Ivan Jablonka

Historia de los abuelos que no tuve


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target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_4bcb1c8a-fd0a-547e-9300-f10de6af1844">15 Archivo de Estado (AE) de Lublin, rama de Radzy´n Podlaski, Akta miasta parczewa (Archivo Comunal de Parczew), 68, censo en Parczew de los hombres nacidos entre 1887 y 1937; y 74, inquilinos que reemplazaron a los inquilinos judíos, por calle (1944).

      16 AE (Radzy´n Podlaski), Archivo Comunal de Parczew, 75, demandas de restitución por parte de los judíos.

      17 Omer Bartov brinda numerosos ejemplos relativos a las regiones de Galitzia y Bucovina, con fotos ilustrativas; así, vemos el antiguo cementerio judío de Kuty invadido de yuyos que las cabras se acercan a comer (Bartov, 2007: 97, 110). Después de la guerra, la administración polaca avala la transformación de los lugares de culto judíos, “siempre y cuando, no obstante, el edificio no sea utilizado para fines incompatibles con su carácter antiguamente religioso (cine, sala de danza o sala de espectáculos)”. Asimismo, en la región de Wlodawa, la administración se enfrenta con el jefe de distrito, que desea transformar una sinagoga en cine (Gross, 2010: 89); así sucedió en Parczew.

      2

      Revolucionarios profesionales

      Parczew, un sábado de 1914. La juventud judía en su conjunto se ha reunido en un gran prado para pensar en cómo organizar una visita del gran escritor de idioma ídish, Sholem Aleykhem, que entonces estaba de gira por Polonia. A pesar de las divergencias políticas “los hijos de buena familia se inclinan por el sionismo, la juventud obrera es de tendencia socialista”, después de múltiples discursos entusiastas, se decide por unanimidad que dos camaradas vayan a Lublin a requerir respetuosamente la presencia del ídolo. Para financiar la escapada, todos los participantes aportan a razón de un rublo por persona. Unas semanas después, al enterarse de que Sholem Aleykhem declina la invitación por razones de salud (en 1916, su entierro en Nueva York será seguido por una muchedumbre de 100.000 personas), la juventud de Parczew estalla en indignadas protestas. Una vez vuelta la calma, los hijos de burgueses recuperan su rublo, pero el “barrio del zapatero” decide destinar el dinero a la compra de libros, inicios de la biblioteca trilingüe en ídish, hebreo y polaco, que verá la luz unos meses más tarde, en el domicilio de Motel Polusetski, encuadernador y uno de los emisarios enviados a Lublin (Polusetski, 1977: 82-86).

      Después de la Gran Guerra, la sed de conocimiento muta en efervescencia política. Al regresar de su cautiverio en 1918, Israel Issar Goldwasser, uno de los primeros comunistas de Parczew, crea clases vespertinas de ídish, se hace cargo del círculo de arte dramático, dinamiza la puesta en escena, propone obras del repertorio reciente (Gottesdiner-Rabinovitch, 1977: 29-38 ). Los clubes deportivos Hapoel (“el obrero”, en hebreo) y Maccabi (judíos que resistieron a los seléucidas en el siglo ii antes de la Era Común) organizan partidos de fútbol, bailes, espectáculos, conferencias. Basta de ese judío debilucho, arqueado sobre el Talmud, incapaz de levantar un martillo y de cruzar el Piwonia a nado: ¡hay que crear al hombre nuevo! Parczew tiene el honor de recibir a ponentes de toda índole, a oradores de distintos horizontes. Se forman círculos de lectura. La biblioteca se agranda, se convierte en un centro asociativo donde se lee, se canta, se declaman poemas, se devoran los diarios de Varsovia, se discute de todo, de religión y ateísmo, de poesía y teatro, de revolución y Palestina, de ídish y hebreo, pero también de crédito popular, política extranjera, milicias de autodefensa (Polusetski, 1977). ¡Hay que reinventar todo!

      Los partidos judíos se multiplican. El Bund, que encabeza decenas de organizaciones, movimientos de juventud, sindicatos, clubes de amigos, clubes deportivos y periódicos, defiende el proletariado aliando cultura ídish y lucha de clases. También está la nebulosa sionista, desparramada en partidos y corrientes por encima de su deseo federativo, la autonomía de la nación judía. Estas últimas reproducen en miniatura casi todo el espectro político: sionistas generales, que defienden los derechos de los judíos en la misma Polonia, obreros religiosos del Poale Mizrahi, socialistas del Poale Tsion de derecha, marxistas del Poale Tsion de izquierda, muy influyentes en la intelligentsia, jóvenes pioneros, y también sionistas de derecha, llamados “revisionistas”, partidarios de una emigración a Palestina. Hasta los ortodoxos tienen su partido, Agudat Israel, guardián de las tradiciones y aliado a Pilsudski a cambio de una mayor autonomía religiosa (Ertel, 1982: 146 y sigs.). En Parczew, entre los judíos, son ellos quienes dominan: controlan la kehilla, el órgano de la comunidad, y en las elecciones municipales de 1929 se hacen con 9 de las 20 bancas en un año (Horoch y otros, 2001: 218). “Cada uno creía en algo y, a su manera, aspiraba a un mundo mejor”, escribe Faiwel Schrager (1979: 19), entonces socialista sionista, nacido en una familia de ocho hijos en un rincón de la provincia de Grodno.