de ambos lados, con cierta ventaja para hacerse oír del lado de las feministas que ya tenían una mentalidad punitiva, por así decirlo.
AA: Vemos una dinámica similar en el derecho penal internacional de la violación, donde mujeres con diversas ideologías feministas se volvieron internacionales juntas. ¿El conflicto que surgió en la lucha contra la trata de personas también se desarrolló allí?
JH: Te refieres a la política intrafeminista en el establecimiento y la administración de la nueva corte penal internacional (CPI). El establecimiento de los derechos humanos, por lo que puedo decir desde fuera, no ha hecho mucho para resistirse al surgimiento de un tribunal penal internacional.[79] E incluso a nivel académico, la crítica a la CPI está recién comenzando. Hay una necesidad imperiosa de análisis distributivos de esta corte. En “Rape at Rome”, examino el trabajo de las feministas en las negociaciones que condujeron al estatuto de Roma, que estableció la CPI, y no es casual que esas reuniones se dieran casi en simultáneo con el proceso para la trata en Viena, aunque algo diferentes desde el punto de vista genealógico. En este caso, los precedentes son tribunales ad hoc establecidos poco antes: el tribunal penal internacional para la ex-Yugoslavia (TPIY), el tribunal penal internacional para Ruanda (TPIR) y algunos otros.[80] Cuando se convocó la conferencia de Roma, las activistas feministas internacionales ya habían decidido poner a la violación en un lugar tan elevado como fuera posible en la jerarquía de los delitos en conflictos armados y garantizar el mayor número posible de juicios y condenas por violación. Y en los casos en que la lucha contra la trata podría haber adoptado la forma de empoderamiento de la víctima en lugar de su criminalización, la CPI estaba predeterminada a ser un sistema penal.
Aquí es donde la interacción entre las feministas fue muy diferente en Roma, para la CPI, y en Viena, para el protocolo de la trata. En Viena, las feministas estaban involucradas en un rotundo conflicto intrafeminista, mientras que en Roma había una amplia variedad de ideologías feministas in situ, pero se compartía una línea, el feminismo de la dominación. Es algo muy desconcertante, y creo que requiere una explicación. ¿Cómo pudieron las feministas liberales y del trabajo sexual, que sin duda estaban comprometidas, caer en una estrategia general y en una serie de reformas de las reglas, animadas por una ideología feminista que regularmente considerarían tan problemática?
Creo que esto sucedió por diversas razones, y creo que incluyen indicadores de peligro que las feministas de la no dominación podrían buscar si participan en procesos de reforma en los que las feministas de la dominación tienen la ventaja de hacerse oír más. Las feministas fueron invitadas a la mesa –de hecho, al comité central que dirigía la coalición de ONG a favor del tribunal en la conferencia– con la condición de que presentaran una única línea de coalición. El esfuerzo por encontrar una única etiqueta para el objeto de reforma feminista, que evolucionó de la violación a la violencia sexual y de ahí a la violencia de género, privilegió el impulso de las feministas de la dominación para extender el alcance de las prohibiciones y mezclar circunstancias sociales muy diferentes. Las feministas de la dominación de por sí colapsan el continuum.[81] Esto significaba que articular los contrapesos contra el impulso de la penalización y las diferencias entre los daños graves y menos graves era difícil, posiblemente incorrecto. Y el terreno en que todos operaban no eran los mercados, donde muchas feministas de la no dominación buscan la autonomía y/o la agencia de las mujeres, sino la delincuencia, precisamente el terreno más fuerte para las feministas de la dominación. Ellas saben cómo vigilar y castigar.
Sin embargo, otro factor era el sentido común que estaba surgiendo dentro del feminismo internacional que estaba diseñado específicamente para evadir la crítica feminista interna: la idea de que la violencia sexual afecta a todas las mujeres del mundo y es una prioridad que no causa divisiones ni dilemas para las feministas de todas partes. Ya sea del norte o del sur, ricas o pobres, dentro o fuera del espacio de batalla, religiosas o no, modernas o tradicionales, de izquierda o de derecha, ninguna podía posicionarse en contra de tomar una postura contra la violencia sexual. Como dijo una activista feminista, la violencia sexual daba a las feministas la esperanza de encontrar “lenguajes que no se pueden rechazar”.[82]
Pero un análisis distributivo e interseccional de este marco debería darles que pensar al menos a algunas feministas. Por un breve tiempo, por ejemplo, el TPIY tuvo una regla inspirada en las feministas según la cual un cargo de violación no podía tener una defensa basada en el consentimiento: el contacto sexual entre un hombre de un lado del conflicto armado y una mujer del otro lado sería una violación. Karen Engle ha argumentado que esta y otras reformas buscadas por las feministas en el TPIY confirmaron los marcos nacionalistas del conflicto,[83] y una vez que entendí realmente su argumento, el resultado de esta regla continuó conmocionándome de manera profunda. Aplicada en el contexto de los conflictos armados nacionalistas, esta norma permitiría a las facciones nacionalistas promover la persecución penal de las violaciones cuando hubiera consentimiento e incluso entusiasmo mutuo, como parte del proyecto nacionalista. El TPIY podría efectivamente haber llevado esos casos a la justicia. No olvidemos que este empezó a funcionar cuando el conflicto aún estaba en curso. Todo esto podría haber enviado un mensaje a los cada vez más escasos grupos sociales multiétnicos y familias de la región de que debían evitar las relaciones sexuales entre líneas étnicas.
Me pregunto cómo las feministas llegaron a este punto. Sin duda, sabían que la colusión con proyectos nacionalistas era un gran peligro: Engle cuenta la historia de su debate explícito al respecto. Pero a diferencia del contexto de la trata con fines de explotación sexual, donde algunas feministas pueden identificar las ventajas distributivas que algunas mujeres buscan activamente en el trabajo sexual, el contexto de la violación no incluía un debate sobre el valor social del sexo en sí. Era condena y prohibición por donde se lo mirara. Tuve la posibilidad de preguntarle a una de las principales feministas del proceso del TPIY qué pensaba al respecto y qué pensaba de la intervención activista feminista que pasó de la defensa de la falta de consentimiento a aceptar una norma que exige al acusado que presente sus pruebas al juez primero para asegurarse de que son firmes. Admitió que alejarse de la norma de la defensa de la falta de consentimiento era algo bueno, no por la línea feminista oficial que señala que facilitaría trasladar el derecho internacional resultante a las leyes nacionales, sino porque reconocía que algunas mujeres desobedecerían la exigencia nacionalista de evitar las alianzas entre distintas líneas étnicas y tendrían relaciones sexuales que realmente querrían con hombres a los que de otro modo supuestamente detestarían y a los que se opondrían. Sin embargo, hasta donde sé, esta feminista nunca incluyó esa razón en su trabajo publicado. No opinó sobre el tema.
En la conferencia de Roma, las feministas se agruparon en una sola voz y se dirigieron a la conferencia por medio de la ONG feminista aprobada oficialmente.[84] La agenda era criminalizar al grado más alto posible y con la mayor intensidad posible, y el mal al que apuntaban se enmarcó como violencia sexual o de género. El resultado fue una profunda despolitización del feminismo que considero bastante preocupante, en especial porque no todas las mujeres que llevaban esa línea creían en ella. Podemos esperar más de esto con el avance de la “ONG-ización” del feminismo internacional, con su dependencia de donantes con fuertes compromisos ideológicos que están dispuestos a tratar como condiciones y con su transformación de una voz feminista política y emancipadora en una voz experta.
AA: ¿Cuáles son algunas de las novedades en la interacción del feminismo con el derecho penal internacional? ¿Qué debería buscar la gente interesada en este vínculo?
JH: En general, diría que los ensayos aquí reunidos se escribieron después del cruce de un innegable Rubicón en la experiencia legal feminista, desde un poder legal estrictamente externo a un lugar bien establecido, si bien parcial y necesariamente comprometido, dentro de él. La apropiación de ese cambio permitirá a las feministas y sus aliados llegar a una nueva posición en el continuo malabarismo de la reconstrucción y la crítica y, con suerte, abrirá una nueva era de la crítica feminista.
[43] Halley, Janet (2006), Split Decisions: How and Why