Luz Sanfeliu Gimeno

Republicanas


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o hacían repetitivos llamamientos a los militantes para trabajar en el partido y garantizar la «limpieza» de los comicios.23

      También, cuando se invita a los valencianos a que firmen en las oficinas del periódico El Pueblo en apoyo de Zola por el caso Dreyfus, son numerosos los nombres de señoras que figuran en el libro de apoyo, el cual finalmente envían los republicanos valencianos al escritor francés, que está siendo juzgado.

      Los blasquistas, con esta actitud de movilización popular y de reforzamiento de la militancia, resaltaban la importancia de la acción individual y afirmaban la necesidad de que los sujetos –sobre todo los hombres, pero también las mujeres–, adquiriesen un compromiso tangible con la vida social y política.

      Frente al carisma de los líderes, la política de medro y privilegios que, desde su punto de vista, significaba para el resto de los partidos políticos obtener diputados y relacionarse con sectores sociales influyentes para el propio provecho, oponían la necesidad de acciones basadas en la presencia en las calles de la masa federal, que eran en realidad sus seguidores.

      Sin embargo, conviene no olvidar que Pigmalión, refiriéndose a los republicanos influyentes, afirma que hubo también intereses particulares vehiculados a través del partido:

      También en el mismo sentido, Martí advierte que

      Desde este punto de vista, la tarea de los blasquistas se centró en convencer, sobre todo a los varones, de que no sólo era necesario confiar en la integridad que debían tener los líderes a los que votaban; también era necesario que la política se convirtiese en una responsabilidad colectiva. Como decía un artículo del periódico:

      O también:

      Esta visión se hacía presente, asimismo, en muchos de los artículos del periódico que trataban sobre los políticos relevantes. Los personajes de la vida política que aparecen en El Pueblo no sólo eran valorados por sus acciones públicas, sino que también se solía remarcar la necesaria coincidencia que debían tener su vida y sus ideales.

      Las figuras tanto de Cánovas como de Castelar, de Sagasta, o Estévañez se analizan evaluando el conjunto de cualidades y comportamientos que conforman su personalidad; y en muchos casos, su vida familiar, el confort o el sacrificio, la comodidad o las renuncias gozadas o sufridas son las que definen, también, las intenciones públicas y la valía política del personaje. Las declaraciones de los políticos dejaban de tener valor o cobraban todo su valor sólo si eran capaces de ser coherentes con sus ideas, haciendo de su compromiso público un compromiso vivencial.

      Desde estos parámetros, el juicio que el periódico aplicaba a los personajes que mencionaba solía ser benigno cuando se guardaba fidelidad a los principios, o podía ser implacable o demoledor en el caso contrario.

      2. LA CONCIENCIA INDIVIDUAL, GUÍA DE LAS ACCIONES

      Vivir de este modo era fundamental en la nueva representación de la acción política que en ningún caso era una tarea fácil. Incluso la dificultad de la empresa se convertía en heroicidad y mérito, ya que, en última instancia, ése era también el sentido de un concepto de libertad que se definía como fundamento de una subjetividad ajena a cualquier