. De acuerdo con la confesión, los Diez Mandamientos funcionan de la siguiente manera: como la ley escrita en el corazón del hombre en la creación, como el corazón y el alma de la ley del Antiguo Pacto y como la ley básica y fundamental para todos los hombres—la ley moral. Los Diez Mandamientos comenzaron a operar en la vida del hombre en el jardín del Edén. Fueron escritos por Dios en las tablas de los Diez Mandamientos y sirvieron como el corazón de su ley para el Israel del Antiguo Pacto y como la forma especialmente revelada de la ley escrita en el corazón de los hombres. Desde la venida de Cristo, continúan siendo aplicables tanto a los cristianos como a los no cristianos. Por tanto, los Diez Mandamientos trascienden el pacto debido a que son básicos y fundamentales.
La Confesión intenta sintetizar lo que Dios ya ha dicho claramente en Su Palabra. En la siguiente sección de esta discusión examinaremos los fundamentos bíblicos en los que la Confesión se basa.
Fundamentos bíblicos
La Confesión es uno de los intentos del hombre por presentar la enseñanza bíblica en forma