Mervyn Maxwell

Apocalipsis


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[Apología], p. 16; ANF, t. 3, p. 31.

      12 Guerras, VI.VI.1.

      13 LeRoy Edwin Froom, The Prophetic Faith of our Fathers, 4 tomos (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Assn., 1946-1954), t. 2, pp. 31-39.

      14 Ibíd., p. 58.

      15 Ibíd., pp. 87, 88, 91.

      16 Ibíd., pp. 116-121.

      17 Ibíd., pp. 277, 278.

      18 Para un estudio de panta ta ethne en Mateo, véase John P. Meier, “Nations or Gentiles in Matthew 28:19”, The Catholic Biblical Quarterly 39 (1977), pp. 94-102, en respuesta a un artículo publicado en la misma revista por D. Haré y D. Harrington, 37 (1975), pp. 359-396. Meier prefiere “naciones” o “pueblos” a cualquier traducción que parezca excluir a los judíos.

      19 Unreached Peoples Directory (Monrovia, California: Centro Avanzado de Investigaciones y Comunicaciones Misioneras, 1974). C. Peter Wagner y Edward R. Dayton, editores, Unreached Peoples, p. 79 (Elgin, Illinois: David C. Cook Publishing Co., 1978).

      20 George Samuel, “Unreached Peoples: An Indian Perspective”, en Wagner y Dayton, Unreached Peoples, p. 82.

      21 Ralph D. Winter, “Penetrating the New Frontiers”, en Wagner y Dayton, Unreached Peoples, p. 73.

      22 S. G. Maxwell, I Loved Africa (Publicado por el autor, 1975), pp. 150-156.

- Parte II -

       ¿Quién era Juan?

       Un resumen de su vida y su época

      El Apocalipsis fue escrito por “su siervo [de Dios] Juan” (Apoc. 1:1).

      Juan no era un nombre común en los tiempos del Nuevo Testamento. Hay evidencia convincente en el sentido de que el Juan que escribió el Apocalipsis era el bien conocido discípulo de Jesús. (Véase Respuestas a sus preguntas, páginas 65 a 67.) Vimos a Juan hace poco en el Monte de los Olivos, mientras escuchaba atentamente el Sermón Profético a la luz de la luna. (Véase la página 15.) Nueve características referentes a su vida y a su época merecen nuestra atención, antes de que analicemos su libro.

      1 He ahí el Cordero de Dios. Juan vio por primera vez a Jesús de pie en medio de la multitud mientras observaba a Juan Bautista que bautizaba en el río Jordán. Juan vio que Juan Bautista repentinamente suspendía su discurso, agitaba la mano con excitación en dirección de un hombre extraño e impresionante, para decir con voz tronante: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).23El calificativo de “Cordero de Dios” impresionó profundamente la conciencia de Juan. Todos los días en el Templo, y especialmente durante la Pascua, se ofrecían corderos en sacrificio a Dios por los pecados del pueblo. Convencido de que Jesús era ciertamente el “Cordero” de Dios, Juan se refiere a él 29 veces de ese modo en el Apocalipsis.

      2 El discípulo que Jesús amaba. Cuando vio por primera vez a Jesús, Juan debió de haber sido más o menos un adolescente. Junto a él, en medio de la multitud, se hallaba su amigo íntimo, Andrés, hermano de Simón Pedro. Cuando Juan Bautista señaló al “Cordero de Dios”, ambos, Juan y Andrés, decidieron conocer más a Jesús. (Véase Juan 1:35 al 40.)Los contactos de Juan con Cristo parece que fueron esporádicos en el curso de los siguientes meses. Probablemente, haya asistido a la boda de Caná, en la cual Jesús convirtió el agua en vino. (Véase Juan 2:1 al 11.) La mayor parte del tiempo, Juan y su hermano mayor, Santiago, junto con Andrés y su hermano Pedro, dedicaban su tiempo a pescar en el mar de Galilea para ganarse la vida. Pero cuando Jesús comenzó una amplia gira por Galilea e invitó a los cuatro jóvenes amigos a dejar la pesca para convertirse en “pescadores de hombres” (Mat. 4:18-22), dejaron sus redes y lo siguieron. De allí en adelante, sus vidas no fueron las mismas.De los doce discípulos que Jesús escogió, tres de esos cuatro amigos: Pedro, Santiago y Juan, constituyeron su círculo íntimo. No se trataba de que Jesús tuviera favoritos, sino que esos tres hombres descubrieron, más que los otros nueve, cuánto significaba Jesús para ellos. De este círculo íntimo de tres, Juan en particular llegó a ser conocido como “el discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 21:7, 20; 20:2).

      3 Junto a la cruz. Juan, junto con Pedro y Santiago, estuvo presente en el dormitorio cuando Jesús resucitó a la hijita de Jairo. (Véase Lucas 8:49 al 56.) Estuvo con Cristo en el monte de la transfiguración. (Véase Mateo 17:1 al 8.) Estuvo muy cerca de él cuando oraba en Getsemaní. (Véase Mateo 26:36 al 45.) Cuando la turba llegó y los otros discípulos huyeron, solo Pedro y Juan se atrevieron a seguir a Jesús y entrar en el patio del palacio donde lo juzgaban (véase Juan 18:15.) Cuando incluso Pedro se desanimó y negó a Jesús (véase Mateo 26:69-75), solo Juan se mantuvo firme. Estuvo junto a la cruz cuando Jesús murió. (Véase Juan 19:25 al 27.) En el domingo de la resurrección, Pedro y Juan “compitieron” para llegar primero a la tumba vacía; Juan, sin duda transpirando y sin aliento, llegó primero. (Véase Juan 20:1 al 4.)A este Juan, que tanto amaba a Jesús, Dios le confió la “revelación de Jesucristo”.

      4 “Volveré”. En la última cena, Juan compartió la preocupación de los demás discípulos cuando oyeron que Jesús anunciaba: “Adonde yo voy, vosotros no podéis venir” (Juan 13:33). No entendía dónde iba a ir Jesús, ni podía soportar el pensamiento de que se fuera. Tampoco entendió la promesa que siguió: “Cuando haya ido [...] volveré” (Juan 14:3).Exactamente seis semanas después, no obstante, Juan entendió por fin lo que quiso decir Jesús, cuando afirmó: “Cuando haya ido”. Reunido con los otros discípulos cuando el Señor se despedía de ellos, lo vio elevarse gradualmente del suelo. Vio cómo Jesús ascendía y pasaba lentamente por encima de sus cabezas. Con los brazos extendidos para bendecirlos y despedirse, Jesús ascendió cada vez vez más, mientras los discípulos aguzaban la vista y estiraban el cuello para seguirlo.De repente, una nube lo envolvió y así desapareció.Casi abrumados por el pesar y el desconsuelo, Juan y sus amigos sintieron que la esperanza renacía cuando aparecieron dos personajes vestidos de blanco y disiparon su ansiedad. “Galileos, ¿qué hacéis ahí, mirando al cielo?”, preguntaron. “Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá del mismo modo que le habéis visto subir al cielo” (Hech. 1:11).Entonces Juan entendió las palabras: “Cuando haya ido [...] volveré”. También entendió mejor lo que Cristo dijo en el Monte de los Olivos acerca del “Hijo del hombre”, que vendría “sobre las nubes del cielo” (Mat. 24:30).No es extraño, entonces, que cuando Juan vio a Jesús de nuevo en su primera visión del Apocalipsis, se apresuró a escribir: “Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le verá” (Apoc. 1:7). Al terminar el libro, oró: “¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apoc. 22:20).

      5 Un lugar en el Reino. Juan y su hermano Santiago eran conocidos como “hijos del trueno”. (Véase Marcos 3:17.) Debieron de haber sido ruidosamente discutidores. Jóvenes iracundos, aborrecedores de las injusticias de los romanos, se sintieron atraídos a Jesús primeramente porque creían que iba a derrocar el Gobierno romano. Querían combatir con él, para gobernar después con él.Convencieron a Salomé, su madre, de que pidiera a Jesús que les diera a ellos tronos a su derecha y a su izquierda, en su Reino. (Véase Mateo 20:20, 21.) ¡Imagínese