Luz Sanfeliu Gimeno

Republicanas


Скачать книгу

que la organización fuese capaz de movilizar a sus militantes con celeridad.56

      Además de ofrecer contenidos nuevos en su comprensión de la política, el partido y los grupos afines al republicanismo aplicaban sus principios a las estructuras organizativas que formaban, de modo que la participación de sus afiliados se hacía efectiva y posible.

      El modelo individualista del liberalismo clásico se convertía, de este modo, en democrático y social, enraizado en el criterio personal, pero activo y sujeto al compromiso comunitario. Y en la práctica, a través de sus estructuras organizativas, los blasquistas hacían, también, accesible a sus militantes la autoformación y la participación en las prácticas políticas.

      Según Reig, el partido de Blasco en Valencia y Lerroux en Barcelona

      También Magenti afirma que realmente la novedad del blasquismo fue

      Sin embargo, es posible también que esta estructura organizativa fuese en parte común en el republicanismo del último tercio del siglo XIX.

      De esta forma, los principios ideológicos defendidos por los republicanos, se incorporaron a la política, y puestos en práctica a través de la militancia activa, debieron reforzar las propias identidades de sus militantes varones, los cuales se convirtieron en sujetos «valiosos» que podían tomar decisiones, elegir por ellos mismos, y contribuir con su trabajo a conformar las estructuras y los cargos de representación que organizaban el partido y las organizaciones afines al republicanismo.

      Como llegaba a afirmar un articulista de El Pueblo:

      O también,

      Pero además, el Estado y las leyes eran los encargados de aplicar y garantizar esa noción de democracia que debía hacerse presente en muchos aspectos de la vida cotidiana.

      De este modo, una parte significativa de las protestas anticlericales de los blasquistas se relacionaban con la libertad religiosa de la que debían gozar todos los ciudadanos. La debilidad de los gobernantes, incapaces a la hora de respetar esa parte de la libertad que proclamaban las leyes, era objeto de críticas; porque el Estado estaba obligado a terminar con los privilegios que mantenía la Iglesia católica, y a garantizar la libertad de culto.

      En 1901, el periódico denuncia que mientras Silvela pide el cumplimiento «de los artículos de la Constitución que garantizan la libertad de conciencia», sucedía que

      La Constitución que debía garantizar la libertad de conciencia no era igual para todos.

      De nuevo, en 1909, los blasquistas vuelven a insistir en los mismos principios cuando afirman: