Jacques Dupuis

No apaguéis el espíritu. Conversaciones con Jacques Dupuis


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Más importante aún: en el contexto de la India había una nueva actitud hacia las otras tradiciones religiosas, que recomendaba el diálogo y la colaboración. Llevaría tiempo asimilar todos estos nuevos conocimientos y decidir las aplicaciones concretas. Sin embargo, existía el deseo de no perder tiempo en comenzar, sino de avanzar con determinación y coraje. Aquí se pueden mencionar los primeros pasos en la puesta en práctica tanto del espíritu como de la letra del Concilio que se dieron en el limitado contexto de la Facultad teológica de Kurseong. Estos modestos pasos son sintomáticos del entusiasmo con el que el Concilio fue seguido y recibido.

      La capilla de la comunidad de Saint Mary’s College se remodeló a fondo para adaptarla a la liturgia conciliar renovada después de la promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium, del 4 de diciembre de 1963. La idea y realización del proyecto provino de los estudiantes, que ellos mismos planificaron y ejecutaron con los talentos y medios de que disponían. Para cubrir el presupuesto de la transformación, que con los medios a nuestra disposición no era demasiado alto, escribí algunos artículos para una revista teológica estadounidense. El presupuesto se completó y los superiores nos dieron permiso para continuar. Con un equipo de cuatro estudiantes especialmente dotados para la artesanía y la pintura, trabajamos día y noche durante las vacaciones, al final del curso académico de 1967. El resultado fue una transformación profunda de la capilla según la nueva liturgia. El altar frente a la pared fue reemplazado por una mesa de altar frente a la gente. Alrededor del presbiterio había puestos para los concelebrantes. El espacio estaba dominado, en medio del crucero, por un impresionante icono de Cristo pantocrátor pintado al estilo indio. Los dos altares laterales, a los lados derecho e izquierdo del templo, habían desaparecido y fueron reemplazados, en el lado derecho, por la mesa para la preparación de las ofrendas durante la celebración eucarística, coronada por una pintura muy fina de la Virgen María, también en estilo indio; y, a la izquierda, por el órgano, que habíamos bajado del coro. El hermoso sagrario, engarzado con piedras preciosas –lo único que quedaba de la capilla anterior– estaba ubicado en el lado derecho, contra la pared, entre la mesa del altar y la mesa para la preparación de los dones; en el lado opuesto, a la izquierda, estaba el ambón para la proclamación de la Palabra de Dios, tallado en madera en forma de loto y coronado por el om sagrado, el símbolo indio de la Palabra de Dios. El coro de la capilla tenía no menos de seis altares para las misas privadas, tres a la izquierda y tres a la derecha. Los hicimos desaparecer.

      Todo fue posible gracias al interés y al arduo trabajo de los estudiantes, que trabajaban con medios modestos a su disposición, pero con gran entusiasmo, y deseaban poner en práctica los notables talentos que Dios les había concedido. Después seguirían adaptaciones mucho más sustanciales conforme a la nueva liturgia, sin duda, y en una escala mucho mayor, pero la modesta transformación de la capilla del Saint Mary’s fue una de las primeras realizadas en la India, por lo que teníamos buenos motivos para estar orgullosos. Todavía conservo algunas bellas fotos de los resultados.

      Otro logro, de naturaleza más académica, pero también relacionado con la liturgia, fue la composición de una plegaria eucarística para la India. En cuanto a su formulación, estaba extraída de la tradición india y, lo que es más importante aún, asumía para la eucaristía cristiana la búsqueda eterna de Dios por las personas y de las personas por Dios que caracteriza especialmente esa tradición. En este caso, también el trabajo fue realizado por los estudiantes. Dirigí un seminario durante todo un semestre para lograrlo. La estructura y el desarrollo de la plegaria eucarística tenían que estar bien fundamentadas teológicamente antes de poder intentar su composición. En el trabajo de composición buscamos expresiones paralelas en la Biblia cristiana y en los libros sagrados de la India para expresar el contenido de la eucaristía cristiana: nombres para Dios, a quien se dirige la plegaria eucarística; el misterio pascual de la muerte-resurrección de Jesucristo, cuyo memorial es la celebración eucarística; oraciones de intercesión que se insertaran profundamente en el contexto indio y, sobre todo, un largo desarrollo en el «prefacio» o proclamación de la historia de la salvación que hiciera referencia explícita a la historia de la salvación india, cuyo registro se encuentra en las religiones de la tradición india, y a las tres margas o formas –conocimiento, devoción y trabajo– con las que se ha buscado la unión con Dios a lo largo de los siglos. La preparación de la plegaria eucarística fue un ejemplo concreto de la manera en que los estudiantes trataban de relacionar sus estudios teológicos con el que más adelante sería su trabajo pastoral, y de su determinación de hacer que el mensaje cristiano se encontrara en un nivel profundo con la tradición religiosa del país. El trabajo tuvo mucho éxito. La «plegaria eucarística para la India», como se la conoció, es la única plegaria de ese tipo que se ha propuesto a la Conferencia Episcopal India para su aprobación. Recibió la aprobación de los obispos indios y, aunque no recibió el reconocimiento oficial por parte de la Congregación Romana de Ritos, todavía hoy se usa ampliamente en la India. Por supuesto, la usábamos en nuestras propias celebraciones eucarísticas en grupos, en las que a menudo iba precedida de lecturas y meditaciones sobre textos con sorprendentes paralelos elegidos de los libros sagrados de la India, por un lado, y, por otro, de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

      Aún relacionado con la liturgia, fui nombrado consultor de la Comisión Litúrgica de la Conferencia Episcopal de la India. El trabajo producido por esa comisión durante los años posteriores al Concilio fue enorme. Todo fue diseñado y dirigido por el P. D. S. Amalorpavadass, el dinámico director del Centro Bíblico, Litúrgico y Catequético de Bangalore. Éramos un grupo de unas doce personas que pasábamos semanas trabajando juntas en diferentes proyectos en el Centro y que nos hicimos buenos amigos trabajando para la creación de una liturgia india. Los resultados a lo largo de años incluyeron un «Ordinario de la misa» completo para India y tres volúmenes de segundas lecturas alternativas para el Oficio de lecturas de la Liturgia de las Horas. Estas lecturas fueron seleccionadas de varios libros de las Sagradas Escrituras de la India. El criterio para su inclusión en la Liturgia cristiana de las Horas era la respuesta cristiana que evocaban y la posibilidad de una comprensión e interpretación desde la mens cristiana. Fue un buen ejercicio práctico de diálogo interreligioso hecho desde el conocimiento de las diferencias y sin sincretismo, pero también con plena conciencia de las resonancias mutuas posibles entre las tradiciones. Todo este material está disponible en forma impresa, aunque nunca fue publicado oficialmente debido a la falta de aprobación eclesiástica.

      Los encuentros litúrgicos periódicos de toda la India se celebraron también en Bangalore. En ellos se revisaba el progreso de la renovación litúrgica en el país y se hacían sugerencias para acelerar la puesta en práctica del Concilio. Una de mis contribuciones a esos encuentros –así como a otras reuniones y seminarios– consistía en pasarme la noche previa a la conclusión de los encuentros redactando la declaración final, las conclusiones o las recomendaciones. La gente parecía pensar que tenía un don especial para redactar conclusiones.

      –Finalmente, la Facultad de Teología de Kurseong fue trasladada a Delhi, y usted fue allí para continuar su carrera docente. Cuéntenos un poco sobre esto.

      –Después del Concilio se volvió absurdo tener la formación teológica de los futuros sacerdotes jesuitas ubicada en las nubes de las montañas del Himalaya. El contacto con el mundo en general, y en particular con la realidad india, se convirtió en un deber. La decisión de trasladarse a la capital, Delhi, no fue fácil de tomar ni de realizar. La decisión fue tomada por el P. Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, y ejecutada en el invierno de 1971. Por cierto, hice el viaje de Kurseong a Delhi en motocicleta. Pensé que, en lugar de arriesgarme a estropear mi motocicleta si la enviaba a Delhi por tren, era mejor que la llevara yo mismo, haciendo el viaje por carretera. Me había acostumbrado a montar en una motocicleta bastante potente de fabricación yugoslava, llamada Yawa. Cuando fui a ver a mi rector en Kurseong para pedirle permiso para hacer el viaje por carretera en motocicleta, pensó que estaba loco, pero me dio el permiso sin dudarlo, así que hice el viaje de exactamente 2.000 kilómetros desde Kurseong a Delhi en tres días en mi Yawa, con un joven escolar detrás de mí, que era un pasajero ligero. Ambos disfrutamos la experiencia.

      –¿Cómo afectó el cambio a su trabajo y qué actividades nuevas le brindó la oportunidad