Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


Скачать книгу

de hombre [con] bestia implica: (1) el bestialismo, un crimen que exigía la muerte de los seres humanos y de los animales involucrados, y al que, en la traducción de la Biblia al inglés, se lo llama “confusión” (KJV; Lev. 20:15, 16; 18:23); y/o (2) la combinación genética del genoma humano y el genoma animal para crear aberraciones. La referencia de Elena de White a la amalgama como un “crimen vil” que causa “confusión” de las especies guarda estrecha relación con el término de esa traducción inglesa, y cumple el criterio principal del contexto literario inmediato.

      En 1851, trece años antes de que Elena de White escribiera sus declaraciones sobre la amalgama, ella contrastó al “piadoso esclavo” que se “levantar[á], triunfante y victorioso, y [se] desligar[á] de las cadenas que lo ata[n]” con el “malvado amo” que estará bajo el juicio de Dios (ExV 18; reimpreso en PE 65). En 1858, ella defendió apasionadamente la humanidad de los africanos en esclavitud: “Las lágrimas de los piadosos esclavos y esclavas, de padres, de madres y de hijos, de hermanos y de hermanas, todo esto está registrado en el cielo. Agonía, la agonía humana es trasladada de lugar en lugar para ser comprada y vendida”. Con ardiente indignación, ella denunció a “profesos cristianos” que “mantienen en la esclavitud a sus prójimos” y “oprimen con crueldad a sus prójimos día a día (SG 1:191; la cursiva fue añadida; cf. PE 301). En 1859 ella encomendó a los adventistas desoír la Ley del Esclavo Fugitivo “cualesquiera que sean las consecuencias”. “El esclavo no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el hombre no tiene derecho de apoderarse de la obra de Dios y llamarla suya” (TI 1:185).

      En 1861, Elena de White llegó a la conclusión de que la Guerra de Secesión era el castigo de Dios a “esta nación debido al gran delito de la esclavitud” (ibíd. 239). En 1863, todavía un año antes de las declaraciones sobre la amalgama, ella declaró: “Cristo murió por toda la humanidad, sean blancos o negros. Dios ha creado al hombre un ser humano libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud [...] permite al hombre ejercer sobre sus semejantes un poder que Dios nunca le concedió, y que pertenece únicamente a Dios” (ibíd. 319). Dos páginas más adelante, ella encomendó solemnemente a los adventistas desglosar de sus filas a cualquiera que se aferrara a opiniones en favor de la esclavitud (ibíd. 321). A su vez, ella declaró específicamente que los negros eran iguales a los blancos “por creación y redención” (TI 7:213). “El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres” (Ms 6, 1891, en MS 2:426, 427).