Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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entre principios y explicaciones. Los principios expresan la voluntad de Dios respecto de los seres humanos; por lo tanto, los principios son tan perdurables como la naturaleza humana, aunque las explicaciones históricas sean expresadas en formas de pensamiento y de lenguaje adaptadas a la época en que la instrucción es dada. Por ejemplo, la Escritura a menudo describe causas y efectos físicos en términos de pecado y de castigo (ver Éxo. 15:26; Rom. 1:27; 1 Cor. 6:18; Heb. 2:2). Así, en Éxodo 15:26, la redacción precisa podría sugerir que Dios enviaba las enfermedades de los egipcios como castigo por su desobediencia, y que la sanación de la enfermedad es una recompensa divina por la obediencia. Pero la ciencia moderna afirma fuertemente que la obediencia o la desobediencia a las leyes de la salud tienen una relación directa de causa y efecto con la incidencia de la salud o de la enfermedad. De la misma manera, en Levítico estaba absolutamente prohibido, bajo pena de muerte o de destierro, el consumo de grasa o de sangre animal (Lev. 3:17; 7:23-25). Comer la carne de ciertas especies, incluyendo el cerdo, también estaba prohibido (Lev. 11:4-8). La explicación dada era simple: “Los tendréis por inmundos” (vers. 8), y deben ser evitados para que “no hagáis abominables vuestras personas [...] “ni os contaminéis con ellos” (vers. 43). El principio era: “Seréis santos, porque yo soy santo” (vers. 44). Ese principio de santidad todavía es válido aunque, hoy, muchos podrían no pensar en la salud física como un aspecto de la santidad. Sin embargo, cuando estos principios fueron reiterados a través de Elena de White en el siglo XIX, ella enfatizó las consecuencias para la salud (una explicación científica) como motivo convincente para no consumir grasa animal, ni sangre ni carne “inmunda” (CS 129-131; CRA 418, 438, 439).

       Doce declaraciones que pueden incluir datos de conocimiento común

       Primer grupo, declaraciones 1 a 4: buenos consejos en el momento en que fueron hechas

      El primer grupo de declaraciones incluye las que eran buenos consejos en el momento en que Elena de White las hizo, y todavía serían buenos consejos si aún prevalecieran las mismas condiciones. Esta categoría incluye sus advertencias sobre pelucas, cosméticos tóxicos, los efectos de corsés “cintura de avispa” y posibles problemas con el queso.

      Declaración 1. Pelucas mortales: “El cabello artificial y las almohadillas que cubren la base del cerebro calientan y excitan los nervios espinales” produciendo “congestión” en el cerebro, pérdida del cabello natural y aun locura (HR, 10/1871). La fabricación de pelucas en 1871 era muy diferente a la de hoy. Mientras las pelucas de hoy son de material liviano, con una base de tejido abierto que permite que el cuero cabelludo respire, las pelucas de la época de Elena de White eran de materiales pesados (cabello natural, algodón, césped marino, musgo español, etc. [HR, 7/1867]) y, en vez de ser livianas y elásticas, eran tan ajustadas que cortaban la circulación, concentraban el calor corporal en la cabeza y atrapaban la transpiración, todo lo cual producía dolores de cabeza persistentes, según un médico que Elena de White citaba en su artículo.

      Declaración 2. Cosméticos tóxicos: “Muchos perjudican ignorantemente su salud y ponen en peligro su vida usando cosméticos. Roban a las mejillas el brillo de la salud y después, para suplir la deficiencia, usan cosméticos. Cuando se acaloran en la danza, el veneno es absorbido por los poros de la piel y es arrojado a la sangre. Muchas vidas han sido sacrificadas por este medio solamente” (HR, 10/1871).