Mervyn Maxwell

Apocalipsis


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esto es así, querría decir que la raza judía, por lo general inmutable en su actitud hacia él, continuaría en esa condición hasta el final del tiempo, a pesar de toda clase de desastres, incluso la caída de Jerusalén, los pogromos medievales y el holocausto nazi. La persistencia del pueblo judío como raza –o “generación”– distinta, es ciertamente uno de los fenómenos notables de la historia humana.

      3. ¿Vendrá Jesús esta noche? Hay un himno religioso que dice: “Si viniera Jesús esta noche, ¿estarías listo?”

      Jesús dijo en Mateo 24:14: “Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todos los gentiles. Y entonces vendrá el fin”.

      Antes de hablar acerca de si Jesús va a venir esta noche, deberíamos preguntarnos: “¿Se terminará de predicar el evangelio a todas las naciones antes de que llegue esta noche?” Y antes de contestar a esta pregunta, debemos saber qué quiso decir Jesús cuando dijo: “A todos los gentiles” (a todas las naciones).

      Nosotros, la gente de habla castellana, creemos generalmente que una nación es algo como España, México o Argentina; es decir, una entidad social y política, con límites internacionales y con un Gobierno central. Nos olvidamos de que en España, por ejemplo, hay diversas nacionalidades dentro de la nación, como los vascos, los catalanes y los gallegos, y que algo semejante ocurre en prácticamente todos los países hispanoamericanos. En Europa, Yugoeslavia está constituida por varios grupos raciales, cada uno de los cuales se considera una nación. Y podríamos citar otros casos.

      ¿Cómo se puede alcanzar a todos? Con tanta gente que no ha sido alcanzada todavía, ¿cómo podemos esperar que Jesús venga pronto? Los medios de comunicación masiva y los satélites pueden ayudar a hacerlo, pero no es posible que lleven el evangelio con rapidez en los 5.390 idiomas y dialectos que se hablan en la Tierra. En miles de esos idiomas y dialectos no hay cristianos que puedan usarlos para comunicar el evangelio a través de esos medios. Además, la mayoría de la gente preferiría “ver un sermón a oírlo”.

      Los cristianos que viven en los países desarrollados pueden dar generosamente de sus medios. Podrían ofrecerse como voluntarios para trabajar en el extranjero como emisarios cristianos por varias semanas o meses, recordando que en esos países son más bienvenidos los profesionales y los artesanos, los maestros y los profesores, por ejemplo, que los clérigos o los ministros. Las familias cristianas –la suya, por ejemplo– pueden elegir una zona o un grupo especial, informarse por medio de la enciclopedia o la biblioteca pública de todo lo referente a esa zona o grupo, y orar juntos por su evangelización.

      Mientras tanto, los cristianos que viven en los países del tercer mundo están alcanzando con éxito a sus vecinos no cristianos. Para mí, Billiat Sapa simboliza la maravillosa dedicación de esos cristianos. Sapa era un hombre africano de raza negra con preparación superior. Él y su esposa estuvieron de acuerdo en iniciar la obra en favor de Cristo en un valle arrocero de Malawi, un pequeño país de África oriental. Cuando sus vecinos no cristianos no les permitieron vivir en ninguna de sus aldeas, él y su familia vivieron sobre una plataforma instalada en un árbol. La estación de las lluvias inundó los arrozales. Uno de los hijos de los Sapa enfermó de malaria y falleció. Pero los padres no se arredraron. El otro chico también murió, pero ellos no abandonaron la empresa. La esposa del Sr. Sapa también falleció, pero él no quiso irse. Por fin, los aldeanos se convencieron de que el Sr. Sapa verdaderamente los amaba, y que el Dios que él amaba también los amaba a ellos.”

      Con más cristianos como Billiat Sapa y con un Señor como Jesús, la predicación del evangelio en todo el mundo pronto se cumpliría. “No por el valor ni por la fuerza, sino solo por mi Espíritu –dice Yahvéh Sebaot” (Zac. 4:6). El Espíritu Santo, derramado en Pentecostés sobre 120 cristianos arrepentidos y obedientes, y que además oraban, los ayudó a ganar tres mil conversos en un solo día. (Véase Hechos 2:1 al 41.) ¿Qué ocurrirá, entonces, en nuestros días, cuando miles de cristianos fieles, obedientes y arrepentidos abran plenamente sus corazones en todo el mundo para recibir el Espíritu Santo? (Véase Joel 3:1 y 2.)

      1 Josefo, La guerra de los judíos, III.IV.1. Traducción de Luis Farré (Buenos Aires: Acervo Cultural/Editores, 1961), tomo IV de las Obras completas de Josefo.

      2 Ibíd., II.XIII.4,5.

      3 Ibíd., II.XVII.10.

      4 Ibíd., II.XIX.6. Compare con (Guerra) ibíd., II.XIX.4.

      5 Ibíd., VI.IX.3. Josefo afirma que la población de la ciudad en ese momento era de 1.200.000 habitantes. Los eruditos modernos dividen esa cifra por tres, cuatro y hasta diez. Véase, por ejemplo, Joachim Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1977), pp. 90-102.

      6 Josefo, Guerras, VI.III.4.

      7 Ibíd., VI1.I.1. Se dejaron tres torres levantadas para demostrar la antigua fortaleza de las defensas de la ciudad, y una porción del muro occidental para proteger a la guarnición romana encargada de guardar las ruinas. El resto de la ciudad y del Templo fueron arrasados.

      8 Ibíd., VI.VIII.2.

      9 Ibíd., XX. 1.