Nathan Burkhard

La herencia maldita


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de los objetivos que cualquiera se plantearía en un momento como ese, incluso para seres supremos como ellos, la ira era un pecado que podía tentar a cualquiera.

      Obligado a perecer y crecer solo, a madurar de manera ruda, sin conocer el amor verdadero, pensó en toda su vida pasada, en su presente y con ello deseando un mejor futuro.

      CAPÍTULO 6

      TYPICAL

      UN AÑO DESPUÉS

      El fogaje de la ducha inundó la habitación empañando el espejo encima del lavabo, cortinas de vapor sobrevolaban en forma de espiral ante la luz artificial de la lamparilla del baño quizás dándole un efecto tétrico para ella, las cosas habían cambiado drásticamente, después de los sucesos que marcaron su vida hace un año, Natle tenía siempre un cierto recelo a los espejos y sobre todo a su reflejo que en una ocasión fue parlanchín, pero en esos momentos nada que pudiera alterar nuevamente su vida.

      Doce meses de los cuales no hubo ningún movimiento demoniaco a su alrededor, la misma rutina del colegio, las siempre molestosas e incesantes bromas de Gabrielle quien por alguna razón había logrado adelantar algunos cursos y no era para menos ya que el año pasado había perdido varias clases atrasando y disminuyendo su rendimiento escolar, en casa era casi todo igual, el casi nulo calor de madre de Michel, el apoyo de Jonathan y su intento para que su madre lograra aceptarla, y por supuesto, Joe, su novio Joe, aplazando sus cursos de práctica y atrasando su regreso a la universidad por un año y finalmente estaba a solo dos meses de regresar a la universidad.

      Tantas cosas que procesar. —Pensó.

      Cerró los ojos y dejó que el agua caliente quemará cada músculo de su cuerpo, mientras que en su móvil la canción de Bazzi – Why? resonaba a todo volumen como un pequeño momento de paz y relajación, levantó el rostro y dejó que el agua recorriera su silueta, sus heridas ya habían cerrado dejando leves cicatrices y un triste recordatorio de batallas que ella jamás pidió, se había convertido en una tenue imagen que deseaba borrar, de una u otra manera no deseaba recordar nada de lo sucedido, pero aun así por dentro esa sensación abrumadora no la dejaba respirar, su mayor temor era perder a Joe y tenía que enfrentar su realidad, estaba destinada a ser lo que era, y con ello en sus manos tenía el poder de definir su final, y ella esperaba en un cien por ciento que Joe y ella seguirán juntos por siempre.

      —Tu sangre, tu vida, cada gota de ellas... Me pertenece... Sé que regresare y por fin podré destruirte querida mía... Tus miedos son tus peores enemigos, el miedo de perder a este muchacho por el cual has dado tu vida, será tu perdición. Sé que quedare en ti, ¡Sufrirás!, perderás tus poderes, perderás tu vida de ángel y yo regresaré a ti por ti.

      Abrió los ojos de inmediato, llevó una mano a su pecho intentando calmar el martilleo incesante de su corazón, sentirlo aún cerca la agobiaba y el miedo la invadía a cada momento, incluso podía sentirlo cerca, era cómo si Hadeo jamás dejara su cuerpo y podía escuchar sus susurros tan claros que era ciertamente imposible que estuviera volviéndose loca, sintió sus músculos tensarse ante los recuerdos y se permitió observar la ducha con detenimiento, todo había cambiado para ella.

      El pánico cubrió su cuerpo, temiendo que los años habían sido los causantes, perdida en un mundo el cual no reconocía a simple vista, ciertamente ella leía mucha ciencia ficción, pero esa era su vida, era parte de un cuento de terror.

      Sin poder verlo una sombra se deslizó por su habitación, abrió la puerta del baño acercándose a la ducha, y en un movimiento brusco se abrió parte de la cortina de baño, no solo observando una bella silueta, sino admirando por fin una belleza monumental.

      —No deberías estar escuchando música tan fuerte, cualquiera puede entrar y verte desnuda y sería un festín para él —la voz de Joe solo la hizo dar un respingo y darle la espalda de inmediato para poder así cubrir su desnudes con las manos, además de dar un grito ante la intrusión para nada romántica.

      —¡JOE! —chilló Y supongo que ese deberías ser tú y tu festín, lástima que no fuera otro.

      —¡Vamos! ¿Cuántas veces me has visto desnudo? —enarcó una ceja, dando un último vistazo a su espalda y su trasero bien formado, para luego cerrarla cortina y sentarse encima de la tapa del excusado Y créeme ese patán estaría muerto, porque de hecho le arrancaría la cabeza y botaría su cuerpo tan lejos que nadie en el mundo sabría dónde diablos esta.

      —¡Por Dios! ¡Qué consuelo! Casi me provocas un infarto —rodó los ojos, últimamente Joe se había vuelto tan protector con ella —No se supone que debes estar en la universidad ¿Qué rayos haces aquí? —mordió su labio inferior volviendo a su rutina, el bañarse pero esta vez de manera más rápida —Y no te he visto desnudo, siempre con bóxers, así que no cuenta, jamás vi tu trasero.

      Cerró la llave del agua, limpió con sus manos los rastros de agua de su rostro, Joe tomó una toalla y se la alcanzó por detrás de la cortina. Tomándola entre sus manos, se envolvió en ella saliendo de la ducha solo para ser interceptada por Joe, que la tomó de la cintura admirando su belleza natural —Uno, todavía tendrás que soportarme por dos meses más. Y dos, me quieres ¿cierto? ladeó una sonrisa sexy.

      La joven castaña frunció el ceño, elevó los brazos sosteniendo el masculino rostro de su amado entre sus manos con una delicadeza palpable —¿Estás preguntando muy a menudo si te amo? Es como si presintieras algo. Cómo si... cerró los ojos y evitó decirlo, no quería mentar al mismo diablo, ya que temía que al ser nombrado este aparecería y arruinara todo como la última vez hace ya un año.

      —Eso no responde mi pregunta.

      Casi sin tener que adivinar demasiado, supo de qué se trataba —Tienes miedo ¿cierto? Tú ya no pasas mucho tiempo aquí, en otras palabras solo estas alargando esos dos meses por miedo a que yo busque un chico de mi edad.

      —¡Touché! —cerró un ojo, esa era una verdad a medias, temía dejarla sola, temía que en su ausencia pudieran atacarla, adentrarla nuevamente a un mundo oscuro del cual estaba seguro que no saldría jamás.

      —No seas infantil —acarició con los pulgares las comisuras de sus labios varoniles, tentándolo a un beso —Jamás te cambiaría por nadie en el mundo, además yo no me pongo celosa de la ex novia que dejaste en Yale antes de venir aquí, Melissa ¿Cierto?

      —Sí y sí, pero ella no cuenta. Sabes bien que el ciclo universitario pasas tiempo con muchas novias, vas de fiesta en fiesta, experimentando y ella no está en la universidad en la que yo estoy ahora, esta en New Haven y no pienso dejarte del todo aquí —sonrió.

      —Bueno señor experto. De todos modos, puede que esté celosa —agachándose, besó los labios de su amado, Joe apretó su cintura atrayéndola más a su cuerpo, sintiendo la toalla mojada sobre su pecho, la necesitaba con un ansia que ni el mismo podía explicar, pero en ese instante Natle lo alejó de ella despacio —Y sé que quieres marcar territorio.

      Joe dejó caer su cabeza, rendido ante la oportunidad de tenerla, sobre todo evitando mencionar que incluso Hadeo y su manera de amenazar con un retorno para separarlos lo torturaba cada noche al cerrar los ojos. —Sabes que no estoy lista para ello, te quiero pero no hasta el punto de hacerlo, si me amas tendrás que esperar.

      —Sabes, antes estos temas no abarcaban mucho nuestras conversaciones y ya después de un año de nuestra relación siempre surge.

      —Será porque tú siempre haces que el tema surja —le dio un casto beso tierno y no de los intensos en los que usualmente los llevaba a la cama a solo besarse desenfrenadamente, alejándose, salió del baño tomó ropa limpia, sintiendo tras de sí los pasos de Joe, quien se sentó al pie de la cama viendo cada movimiento que hacía en la habitación —Estas lista para ir a casa, debes aprovechar esos tres días en los cuales podrás gozar de la familia —se burló él.

      Natle tomó de su cajón una muda de ropa que era de Joe para aventársela a la cara —Chistoso, el calor de mi familia es tanto como el de tus pantalones y recuérdame por qué tenemos que salir