según la institución de Cristo, ahí, sin lugar a duda, existe una iglesia de Dios»9.
Una tercera marca de la iglesia, la disciplina correcta, ha sido a menudo añadida desde entonces, aunque es ampliamente reconocido que esta se encuentra incluida de manera implícita en la segunda marca —los sacramentos correctamente administrados10. La Confesión Belga (1561), en el artículo 29, dice:
Las marcas con que se conoce la iglesia verdadera son las siguientes: si la doctrina pura del evangelio se predica en ella; si ella mantiene la administración pura de los sacramentos como Cristo los instituyó; si la disciplina eclesiástica se ejerce para castigar el pecado; en definitiva, si todas las cosas se gestionan de acuerdo con la pura Palabra de Dios, todas las cosas contrarias son rechazadas, y Jesucristo es reconocido como la única cabeza de la Iglesia11.
Edmund Clowney ha resumido estas marcas de la siguiente manera: «predicación verdadera de la Palabra; observancia adecuada de los sacramentos; y un ejercicio fiel de la disciplina eclesial»12.
Podemos ver en estas dos marcas —la proclamación del evangelio y la observancia de los sacramentos— tanto la creación como la preservación de la iglesia, la fuente de la verdad de Dios y el precioso recipiente que la contiene y la exhibe. La iglesia es generada por la predicación correcta de la Palabra; la iglesia es mantenida y distinguida por la correcta administración del bautismo y la Santa Cena (esta última marca presupone que la disciplina eclesial es practicada).
LA IGLESIA DE HOY REFLEJA AL MUNDO
Este libro es una consideración de las marcas de la iglesia en otro nivel. Yo estoy de acuerdo con la perspectiva protestante tradicional que afirma que la iglesia verdadera se distingue de la iglesia falsa por la predicación correcta de la Palabra y por la administración correcta de los sacramentos. Pero dentro del grupo de todas las iglesias locales verdaderas, algunas son más sanas y otras menos sanas. Este libro describe algunas marcas que distinguen a las iglesias más sanas de las que son verdaderas pero más enfermizas. Por consiguiente, este libro no tiene como meta decir todo lo que se puede decir acerca de la iglesia. En lenguaje teológico se diría que no es una eclesiología completa. Haciendo uso de una analogía, este libro es más una receta o fórmula que un curso de anatomía general del cuerpo de Cristo.
Ciertamente, ninguna iglesia es perfecta. Pero, gracias a Dios, muchas iglesias imperfectas son sanas. Sin embargo, temo que muchas más no lo son —incluso entre aquellas que afirman la deidad de Cristo y la completa autoridad de las Escrituras. ¿Por qué pasa esto?
Algunos dicen que la salud precaria de muchas iglesias hoy en día está relacionada con varias condiciones culturales que han infestado la iglesia. Carl Braaten ha expresado su preocupación ante la presencia de un neopaganismo subjetivo y sin base histórica en algunas iglesias13. Os Guinness, en su provocador libro El fenómeno de las megaiglesias, ha sugerido que el problema es la secularización. Guinness escribe que incluso iglesias teológicamente conservadoras que se oponen deliberadamente al secularismo a menudo son, sin embargo, bastiones involuntarios de una versión secularizada del cristianismo, y que «las dos características más fácilmente reconocibles de la secularización en los Estados Unidos son la exaltación de los números y de la técnica»14.
Algunos de los chivos expiatorios más comunes han sido las instituciones que preparan a las personas para el ministerio. Richard Muller ha descrito algo de lo que ha visto en los seminarios que fallan en su mayordomía:
Los seminarios han sido culpables de crear varias generaciones de pastores y maestros que son fundamentalmente ignorantes de los materiales necesarios para las tareas teológicas y que están preparados para argumentar (en su propia defensa) la irrelevancia del estudio clásico para los aspectos prácticos del ministerio. El triste resultado ha sido la pérdida, en muchos lugares, de la función central y cultural de la Iglesia en Occidente y el reemplazo de pastores cultural e intelectualmente dotados por un grupo de practicantes y directores de operaciones que pueden hacer casi todo, excepto aplicar el mensaje teológico de la iglesia en el contexto contemporáneo15.
Este libro, entonces, es un plan para recuperar la predicación bíblica y el liderazgo eclesial en un momento de la historia en que demasiadas congregaciones están languideciendo en un cristianismo teórico y nominal, con todo el pragmatismo y la futilidad que resultan de ello. El propósito de muchas iglesias evangélicas ha caído de glorificar a Dios a crecer en números, asumiendo que el crecimiento numérico, sin importa cómo se logre, debe glorificar a Dios.
Al rebajar así nuestra visión quedamos con un problema teológico e incluso práctico, todo resulta en un pragmatismo autodestructivo:
Si la meta de la iglesia es crecer, la manera de lograrlo es haciendo que la gente se sienta bien. Y cuando la gente descubre que existen otras maneras de sentirse bien, abandona la iglesia que ya no necesita. La iglesia relevante está sembrando las semillas de su propia irrelevancia, y perdiendo su identidad para avanzar. La gran pregunta de hoy ha venido a ser cómo atraer a los nacidos en el tiempo de la posguerra para que regresen a nuestras iglesias, qué técnicas y métodos nos ayudarán a hacer el truco. Se hacen encuestas para saber lo que les gusta y las iglesias compiten para asegurarse de que lo obtengan16.
El neopaganismo, la secularización, el pragmatismo y la ignorancia son problemas serios que las iglesias actuales enfrentan. Sin embargo, estoy convencido de que el problema yace más fundamentalmente en la manera en que los cristianos conciben sus iglesias. Demasiadas iglesias malinterpretan la prioridad que deben darle a la revelación de Dios y a la naturaleza de la regeneración que Él ofrece en la Escritura. Hacer una reevaluación de estos conceptos debe ser parte de cualquier solución a los problemas de las iglesias actuales.
MODELOS POPULARES DE IGLESIA
Hoy en día hay tres modelos de iglesia en la asociación a la que pertenece nuestra congregación (la Convención Bautista del Sur), así como en muchas otras. Podríamos resumir estos modelos de la siguiente manera: liberal, sensible al buscador y tradicional.
Generalizando por un momento, podemos pensar en el modelo liberal como aquel que tiene a F. D. E. Schleiermacher como su santo patrón. En su esfuerzo por ser exitoso en la evangelización, Schleiermacher intentó replantear el evangelio en términos contemporáneos.
Podemos encontrar algo similar en el modelo de iglesias sensibles al buscador, presente en los escritos y ministerio de Bill Hybels y sus socios en Willow Creek y las muchas iglesias asociadas con ellos. Ellos han intentado repensar la iglesia, así como los liberales, siempre teniendo en mente la meta de evangelizar —de afuera hacia dentro, de nuevo, en un esfuerzo por hacer la relevancia del evangelio evidente para todos.
Podría decirse que el santo patrón de las iglesias evangélicas tradicionales es Billy Graham (o posiblemente uno de los grandes evangelistas de la generación presente o pasada). De nuevo, la meta es ser exitoso en el evangelismo, viendo la iglesia local como una campaña evangelística estacionaria. De hecho, la iglesia evangélica «tradicional» en Estados Unidos se parece mucho al modelo de iglesias sensibles al buscador, solo que orientada a una cultura más antigua —la cultura de hace cincuenta o cien años. Así que, en lugar de las parodias de Willow Creek, el trío de mujeres de la Primera iglesia Bautista es considerado como aquello que atraerá a los no creyentes a la iglesia.
Si bien existen diferencias doctrinales importantes entre estos modelos de iglesia, los tres tienen elementos importantes en común. Todos asumen que la relevancia evidente y la respuesta recibida son los indicadores de éxito claves. Los ministerios sociales de la iglesia liberal, la música de la iglesia sensible al buscador y los programas de la iglesia evangélica tradicional deben funcionar bien y funcionar de inmediato para ser considerados relevantes y exitosos. Dependiendo del tipo de iglesia, el éxito puede ser medido por la cantidad de personas alimentadas, la cantidad de personas involucradas o la cantidad de personas salvas; pero los tres tipos de iglesia suponen que el fruto de una iglesia exitosa puede verse de inmediato.
Tanto a partir de la Biblia como a partir de la historia, esta suposición parece ser extremadamente peligrosa. Bíblicamente, descubrimos que la Palabra de Dios está repleta de