Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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1906, los traductores escribieron a Elena de White pidiendo que aclarara su declaración de que el queso es “absolutamente impropio como alimento” (MC 232). ¿Condenaba todos los quesos sin excepción? En respuesta, ella los autorizó a sustituir la palabra “queso” en inglés con la frase “queso fuerte” y a omitir completamente la frase “es absolutamente impropio como alimento”. Así, ella aclaró su intención de limitar su crítica a cierta categoría de queso. La explicación de William C. White confirma que la descomposición era, por lo menos, parte del problema. “Si fuerte no es el término que ustedes usan [en alemán] para designar el queso común en venta, que es viejo y lleno de veneno, por favor, desígnenlo por el término apropiado”. Siguiendo su consejo, los traductores escribieron: “No se debe comer queso fuerte, ácido”.713 Ella también aconsejaba la moderación, el sentido común y el respeto por la conciencia de cada persona (CRA 220, 229, 230, 391, 392).

       Segundo grupo, declaraciones 5 a 8: con apoyo parcial o tentativo

      Un segundo grupo de declaraciones incluye aquellas para las que sus explicaciones tienen apoyo parcial o tentativo, y algunas en aumento, de la ciencia actual. Estas declaraciones incluyen el peligro de enfermarse por causa del “miasma”, una conexión entre la lepra y el consumo de cerdo, la influencia de la nodriza en un bebé lactante, y la diferencia extrema de edad entre los cónyuges. En algunos casos, su consejo parece estar claramente por delante de los descubrimientos de la investigación científica.

      Declaración 5. Peligros de enfermedades generadas por el miasma, un vapor desagradable o insalubre: “Si queremos que nuestras casas sean moradas de salud y de dicha, tenemos que situarlas en lugares elevados, fuera del alcance de los miasmas y las neblinas de las tierras bajas [...]. No haya pesadas cortinas, ni enredaderas que, por muy hermosas que sean, hagan sombra a las ventanas; ábranse éstas y sus persianas, y no se deje que crezcan árboles tan cerca de la casa que quiten la luz del sol. [...] Los árboles de sombra y las matas de arbustos densas en derredor de la casa la hacen malsana, porque impiden la libre circulación del aire y el acceso a los rayos del sol. En consecuencia, se nota humedad en la casa, especialmente durante las estaciones lluviosas” (HC 123; cf. MC 208, 209; SG 4a:144). La lectura práctica o de “sentido común” de este consejo simplemente indica que un terreno alto, seco, con amplia circulación de aire puro, otorga al hogar un ambiente más sano que un entorno mal drenado o pantanoso. Los gases y vapores [miasma] del material en descomposición de los terrenos pantanosos no proveen el aire fresco, puro, que anima a respirar profundamente, que oxigena la sangre y vigoriza todo el cuerpo.

      La discusión sobre esta declaración se centra en la explicación técnica de cómo se transmite la enfermedad. Algunos han ridiculizado este consejo, diciendo que les atribuyese las enfermedades a los meros malos olores. Sin embargo, el conocimiento que existe, en el siglo XXI, sobre el papel de los hongos y el moho en las enfermedades humanas corrobora plenamente las advertencias de Elena de White. Los hongos y el moho crecen en condiciones de humedad permanente. En los climas septentrionales, con veranos cortos e inviernos duros, el frío de las bajas temperaturas es intensificado por la humedad persistente. Todos estos factores están explícitos o implícitos en varias declaraciones de Elena de White sobre este tema (MS 2:585, 586; MC 208, 209).

      El elemento que falta en su consejo, y que una perspectiva más reciente ciertamente incluiría, es el papel de los mosquitos en la transmisión de enfermedades. Su consejo contra el agua estancada cerca de la casa por cierto que describe las condiciones en las que los mosquitos se crían y proliferan (SG 4a:144), aunque ella no los menciona (SG 3:243; HR, 7/1872). Sin embargo, su consejo práctico continúa siendo perfectamente válido a la luz del conocimiento científico actual. Hoy se reconoce que los gases y los vapores de los materiales en descomposición, la consiguiente falta de aire puro, la presencia de hongos y moho, y la posibilidad de otros contaminantes aéreos son agravantes de las alergias y son amenazas para la salud. El frío de las bajas temperaturas, que es exacerbado por la humedad persistente, puede ser un problema menor para las clases media y alta en los países desarrollados, donde las casas tienen calefacción confortable en el tiempo frío; pero en el siglo XIX, en especial para los pobres, no podían tomarse a la ligera los peligros del clima frío y húmedo.