Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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su uso de la literatura histórica. (1). Ella obtenía su “panorama general”684 y los principios duraderos a partir de la verdad revelada. (2). Ella respaldaba ese “panorama general” con las pruebas fácticas más convincentes que pudiera encontrar en las fuentes (conocimiento común) disponibles para ella. (3). Por último, ella a menudo modificaba lo que había aprendido de fuentes comunes para armonizarlo con lo que sabía de la verdad revelada.685

      Por ejemplo, David Neff señaló que Elena de White tomó prestado de Calvin Stowe algo de su lenguaje teológico, pero que modificó ese lenguaje para expresar sus propios conceptos, que no concordaban plenamente con los de Stowe. Note las similitudes y las diferencias entre Stowe y Elena de White:

C. E. Stowe, Origin and History of the Books of the Bible, p. 20.E. G. White, Mensajes selectos, t. 1, p. 24.
“No son las palabras de la Biblia las que fueron inspiradas, no son los pensamientos de la Biblia los que fueron inspirados; son los hombres que escribieron la Biblia los que fueron inspirados.“No son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son los que fueron inspirados.
“La inspiración no estaba en las palabras del hombre ni en los pensamientos del hombre, sino en el hombre mismo; para que, por su propia espontaneidad, bajo el impulso del Espíritu Santo, concibiera ciertos pensamientos”.“La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en sus expresiones, sino en el hombre mismo, que está imbuido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo”.

       Segunda premisa: Tanto la ciencia como la revelación se deben leer en su contexto histórico

      Los escritores bíblicos, generalmente, expresaban sus mensajes en lenguaje que tuviera sentido para el público original. Por ejemplo, la afirmación de que Dios “sobre la nada tiene suspendida la tierra” (Job 26:7, NVI) era fáctica al negar distintas teorías antiguas sobre en qué descansaba la Tierra, pero también era incompleta al no intentar sugerir una teoría de cómo funciona el universo físico. Otro ejemplo es Salmo 58:8 que compara al malvado con “caracoles que se disuelven y se hacen baba” (NTV). Esto describe poéticamente la apariencia del caracol, pero un caracol no se disuelve literalmente al moverse, sino que secreta una película mucosa sobre la cual viaja.

      Un ejemplo similar es lo que sucedió en 1846, en Topsham, Maine. Allí, Elena de White tuvo una visión sobre los “cielos que se abren”. En la reunión estaba presente Joseph Bates, capitán de navío, navegante y astrónomo aficionado, que creía que Elena de White era una cristiana sincera, pero que sus visiones eran simplemente el producto de sufrir de mala salud por tanto tiempo. Esta visión cambió su opinión porque, mientras estaba en visión, ella describió varios planetas. Ni durante la visión ni en ningún momento posterior, ella identificó por nombre qué planetas había visto. Sin embargo, su descripción fue lo suficiente exacta como para que Bates identificara los planetas y expresara su asombro de que la cantidad de lunas que ella atribuía a cada planeta representaba exactamente los últimos descubrimientos de Lord John Rosse, un importante astrónomo británico de la época. Durante la visión, Elena de White dio información que ella no conocía previamente, pero que Bates reconoció que concordaba con el conocimiento más reciente en astronomía; a causa de esto, él se convirtió en creyente en el origen sobrenatural de las visiones de ella (Bio 1:113, 114). Respecto de la exactitud científica de la visión, el desarrollo de telescopios más poderosos condujo al descubrimiento de lunas adicionales para cada uno de esos planetas; pero, si la visión hubiese revelado detalles que la ciencia descubriría recién en el siglo XXI, Bates no podría haber reconocido su exactitud. Este es un ejemplo de información que, según parece, no habría podido lograr su propósito si hubiera sido demasiado avanzada para el conocimiento disponible en el momento en el que fue dada.