Bill Hull

La Iglesia Hacedora de Discípulos


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comparar la distribución de la autoridad de la iglesia a un árbol: Cristo es el tronco, los apóstoles son las ramas principales, los líderes locales son las ramas secundarias y los miembros son las ramitas. Hoy, Cristo ya ha ascendido y los apóstoles están con Él; al equipo de líderes se le ha dado autoridad para dirigir la iglesia. Para un grupo de líderes regenerados, llenos del Espíritu de Dios pero aún con pies de barro, liderar a un grupo de discípulos es muy diferente al liderazgo de Cristo sobre los Doce. Funcionalmente, eso requiere cambios en la manera como la iglesia opera.

      Uno a uno no es apropiado. Ningún individuo puede discipular plenamente a otro, porque nadie tiene el arsenal completo de dones espirituales y sabiduría para traer a otro a la plena madurez en Cristo. Eso no significa que el discipulado uno a uno no sea válido, sino que el modelo de maestro-alumno no es suficiente para la iglesia. El ministerio que piensa del discipulado en términos de uno a uno, no encaja dentro de lo que Dios quería para su pueblo.

      Yo necesito varios mentores para desarrollarme plenamente en Cristo: uno en habilidades ministeriales, otro en carácter y varios que me ayudarán a enfocarme en otros diferentes asuntos. Sólo el cuerpo de Cristo puede proporcionar un entorno que da el rango completo de experiencias y desafíos que necesito. Uno a uno puede proporcionar una buena afinación en temas personales mientras camino con Cristo, pero no puede hacer todo el trabajo.

      Si una iglesia se enfoca sólo en habilidades ministeriales y en el discipulado uno a uno, la mayoría de la gente queda sin discipulado. Muchas de las necesidades ministeriales de la iglesia se encontrarán latentes y la gente sin discipulado quedará por fuera de todo. Al sentir que no tienen un estatus favorable con el pastor o los líderes, ellos se polarizarán y se volverán antagonistas. Dado que el modelo cristocéntrico sólo puede alcanzar a unos pocos, es demasiado estrecho para la iglesia, exige muy poco de la iglesia y hace pequeño lo que Dios quiere que sea grande. El objetivo de Dios es que todo el cuerpo desarrolle plenamente la iglesia discipuladora y evangelice el mundo.

      Cristo era para los discípulos lo que el equipo de liderazgo es para la congregación. Los apóstoles guiaron las oraciones en el Aposento Alto. Ellos llevaron a los 120 del Aposento Alto a las calles, a predicar el evangelio y establecer el rumbo de la primera iglesia. Después de discutir y orar por la disputa sobre la distribución de comida, los retorcidos hábitos de dar y el espinoso tema de qué se le debería pedir a los gentiles convertidos, ellos dieron respuestas. En breve, ellos formaron el equipo de liderazgo para la primera iglesia y para Pablo, y guiaron la expansión de la misión.

      Estos hombres podían dirigir en armonía porque ellos habían estado de acuerdo en la misión de la iglesia. Ellos habían sido entrenados por la misma persona, poseían una visión común y creían en una metodología básica. Su pureza filosófica hizo posible un liderazgo eficaz. En la iglesia de hoy, un buen equipo de liderazgo se ha vuelto algo raro porque los líderes generalmente no tienen antes un buen entrenamiento.

      Jesús había entrenado a sus discípulos para que fueran una cierta clase de personas, que pensaran de una misma manera y realizaran su labor de una forma similar. Sí, ellos tuvieron opiniones diferentes y experimentaron desacuerdos, pero cuando ponían la tarea delante de ellos, podían ponerse de acuerdo y darle unidad a la iglesia.

      Los discípulos dirigieron un grupo mucho más diverso que Jesús y debieron unir su gran variedad de intereses, personalidades, dones, problemas y puntos de vista. Después del rápido crecimiento inicial de la iglesia, doce hombres tenían más de diez mil miembros para delegarles autoridad y poder.

      Discipular significa dirigir un sistema en el que la enseñanza, el entrenamiento, el evangelismo y el cuidado pastoral tienen lugar. Esto involucra el trabajo multidimensional del equipo de liderazgo mientras preparan a la congregación en una variedad de caminos y medios. Asegurarse de que la gente vaya a la iglesia y tenga una comida caliente en épocas de crisis, es discipulado, porque eso ayuda a desarrollar una persona para Cristo. Cualquier cosa que ayude a alguien a acercarse a Él, es considerada discipulado.

      Debemos dejar de pensar que sólo enseñar la Biblia, compartir su fe, memorizar versículos y enseñar habilidades ministeriales hacen parte del discipulado. Muchas iglesias descuidan en gran manera las habilidades ministeriales y estas deben ser enseñadas, pero si usted sólo ha hecho eso, usted no ha discipulado. El primer cambio de un cuerpo cristocéntrico a uno eclesiocéntrico, es que una persona ya no lidera más un grupo pequeño de dedicados soldados de la cruz; en lugar de eso, un equipo de liderazgo prepara a una congregación diversa y de múltiples niveles, hacia la madurez en Cristo.

      2. En Dirección: Pasar de la Presencia Personal de Cristo a la del Espíritu Santo y al Ministerio de la Palabra, la Oración, etc.

      Cuando Jesús subió a la barca y dijo, “crucemos al otro lado del lago” (Lucas 8:22), ninguno de sus seguidores dudaron acerca de lo que Él quería. La presencia física de Jesús eliminó la necesidad de discernir su voluntad. Pero ahora que Él se estaba yendo, descubrir su voluntad específica se volvió una experiencia compartida. Jesús tenía la palabra final y la completa verdad, pero los apóstoles no tenían ninguna de las dos. En lugar de eso, ellos tenían su Palabra y la verdad suficiente para discernir su voluntad, así como nosotros también.

      Cuando Jesús les habló en el Aposento Alto, Él animó a los discípulos con estas palabras: “permanezcan en mí” (Juan 13-16). Él les dijo que tendrían un nuevo maestro, el Espíritu Santo, que era como Él y los guiaría a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13). Aunque ellos no tuvieran toda la verdad, sabrían dónde encontrarla y los medios para hacerlo: ellos orarían al Padre, en el nombre de Jesús, por medio del Espíritu Santo (Juan 14:10-17).

      A diferencia de los primeros discípulos, nunca hemos ido a Jesús físicamente para encontrar respuestas a nuestros interrogantes. En lugar de Cristo, siempre hemos tenido al Espíritu Santo; en lugar de escuchar sus palabras, consultamos la Palabra escrita; en lugar de un contacto cara a cara, le hablamos a Él en oración. Siglos de historia, barreras culturales, idiomas y costumbres también se levantan entre nosotros y la verdad de Dios. Agregue estas diferencias a las variadas interpretaciones y opiniones de otros, y vea cómo la Palabra de Dios podría volverse difícil.

      De manera práctica, cómo recibimos dirección?

      Estando de acuerdo con Dios en las cosas básicas. Aún tenemos las claras palabras de Jesús sobre las cosas básicas; conocemos que nuestro propósito es servir a Dios a través de un estilo de vida obediente. Podemos dividir ese estilo de vida en la clase de personas que estamos llamados a ser y la clase de tareas que tenemos por realizar. En su sermón, Jesús definió la clase de personas que estamos llamados a ser: quienes permanecen en Él (Juan 15:7-17). La tarea que Él nos ha puesto es ir y hacer discípulos (Mateo 28:18-20) Las Escrituras eliminan nuestras dudas acerca de lo que significa tener un estilo de vida obediente: ser discípulos y hacer discípulos.

      Utilizando lo que Dios ha dado para el resto. Cuando el equipo de liderazgo de una iglesia se convierte en discípulos y pone el hacer discípulos en la mente del ministerio de la congregación, sólo necesita imaginar cómo crear discípulos. Aunque muchos consideran la primera parte fácil y la última difícil, creo que en verdad es todo lo contrario. Una vez que el equipo de liderazgo está de acuerdo en las cosas básicas y motiva a la gente, el método, siendo tan importante, se vuelve menos crítico que la creencia.

      Pero para la iglesia común, decidir sobre la metodología es muy difícil. Tales personas se reúnen alrededor de la doctrina pero no de la estrategia, generando unos valores opcionales. Las prioridades y la práctica están en juego y las largas y difíciles sesiones en las que los líderes tratan de formar una política en bloque comienzan. Generalmente los líderes eligen objetivos con el mínimo común denominador, porque cuando alguien lidera en un área en la que no se han podido poner de acuerdo, otros se le oponen tan rigurosamente que se da por vencido. Las reuniones de la Junta Directiva degeneran en luchas sobre frivolidades territoriales, el fruto de la iglesia ecléctica y genérica

      Todo esto puede ser evitado cuando la iglesia gira en torno tanto de la doctrina como de la estrategia. Una vez que esto se haya hecho, la metodología se vuelve menos difícil. Como buenos modelos a seguir, los líderes proporcionan