ofrenda en público y con visitantes presentes! Es el tipo de cosas que, según enseñan en el seminario, no deberían hacerse. ¿Cómo te sentiste? ¿Sentiste que la iglesia está llena de un montón de avaros que solamente quieren aprovecharse de ti cuando vienes?
¿Qué haces aquí? Tal vez has asistido a esta iglesia durante cincuenta años o este es tu primer domingo —¿por qué vienes?
Y ahora, por supuesto, ya sabes lo que viene. O tal vez ya comenzó: ¡el sermón! Para algunos, esto es lo que tienen que soportar antes de llegar a lo bueno —cantar un poco más tal vez o encontrarse con otras personas para charlar al terminar el servicio.
El predicador tiene un trabajo difícil, ¿no es así? Él debe ser una persona con quien te puedas relacionar, a quien le puedas hablar, con quien te puedas sentir cómodo o a quien le puedas tener cierto nivel de confianza. Pero también debe parecer santo. Aunque no demasiado santo. Debe estar informado, pero no demasiado informado. Debe ser seguro de sí mismo, pero no demasiado seguro de sí mismo. Debe ser compasivo, pero no demasiado compasivo. Y su sermón debe ser suficientemente bueno, suficientemente relevante, suficientemente entretenido e interesante, y ciertamente corto.
Hay mucho por considerar cuando estás evaluando una iglesia, ¿no es así? ¿Te has detenido a pensar acerca de eso? Hay muchas cosas que considerar y, así como los estadounidenses nos mudamos con frecuencia, también tenemos que evaluar iglesias con frecuencia. Esto sucede todo el tiempo. Tenemos que preguntarnos qué hace que una iglesia sea realmente buena.
En mi biblioteca tengo montones y montones de libros que tratan de responder esta pregunta: ¿qué es lo que realmente hace a una iglesia buena? Y te sorprenderías ante la gran variedad de respuestas. Algunos piensan que la clave está en la hospitalidad, otros la ven en la planificación financiera, otros en baños impecables, otros en un entorno agradable, otros en música dinámica, otros en la sensibilidad hacia los visitantes, otros en tener suficiente estacionamiento, otros en programas emocionantes para los niños, otros en elaboradas opciones de escuela dominical, otros en el software correcto, otros en señalización clara, otros en tener congregaciones homogéneas. Tú puedes encontrar libros que abogan por alguna de esas cosas como la clave para tener una buena iglesia.
Entonces, ¿qué piensas? ¿Qué se necesita para tener una iglesia sana? Tienes que saber eso. Si estás visitándonos hoy y estás buscando una iglesia donde congregarte regularmente y con la cual te puedas comprometer, debes considerar esta pregunta. Incluso si ya eres miembro aquí, debes considerar esta pregunta —porque podrías mudarte a otra ciudad. E incluso si nunca te mudas, debes saber qué hace a una iglesia sana. Si vas a quedarte en la iglesia y participar en su crecimiento y edificación, ¿consideras importante saber qué estás intentando edificar? ¿Cómo quieres que luzca esa iglesia? ¿Cuál es tu meta? ¿Qué cosas deberían ser primordiales?
Sé muy cuidadoso en cómo respondes estas preguntas. Como dije, encontrarás expertos que te darán toda clase de respuestas. Algunos afirmarán que la clave es eliminar todo lenguaje religioso, otros dirán que la clave es hacer invisibles los requisitos para la membresía.
Entonces, ¿qué piensas? ¿Crees que tener guarderías seguras y baños impecables, música emocionante y miembros que se parezcan unos a otros es el camino hacia el crecimiento y la salud de la iglesia? ¿Es eso realmente lo que hace a una iglesia buena?
Y así comencé la serie de sermones que llegó a convertirse en este libro —Las nueve marcas de la iglesia sana. El propósito de este libro es responder la siguiente pregunta: ¿qué es lo que realmente caracteriza a una iglesia muy buena?
Yo sugiero nueve marcas distintivas de una iglesia sana. Puedes encontrarlas enumeradas en la página de contenidos. Estas nueve marcas ciertamente no son los únicos atributos de una iglesia sana. Ni siquiera son necesariamente las cosas más importantes que pueden decirse de una iglesia. Por ejemplo, aunque el bautismo y la Santa Cena son aspectos esenciales de una iglesia bíblica, ordenados por Cristo mismo, yo solo los menciono brevemente. Este libro no es una eclesiología completa. En cambio, se enfoca en ciertos aspectos cruciales de la vida de una iglesia sana que parecen no estar presentes en muchas de las iglesias actuales. Si bien el bautismo y la Santa Cena a menudo se entienden de forma errada, estos no han desaparecido de la mayoría de las iglesias; sin embargo, muchos de los atributos que consideraremos en estas páginas han desaparecido de muchas iglesias.
Por supuesto, no existe la iglesia perfecta, y ciertamente no estoy sugiriendo que una iglesia que me tenga a mí como pastor llegará a ser perfecta. Pero eso no significa que nuestras iglesias no puedan ser más sanas. Mi objetivo es servir de apoyo para que esa salud sea experimentada en las iglesias locales.
PREDICACIÓN EXPOSITIVA
La primera marca de una iglesia sana es la predicación expositiva. No solamente es la primera marca; es sin duda la más importante de todas porque, si está presente, todas las demás deberían derivarse de esta. Este capítulo te ayudará a entender a qué deben dedicarse los pastores, y qué deben exigir de ellos las congregaciones. Mi papel principal, y el papel principal de todo pastor, es predicar expositivamente.
Esta marca es tan importante que si la pasas por alto y consigues tener las otras ocho en su lugar, de cierta manera las habrías obtenido por accidente. Sería una casualidad. Posiblemente estarían distorsionadas, porque no habrían surgido de la Palabra y no estarían siendo continuamente reformadas y refrescadas por ella. Pero si estableces la prioridad de la Palabra, entonces tendrás el aspecto más importante de la vida de la iglesia en su lugar, y una salud creciente estará prácticamente garantizada, porque Dios ha decidido actuar por Su Espíritu a través de Su Palabra.
Entonces, ¿qué es esta cosa tan importante llamada predicación expositiva? Usualmente es contrastada con la predicación temática. Un sermón temático se parece a este capítulo —toma un tema y habla acerca de él, en lugar de tomar un pasaje particular de la Biblia como su tema. El sermón temático comienza con un asunto en particular del cual el predicador desea predicar. El tema podría ser la oración o la justicia o la paternidad o la santidad o incluso la predicación expositiva. Habiendo establecido el tema, el predicador recopila varios textos de varias partes de la Biblia y los combina con historias y anécdotas ilustrativas. El material es integrado y entrelazado en torno a ese tema. El sermón temático no es desarrollado en torno a un texto de la Escritura, sino en torno a una temática o idea en particular.
Un sermón temático puede ser expositivo. Yo podría decidir predicar acerca de un tema y escoger un pasaje de la Escritura que aborde exactamente ese asunto. O podría predicar usando varios textos que aborden ese mismo tema. Pero en ese caso sería un sermón temático, porque el predicador sabe lo que quiere decir y va a la Biblia con el propósito de ver qué puede encontrar para hablar acerca de ese tema. Por ejemplo, cuando prediqué el contenido de este capítulo, ya sabía en gran medida lo que quería decir al momento de comenzar a preparar el sermón. Cuando predico expositivamente, por lo general no es así. Al preparar un sermón expositivo normal, a menudo me sorprendo por las cosas que encuentro en el pasaje mientras lo estudio. Generalmente, no elijo series de sermones expositivos con base en temas particulares que pienso que la iglesia necesita escuchar. En cambio, asumo que toda la Biblia es relevante para nosotros todo el tiempo. Ahora bien, yo confío en que Dios puede dirigirme a algunos libros en particular, pero a menudo cuando estoy trabajando en un texto y leyéndolo durante mis tiempos devocionales la semana antes de predicar, y mientras me decido a estudiarlo con gran atención el viernes, encuentro cosas que no esperaba encontrar en absoluto. A veces me sorprendo por el punto central del pasaje y, en consecuencia, por lo que debe ser el punto central de mi mensaje.
La predicación expositiva no es simplemente producir un comentario verbal de un pasaje de la Escritura. En cambio, la predicación expositiva es la predicación que toma como punto del sermón el punto de un pasaje particular de la Escritura. Eso es todo. El predicador abre la Palabra y la despliega ante el pueblo de Dios. Eso no es lo que estoy haciendo en este capítulo, pero es lo que normalmente procuro hacer cuando me paro en el púlpito el domingo21.
La predicación expositiva es predicación en función de la Palabra. Esta presupone una creencia en la autoridad de la Escritura —que