Ignasi Beltrán Ruiz

Del umbral de la piel a la intimidad del ser


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caótico no lineales definidos por Henry Poincaré, matemático ilustre del siglo xix.

      Todos estos aspectos, como hemos comentado, están relacionados dentro del mismo escenario de la posturología, entendida como sistema oscilatorio de tipo no lineal caótico, que funciona sobre una base de grabaciones que se encuentran engramadas en diversas zonas corporales y que en su conjunto constituyen una especie de esquema corporal postural integrado, compuesto por estos engramas referenciales (es así como llamamos a los registros de todo tipo de motivos y percepciones en diferentes partes del sistema nervioso y también en la memoria celular de muchos tejidos). Estos engramas están interconectados de forma contínua y tienen, entre otros, un rol comparador entre los diferentes referenciales posturales, emocionales y medioambientales, a partir de las posibles diferencias que surjan. Si es así, el sistema completo hace las oportunas correcciones en vías a estabilizarse. Y entre todos los engramas está la historia personal con sus referentes e historias inconclusas o traumáticas, todo ubicado en la profundidad y reflejado de forma fiel en la superficie de la piel.

      La piel, por su extensión, creemos que agotaría cualquier intento simplificador o tipificador (que de todas formas está lejos de mis intenciones). En esta ocasión, la pretensión es acabar relacionando lo expuesto después de algunas de las diferentes aproximaciones que haremos —con todo lo que venimos denominando sistema postural— y sus múltiples interrelaciones, que aparecen como cuestiones muy interesantes unidas al posicionamiento emocional delante de cualquier acontecimiento intra o extrapersonal.

      Ahora, por tanto, creo que procede añadir y adelantar un pequeño resumen de lo que entendemos por sistema postural, aunque luego viene ampliado en un capítulo específico. De hecho, hablaré solo de algunos aspectos significativos del mismo, específico, eso nos permitirá una progresiva integración de algunos aspectos.

      El sistema postural es un sistema complejo y poco tratado, que está integrado en el SNC y es regulado desde el dominio subcortical del mismo (cerebelo, tronco encefálico, médula), desde esta coordinación a través del tronco encefálico y cerebelo, y algunos núcleos grises, conecta con diferentes áreas, núcleos y vías nerviosas, con el sistema reticular y límbico, con el tálamo, con la corteza sensorial y motora, con los lóbulos frontal, auditivo, visual y también lo hace con los núcleos vestibulares, trigeminales y oculomotores; podemos decir de forma práctica que establece relaciones con todo, incluso si es necesario, con el propio córtex. Es decir, con la integridad del SNC, que comunica a su vez las informaciones al respecto con todos los tejidos corporales, para cualquier aspecto necesario, sea neurovegetativo, neural, motor, emocional, etc., o para constituir una base tonal, relacionada con el tono anímico. Aunque en condiciones de normalidad no es necesaria la participación del córtex, y una parte de la actividad de mantenimiento, incluido también del tono postural, en relación con el sistema reticular y cerebeloso, tienen lo que llamamos unos ciertos automatismos reflejos.

      Desde el control subcortical, el sistema postural utiliza una actividad tónico postural ortostática y de soporte al movimiento. Está incluido en ello el reflejo de extensión global, que actúa a modo de reflejo antigravedad, como el reflejo de alarma, que nos permite de forma rápida reaccionar a una situación: apagar el despertador, evitar una caída si tropezamos, etc. El sistema postural es a la vez estabilizador constante de la postura y del equilibrio postural.

      Utiliza, como hemos visto, las vías ascendentes y descendentes de la sensibilidad exteroceptiva epicrítica, protopática y propioceptiva, y el sistema extrapiramidal, con lo que tiene un referente continuo de la exterioridad y un referente de la interioridad, utilizando un comparador somatotópico y esquemas corporales diversos (físicos y emocionales) ubicados en diferentes partes del SNC, e intenta, en función de este sistema modificar (como ya citamos), cualquier desviación de los engramas de referencia también en permanencia.

      Se reclutan también informaciones en relación con los diferentes nervios vegetativos craneales, como el vago, el frénico y otros centros de control neurovegetativo con los que se relaciona.

      Estas informaciones son canalizadas desde los sensores de la piel y los propioceptores a las fibras musculares de tipo tónico; si es necesario, lo hace hacia las fibras fásicas del sistema piramidal, a través de las llamadas cadenas musculares —que interconectan la trama muscular global para el movimiento con la tónica-postural—, conformando, no solo movimientos simples, sino que también — junto al sistema fascial y la tensegridad de los tejidos conectivos— condicionan movimientos espiroideos globales, ligados al gesto y emoción humana, que si hay problemas pueden preparar (o no) un tono adecuado, tanto para la estática como para cualquier inercial de movimiento o contraapoyo a la acción, o posicionarse en una determinada actitud física, emocional o sentimental ante cualquier circunstancia.

      Hablar dentro de la teoría de sistemas implica que el sistema postural tenga unas entradas provenientes de las informaciones que procesan los llamados captores del sistema, que en una cierta jerarquía, ojos, pies, piel, vestíbulo, etc., en colaboración con otros órganos de los sentidos; también supone que tengan unas salidas que, en este caso, serían una postura, un tono y un posicionamiento equilibrados y estables con respecto al entorno y el propio sistema, que debiera estar en su conjunto en un proceso de homeostasis también estable.

      El sistema postural, gracias a sus exteroceptores, propioceptores e interoceptores, más la información de las emociones y sentimientos en relación con el entorno, nos proporciona información con respecto al suelo y arraigo desde la percepción plantar; a partir de ello se estructura el pilar fundamental de la verticalidad y el sentido de la misma, que redundaría en un mayor sentido de pertenencia y autoafirmación, necesarias para cualquier proceso o proyecto de la persona.

      Los ojos nos relacionan con el entorno a través de aspectos visuales y de los ligados a los aspectos táctiles y simbólicos implicados en la mirada; el captor ocular también nos ayuda a energizarnos con la captación fotónica y a dotar del tono muscular adecuado a la postura, con su información continua a la epífisis, secretora de melatonina, que actúa también sobre el tono, la dopamina y otros neurotransmisores.

      Junto a las informaciones de la piel, todo ello actuará sobre otras estructuras, de las que depende, desde un aspecto más físico y energético, la cascada de neurotransmisores necesarios en las diferentes relaciones y que se condicionan siguiendo unos ciclos circadianos.

      El resultado final de esa captación sensorial masiva es que, una vez procesada su información, se genera como salida del sistema, un tono de base para el equilibrio y posicionamiento con respecto al ego centrado y el entorno perceptivo global que se produce a cada instante y, a su vez, si todo funciona bien, un aprendizaje, motor, cognitivo y emocional con una cierta independencia de la edad; aunque, por lógica, la infancia y preadolescencia serían claves. Y todo lo citado es información manipulable sobre la piel.

      Todo el conjunto de entradas y salidas es regulado de forma permanente dentro de este sistema de biofeedback que sigue en algunos de sus aspectos claves, una regulación de tipo no lineal.

      El tono de base, con sus automatismos reflejos, sincinesias musculares y las reacciones que se producen en el organismo, es condicionante para que el sistema postural resulte, si lo definimos así, un sistema oscilatorio.

      Y esto, que podemos medir y comparar con datos muy precisos provenientes del estudio mediante una plataforma de estabilometría, nos da unas curvas e índices con parámetros numéricos de las diferentes pruebas que, tienen una normalidad fisiológica y unas alteraciones que podemos comparar en su evolución o involución con sucesivas mediciones, que debieran realizarse tras los diferentes tratamientos.

      Todo lo que he citado se realiza con un sistema científico y fiable en la evaluación y análisis del sistema postural y su equilibrio.

      El hecho de conocer bien el sistema nos ayuda a entender que si de alguna forma conseguimos manipular las entradas adecuadas, a partir de las informaciones que condicionemos con la terapia en estos captores, el cambio que se produce seguirá los criterios que rigen los sistemas de tipo caótico. Estas estimulaciones que podemos realizar a diferentes niveles de sensibilidad y en diferentes zonas, cuando sean procesadas en el interior del sistema, tendrán en correspondencia a las mismas unas respuestas, también a