de hombre [con] bestia implica: (1) el bestialismo, un crimen que exigía la muerte de los seres humanos y de los animales involucrados, y al que, en la traducción de la Biblia al inglés, se lo llama “confusión” (KJV; Lev. 20:15, 16; 18:23); y/o (2) la combinación genética del genoma humano y el genoma animal para crear aberraciones. La referencia de Elena de White a la amalgama como un “crimen vil” que causa “confusión” de las especies guarda estrecha relación con el término de esa traducción inglesa, y cumple el criterio principal del contexto literario inmediato.
F. D. Nichol abogó por una lectura gramatical alternativa: “Amalgama de hombre y [amalgama de] bestia”; de este modo se refería: en el nivel humano, (3) a la mezcla de razas de hombres, específicamente, el matrimonio mixto antediluviano de los descendientes justos de Set con la “raza impía de Caín” (SG 3:60); y, en el nivel animal, (4) a la producción de “especies confusas” de animales “que Dios no creó” y que no sobrevivieron al Diluvio (dinosaurios) (ver ibíd. 53, 54, 60-64).735 Las opiniones (3) y (4) no parecen encajar tan bien como lo hacen las opiniones (1) y (2) con lo que, comúnmente, se asume que son las connotaciones del contexto inicial. Sin embargo, las opiniones (3) y (4) están en armonía con los usos posteriores de “amalgama” por parte de Elena de White: (5) refiriéndose al surgimiento de las espinas y los cardos (Gén. 3:18), ella escribió: “Toda hierba perniciosa es de su siembra [de Satanás], y mediante sus ingeniosos métodos de cruzamiento [ingeniería genética maliciosa de plantas] ha corrompido la tierra con cizaña” (Ms 65, 1899, en MS 2:356; CBA 1:1.100; MR 16:247);736 y por último, (6) ella usa “amalgama” en un sentido moral para denotar la declinación moral de los justos por asociación con los impíos: “Por la unión con el mundo, el carácter del pueblo de Dios se vuelve empañado y, por medio de la amalgama con lo corrupto, el oro fino se oscurece” (RH, 23/8/1892).
El aspecto más perturbador de las declaraciones sobre la amalgamación son sus potenciales implicaciones racistas. Dos años después de la primera publicación de las declaraciones sobre la amalgama, los desertores del adventismo B. F. Snook y W. H. Brinkerhoff publicaron un folleto alegando que “estas visiones enseñan que la raza negra no es humana” (la cursiva está en el original) y no es creada por Dios.737 En respuesta a Snook y a Brinkerhoff, Uriah Smith, editor de la Review, negó la inferencia al señalar que cualquiera sea la raza a la que las declaraciones de la amalgama se referían, aun así se los llamaba “hombres” y, por lo tanto, humanos, no infrahumanos.738 Smith parecía admitir que algunas “razas de hombres que viven hoy” podrían ser, en realidad, quimeras de humanos y animales; y citó a naturalistas no mencionados que afirmaban que “la línea de demarcación entre las razas humanas y animales se pierde en la confusión”. Smith también hizo el descargo de que, “al preparar estas respuestas [a Snook y a Brinkerhoff], no hemos consultado de ninguna manera a la hermana White ni recibimos ninguna sugerencia o explicación de su parte en ningún punto. Tomamos las visiones como son publicadas y basamos, en el lenguaje tal como está, nuestra interpretación de cualquier discrepancia aparente”.739
Lo que sea que Elena de White haya querido decir con los pasajes sobre la “amalgama”, la interpretación de que ella veía a los negros como menos que plenamente humanos contradice directamente el tenor completo de sus escritos sobre razas desde 1851 hasta 1909. Respecto de la raza negra, ella reafirmó una y otra vez tanto la humanidad plena (SG 1:191; TI 1:319) como su origen en la Creación (TI 7:213). A continuación, presentamos lo que es solamente un pequeñísimo ejemplo de los cientos de páginas que ella escribió en contra del racismo y en apoyo de la humanidad plena de los negros (ver SW).740
En 1851, trece años antes de que Elena de White escribiera sus declaraciones sobre la amalgama, ella contrastó al “piadoso esclavo” que se “levantar[á], triunfante y victorioso, y [se] desligar[á] de las cadenas que lo ata[n]” con el “malvado amo” que estará bajo el juicio de Dios (ExV 18; reimpreso en PE 65). En 1858, ella defendió apasionadamente la humanidad de los africanos en esclavitud: “Las lágrimas de los piadosos esclavos y esclavas, de padres, de madres y de hijos, de hermanos y de hermanas, todo esto está registrado en el cielo. Agonía, la agonía humana es trasladada de lugar en lugar para ser comprada y vendida”. Con ardiente indignación, ella denunció a “profesos cristianos” que “mantienen en la esclavitud a sus prójimos” y “oprimen con crueldad a sus prójimos día a día (SG 1:191; la cursiva fue añadida; cf. PE 301). En 1859 ella encomendó a los adventistas desoír la Ley del Esclavo Fugitivo “cualesquiera que sean las consecuencias”. “El esclavo no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el hombre no tiene derecho de apoderarse de la obra de Dios y llamarla suya” (TI 1:185).
En 1861, Elena de White llegó a la conclusión de que la Guerra de Secesión era el castigo de Dios a “esta nación debido al gran delito de la esclavitud” (ibíd. 239). En 1863, todavía un año antes de las declaraciones sobre la amalgama, ella declaró: “Cristo murió por toda la humanidad, sean blancos o negros. Dios ha creado al hombre un ser humano libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud [...] permite al hombre ejercer sobre sus semejantes un poder que Dios nunca le concedió, y que pertenece únicamente a Dios” (ibíd. 319). Dos páginas más adelante, ella encomendó solemnemente a los adventistas desglosar de sus filas a cualquiera que se aferrara a opiniones en favor de la esclavitud (ibíd. 321). A su vez, ella declaró específicamente que los negros eran iguales a los blancos “por creación y redención” (TI 7:213). “El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres” (Ms 6, 1891, en MS 2:426, 427).
Sus cientos de páginas de escritura apasionada en favor de los negros y el antiesclavismo son, por cierto, una fuerte evidencia de que lo que sea que haya querido decir con las dos breves declaraciones enigmáticas sobre la amalgama, su creencia en la plena igualdad espiritual, moral e intelectual de la raza negra con los demás seres humanos está más allá de la duda. Según Delbert Baker, uno de los eruditos principales de la historia adventista negra, “a Elena de White se la puede llamar legítimamente la iniciadora de la obra entre los negros. Ninguna persona tuvo mayor impacto en la inclusión y en la posición de la gente negra en la Iglesia Adventista. Es imposible hablar de la historia adventista negra sin referirse constantemente a sus contribuciones. [...] Habría habido muy poca esperanza para la obra entre los negros si Elena de White no hubiera defendido la causa”.741
Como una denotación común de la palabra “amalgama” en los Estados Unidos del siglo XIX era el matrimonio interracial,742 algunos se han preguntado si ella veía al matrimonio interracial como el pecado tan grave que provocó el Diluvio.743 Esta interpretación es indefendible. Ella aconsejaba en contra del matrimonio interracial no sobre la base de que fuera inherentemente pecaminoso, sino a causa de las dificultades sociales que, en una sociedad posesclavista, hostil y segregada, enfrentarían ese matrimonio y, en especial, los hijos pues en esa cultura sentían, a menudo, que no eran aceptados plenamente por ninguna de las razas (MS 2:426-428). Sin embargo, ella no criticó el matrimonio interracial por motivos morales o teológicos (PP 402, 403).
Debido a la brevedad y a la ambigüedad inherente de las declaraciones de Elena de White sobre la amalgama, y el hecho de que ella nunca aclaró públicamente su significado, varias de las interpretaciones dadas podrían ser viables. Desde la perspectiva de la ciencia actual, ninguna es irrazonable. Las quimeras genéticas humano-animales hoy se las hace rutinariamente en laboratorios de biología molecular.744 Más polémicas son las quimeras hechas de células provenientes de embriones humanos y de embriones animales.745 Irónicamente, desde una perspectiva científica, el problema con estas declaraciones sobre la amalgama no es que puedan no ser ciertas, sino que hay tantas maneras en que podrían ser ciertas que es difícil descifrar con exactitud qué quiso decir ella.
Declaración 12. La masturbación: Elena de White advirtió repetidamente contra esta práctica, describiendo sus consecuencias potenciales para la salud física,