cámara incorporada se convierten en sustitutas ideales y exactas del diario de viaje de épocas pasadas y nos hacen recordar el discutible pero extendido dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. No hace mucho tiempo, cuando las imágenes se lograban sólo a través del dibujo, la pintura y las técnicas de reprografía, como puede ser el grabado, las mil palabras eran necesarias para dar a conocer la realidad de países lejanos, de otras culturas y de otras realidades.
****7 William Jacobs, John Carr, Brooke, Samuel Edward Cook, Martin Haverty, Dora Quillinan, Lady Louisa Tenison, Matilda Betham Edward, G.J. Cayley, W.E. Baxter, Lady Herbert etc.
****8 FIGUEROA Y MELGAR, A.: Viajeros Románticos por España. Madrid, 1971. P. 10.
****9 Cuentos de la Alhambra.
****10 Froissart, Jean. Cronista francés 1333 ó 1337 y 1400. Clérigo ilustrado. Vivió en ambientes nobiliarios y cortesanos. Fue secretario de la Reina de Inglaterra. Viajó mucho. A partir de 1384 fue Canónigo de Chimay. Redactó entonces sus Crónicas, en las que narraba los acontecimientos ocurridos en Europa entre 1325 y 1400. Lo más característico de la obra es la amplitud de la información y las numerosas noticias pintorescas incluidas en ella.
****11 Conde, vol. III, p. 38. José Antonio Conde: Arabista español (Cuenca 1775-Madrid 1820), autor de Historia de la dominación de los árabes en España sacada de varios manuscritos y memorias arábigas. Ver: Diccionario Enciclopédico Espasa, pág. 753.
****12 En el año 2001 publiqué en la Revista de Estudios Antequeranos un artículo titulado “Por Tierras de Antequera. Relatos de Viajeros ingleses durante el siglo XIX”. En ese artículo limité mi trabajo a diez relatos escritos entre 1810 y 1873. A raíz de la aparición de este artículo, el grupo de investigación dirigido por el profesor Dr. D. Francisco Carrión, descubrió un pozo en el interior de la Cueva de Menga, pozo al que hizo referencia Lady Tenison en su obra Castile and Andalucia, publicada en Londres en 1853. Este pozo que hoy se encuentra abierto se había estado buscando desde hacía mucho tiempo sin que los datos existentes anteriores a la publicación de mi artículo hubiesen facilitado su localización.
****13 Deverell, F.H. Opus cit. p.10
William Jacob
(1809-10)
Viajero y escritor de temas diversos (¿1762?-1851), se ocupó en un principio de negocios de exportación e importación con América del sur, pasando en 1808 a la Cámara de los Comunes como miembro del partido Tory, cargo que desempeñó hasta su disolución, en 1812. Entre 1809 y 1810 pasó seis meses en España, desde donde escribió una serie de cartas que se publicaron con posterioridad bajo el título de Travels in the South of Spain****14, Londres 1811. Habían sido escritas a su familia y amigos con el único fin de divertir, aunque las cartas en las que se hace referencia al dominio árabe en España, como se especifica en el prólogo, fueron redactadas completamente a su vuelta, tomando como referencia a Ocampo, Masdeu, Mariana y Simón de Argote.
Embarcado en el Saragossa rumbo a Cádiz, escribió su primera carta, con fecha de 11 de septiembre de 1809, sin saber si la podría enviar a través de otro barco o tendría que esperar su desembarco para poderla mandar. La última está fechada el 10 de marzo de 1810 y la escribió a bordo de una corveta persa rumbo a Portsmouth.
William Jacob, aunque militar, escribe como civil. Su obra refleja en todo momento una profunda preocupación por la situación política de España. No debemos olvidar que su viaje tuvo lugar cuando estaban surgiendo los primeros brotes de la Guerra de la Independencia, y a este respecto apunta: “se opine lo que se opine acerca de la política interior, todos se aúnan en admirar los esfuerzos de los españoles en su intento de liberarse de la opresión”.
De Loja a Archidona
Después de una breve estancia en Granada, salió rumbo a Gibraltar. Pasó la primera noche de manera bastante desagradable en la posada de Loja, por lo que se alegró cuando se puso en camino antes del amanecer atravesando altas y escarpadas montañas.
Villanueva de Tapia
A una hora de camino, nos metimos entre unas espesas nubes y después de otra hora ya las habíamos remontado, con lo que las vistas se hicieron sorprendentes y bastante singulares; las nubes tenían el aspecto del mar mientras que algunos de los picos más elevados que sobresalían parecían islas. Seguimos subiendo y bajando hasta el mediodía, a veces por encima de las nubes, otras por debajo y con frecuencia tan envueltos por ellas que no podíamos ver ningún objeto a una distancia de sólo unas cuantas yardas. Durante estos cambios de altura también íbamos experimentando iguales cambios en el clima y sentimos cada grado de temperatura, desde la cortante helada de una mañana de invierno al calor de un mediodía de mayo. Aunque nos encontrábamos a unas cincuenta millas de Sierra Nevada, sentíamos que cuando las montañas no detenían el viento de la sierra, la temperatura de la atmósfera sufría un apreciable cambio que variaba en los distintos puntos de 48 a 68 grados Fahrenheit. Yo calculé que la parte más baja de nuestro viaje matutino estaba a unas mil yardas sobre el nivel del mar, y la más alta a unas dos mil quinientas ya que en ningún momento llegamos a alcanzar la nieve aunque había en las cumbres de algunas de las montañas que nos rodeaban.
Después de viajar cinco horas, llegamos a una montaña que tenía una altura de unas seiscientas yardas casi perpendicular y que en apariencia termina en un sólo punto; pero al rodearla su aspecto se convirtió en algo como las puntas piramidales que tenían las coronas de nuestros viejos reyes. En uno de esos puntos hay una fortaleza árabe, que como los fortines de montaña en la India, debe ser inexpugnable, pudiendo ser reducida sólo por hambre. A los pies de esta colina encontramos el pueblo de Chiuma****15, un lugar que tiene unos siete u ocho mil habitantes. El paisaje que se extiende alrededor consiste principalmente en campos de maíz pero entremezclados con olivares. Hay muy poca agua en las cercanías y, como consecuencia de la escasez de este bien necesario, durante algunos años los campos han sido tan poco productivos que los habitantes, al no tener exceso de mercancías para mandar a zonas más fructíferas a cambio de artículos de primera necesidad, están pasando hambre.
Desde Chiuma bajamos a una llanura en cuyo extremo alcanzamos el río Guadalhorce, que va serpenteando por entre las montañas hasta que desemboca en el mar en Málaga; en este punto es simplemente un pequeño, aunque bello arroyuelo que baña la base de una elevadísima roca perpendicular, muy célebre en el período en que los árabes gobernaban Granada. Mariana el historiador relata una trágica historia de dos amantes, los cuales huyeron de Granada y que al ser perseguidos por los árabes se lanzaron desde esta roca para evitar el cautiverio. Mr. Southey****16 se la ha ofrecido al lector inglés en su balada:
La doncella, por la oscuridad de la noche favorecida, desde Granada se dio a la fuga.
Dijo adiós a la casa de su padre,
y con Manuel comenzó su huída.
Ninguna doncella mora podía rivalizar
Con las mejillas o la mirada de Laila.
No hubo