Co compró la Plata Cold Storage Co y, poco después, National Packing Company compró La Blanca. La incorporación de la tecnología del enfriado -chilled-beef- en las plantas estadounidenses permitía producir carnes de exportación más sabrosas que aquellas elaboradas con el método anterior del congelado -frozen-beef- lo cual aseguró su dominio del mercado hacia la primera guerra mundial.
Las firmas estadounidenses tenían fuerte presencia en la importación de material eléctrico, herramientas y maquinaria -The South American Electric Supply Co., The United Shoe Machinery, Singer Sewing Machine Co. o International Harvester- y en el sector petrolero -Galena Signal Oil Co. y West India Oil Co.- antes de la primera guerra. Después de su finalización iniciaron también la fabricación de productos farmacéuticos y medicinales (Lanciotti y Lluch, 2018).
Por su parte, las empresas alemanas se dedicaron al comercio, a las finanzas y a los servicios públicos de electricidad y telefonía. La temprana presencia de filiales comerciales como Acumulatoren-Fabrik (AFA Tudor Varta), Orenstein & Koppel-Arthur Koppel Aktiengesellschaft o Tubos Mannesmann se asociaba a la cuota de mercado que cubrían las importaciones alemanas dominantes en los rubros de papel, hierro y acero. La empresa alemana más capitalizada era, sin duda, la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad) que proveía de electricidad a la ciudad de Buenos Aires. Por su parte, Transradio Internacional Radiotelegráfica y la Internacional de Teléfonos estaban entre las empresas líderes en telecomunicaciones.5
Las firmas más capitalizadas eran las británicas, con elevadas inversiones en redes ferroviarias y servicios públicos urbanos, sectores que lideraban además del financiero y del hipotecario. Las compañías ferroviarias al igual que las empresas privadas de gas y de aguas corrientes eran británicas con concesiones que se extendieron hasta la segunda posguerra. En el sector ganadero e industrial también operaban grandes firmas británicas. Las empresas francesas y belgas tuvieron una inserción sectorial similar a la británica concentrada en transporte, infraestructura, crédito y finanzas.
1.1.1 ¿Cómo impactó la primera guerra mundial en la economía y en las empresas?
Durante la primera guerra mundial, la caída de las exportaciones agrícolas, la disminución de las importaciones y la escasez de combustibles impactaron negativamente en las empresas industriales que dependían de insumos importados -eléctricas, metalúrgicas y construcción-. Por el contrario, las industrias orientadas al mercado local, especialmente las alimenticias, recibieron un impulso para sustituir la producción importada. Así, en los años 1920 se produjo un aumento de la escala de producción a partir de la incorporación de motores a explosión y energía eléctrica en las plantas industriales que producían manteca, queso, papel, envases y herramientas (Kofman et al., 2012). El tirón de la demanda externa también benefició a las grandes empresas molineras, como Molinos Río de la Plata o Minetti, que antes de la guerra habían integrado el acopio de cereales, la producción harinera y la fabricación de productos alimenticios. Estas compañías se reorganizaron como sociedades anónimas, aumentaron su capital e incorporaron maquinaria importada.
Las empresas lácteas aumentaron su capacidad productiva e integraron las distintas actividades de su cadena de valor: se incorporaron los tambos a las estancias y se instalaron cremerías, queserías y mantequerías para abastecer ciudades, pueblos y colonias y también para exportar manteca, queso y caseína. La fijación de precios máximos de la leche alentó la inversión de las empresas lácteas en tecnología, en nuevas plantas pasteurizadoras y en redes de distribución. La Martona -fundada por un estanciero bonaerense- era la empresa más grande de un sector que incluía a numerosas empresas familiares de origen inmigrante y a firmas extranjeras como The River Plate Dairy o Swift (Kofman et al., 2012).
Las empresas exportadoras de bienes agropecuarios también iniciaron procesos de concentración, capitalización y tecnificación en la década de 1920. Los frigoríficos aumentaron la exportación durante la guerra, lo cual incentivó la inversión en nuevas plantas procesadoras como la inaugurada en Rosario por el Frigorífico Swift a fines de 1924.6 Por el contrario, la caída de la exportación de rollizos de quebracho (una madera especialmente apta para la fabricación de durmientes de ferrocarril y para la construcción) desde 1914 y la caída de la demanda externa de tanino marcaron el comienzo del declive de las empresas forestales (Kofman et al., 2012).
1.1.2 ¿Cómo se organizaron las empresas durante la primera economía global?
Como ya mencionamos, las compañías europeas dominaron las actividades más dinámicas vinculadas al sector externo como la exportación de cereales y carnes, la importación de bienes manufacturados, los servicios financieros y de transporte y los servicios de infraestructura urbana. Estas firmas se organizaron como empresas autónomas asociadas en grupos de inversión y se financiaron mediante la emisión de acciones en la Bolsa de Londres.7 Las firmas industriales alemanas se organizaron como empresas independientes financiadas por bancos de inversión y compañías holding. Al cabo de la primera guerra mundial la pérdida de activos y la incautación de patentes alemanas en el extranjero produjeron cambios en su organización: la creación de cartels, joint-ventures y la realización de contratos a largo término con agentes locales para reducir costos de transacción, diversificar riesgos y asegurar sus inversiones contra las confiscaciones (Jones y Lubinsky, 2012). En países neutrales como Argentina las multinacionales alemanas crearon nuevas compañías registradas con nombres no asociados a la matriz (stand alone companies). Esta modalidad habilitó un rol más activo de los socios locales, generalmente miembros de la comunidad alemana en el país.
Las empresas locales mantuvieron la propiedad y gestión familiar. Aunque muchas de ellas se organizaron como sociedades anónimas, continuaron autofinanciándose mediante la reinversión de utilidades, el aporte de los propietarios y sus familias, el crédito informal y los préstamos bancarios. Las empresas azucareras y las estancias agropecuarias eran controladas por familias terratenientes que mantenían estrechos vínculos con las elites políticas. El sector azucarero fue beneficiado por un elevado nivel de proteccionismo durante todo el período gracias a la capacidad de lobby de las familias propietarias. Esto no evitó que la crisis de sobreproducción azucarera en la década de 1890 diera lugar a una serie de fusiones y adquisiciones que terminó en la reorganización de las firmas como sociedades anónimas (Moyano, 2015).
Los primeros grupos económicos de la Argentina como Tornquist, Bemberg, Bunge y Born, Portalis/Bracht y Devoto se iniciaron como firmas importadoras, abrieron sus casas financieras para intermediar en la negociación de títulos argentinos con la banca europea y, más tarde, ingresaron al negocio inmobiliario e hipotecario (Marichal, 1974). Las casas exportadoras de lanas, cueros y cereales también se iniciaron en la actividad mercantil para luego diversificarse, especialmente cuando la crisis de 1890 abrió la oportunidad para invertir en la industrialización de azúcar, carnes, harinas, aceites y cerveza. Las redes de negocios de los comerciantes británicos, belgas, alemanes y franceses que residían en Argentina dieron origen a estos grupos.8
Por ejemplo, la empresa Bunge y Born de Argentina nació en 1884 en Buenos Aires de la asociación entre Ernesto Bunge y Jorge Born, oriundos de Amberes, donde se había formado un lobby poderoso para desarrollar el intercambio entre Bélgica y América. En 1902 instalaron Molinos Río de la Plata, el molino más grande del país. Poco después adquirieron e instalaron nuevos molinos en las provincias de Córdoba y Buenos Aires para aumentar su producción y exportar al mercado brasileño. También iniciaron la fabricación de bolsas de arpillera y envases de hojalata. La diversificación temprana de la firma se dirigió a actividades no relacionadas –comercio, finanzas, tierras-, pero las inversiones en industria sí estuvieron integradas. En el nuevo siglo, las inversiones se centraron en la producción, envasado y comercialización del cereal. Luego de 1927, con la muerte de Eduardo Bunge, el centro operacional se trasladó de Amberes a Latinoamérica (Green y Laurent, 1988; Schvarzer, 1989).
La sociedad entre los cuñados Adam Altgelt y Ernesto Tornquist dio origen a Ernesto Tornquist y Cía. en 1873. Inicialmente la firma se dedicaba a importar tejidos y maquinarias y a exportar frutos del país: cuero, tasajo y sebo, lanas y cereales. En los años 1880 inició la participación en negocios industriales, inmobiliarios, hipotecarios y en la producción de materias primas. Hacia 1914