Mario Giuseppe Losano

El valenciano Enrique Dupuy y el Japón del siglo XIX


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incidente que le puso en el centro de las polémicas internacionales; a la espera de volver sobre este particular con más detalle en el § 15, podemos resumirlo aquí brevemente. Mientras ejercía como embajador de España en Washington durante la época de la insurrección de Cuba, en 1898, escribió al político Canalejas una carta que fue interceptada por los insurrectos cubanos y remitida al New York Journal de la cadena Hearst. Fue publicada con un gran escándalo típico de la «prensa amarilla» de esos años: las graves críticas que dirigió con un «monstrous language» al presidente americano William McKinley le obligaron a presentar la dimisión.51 Esta carta, se dice, contribuyó al estallido de la guerra hispano-americana de 1898. Así las cosas, es comprensible que, al estudiar a Enrique Dupuy, la atención de los historiadores se haya centrado sobre todo en este suceso.52

      Después de Washington y tras una permanencia en el Ministerio en Madrid, desde 1900 fue embajador en Italia durante dos breves periodos, hasta su muerte en 1904.

      Dupuy fue un diplomático especialmente versado en las relaciones comerciales: seguía con atención tanto los acontecimientos políticos como los problemas específicos de los estados donde prestaba servicio. Esta curiosidad intelectual le llevó a escribir numerosos libros y artículos, de los que intentaremos dar cuenta en las páginas siguientes y, en particular, en la bibliografía de las pp. 267-315. Sin embargo, es en sus escritos sobre Japón en los que se centrarán las próximas páginas.

      Enrique Dupuy es autor de dos libros de memorias sobre Japón. El primero, publicado en 1877, describe la vuelta al mundo que llevó a cabo para regresar a España desde Japón atravesando Estados Unidos.53 En cambio, el segundo es un estudio íntegramente dedicado a Japón y publicado en 1895,54 aunque Dupuy había proyectado este último escrito durante la elaboración del primero.55 Además, en el texto de 1895 incluyó un escrito propio que se remontaba a los años japoneses, que por su especial interés se comentará (§ 8) y se reproducirá en este volumen (pp. 171-265).

      Ahora bien, cabe llamar la atención sobre el hecho de que el texto, escrito casi treinta años antes, fue revisado por Dupuy tomando como base la documentación que le habían proporcionado los diplomáticos japoneses durante su residencia en Chicago en 1893, y quizá también en el momento de la elaboración del volumen de 1895. Esto conlleva que ciertos de sus reenvíos elípticos a luchas o guerras en curso no siempre son atribuibles con seguridad a un evento preciso. Justo en el prólogo del volumen de 1895 una de sus notas confirma estas dudas, puesto que allí se lee: «Estos tres capítulos y el intitulado 27 años de Meiji [es decir, el aquí reproducido], que he escrito ahora, forma este primer tomo».56 Con toda probabilidad, el inciso «que he escrito ahora» se refiere al entero volumen de 1895, y no solamente al capítulo acerca de la época Meiji. En definitiva, es prudente concluir que el capítulo 27 años de Meiji aquí reproducido tiene como base los apuntes de los años setenta, cuando Dupuy todavía estaba en Japón, así como algunos añadidos de los años noventa en Estados Unidos y quizá también en Berlín.

      A continuación, se especificarán estas sucintas menciones a la carrera diplomática de Dupuy en lo que se refiere a su estancia en Japón.

      Enrique Dupuy se incorporó el 4 de marzo de 1869 al Ministerio de Asuntos Exteriores, como acredita un certificado del Ministerio de Asuntos Exteriores (Ministerio de Estado), al que se anexa otra hoja de servicio:57

      El Subsecretario del Ministerio de Estado - Certifico: que de los antecedentes que obran en el expediente personal de Don Enrique Dupuy resulta que por orden del Ministro de Estado como Individuo del Poder Ejecutivo de 4 de marzo de 1869 fue nombrado «Agregado Diplomático» supernumerario y destinado a este Ministerio, de cuyo destino tomó posesión el día 6 siguiente; que por orden del Gobierno de la República de 17 de Abril de 1873 fue nombrado Secretario de 3a clase en el Japón [en el anexo: de la Legación de España en el Japón] con el sueldo personal de 3,000 pesetas anuales y tomó posesión el 23 de julio del mismo año; que por orden del Presidente del Poder Ejecutivo de la República de 11 de mayo de 1874 fue anulado el ascenso anterior y declarado cesante, disponiendo a la vez que figure en el escalafón de Agregados Diplomáticos con la antigüedad correspondiente, destino que desempeñó hasta el 1º de septiembre del mismo año.58

      Que por orden del Presidente del Poder Ejecutivo de la República de la misma fecha que ascendió a Secretario de 3a clase en el Japón con el sueldo personal de 3,000 pesetas anuales y tomó posesión el mismo día; que por Real Orden de 24 de mayo de 1875 fue trasladado con igual sueldo y categoría a Bruselas tomando posesión de este destino el 1º de Noviembre del mismo año…

      Un grupo de documentos,59 aquí citados conjuntamente en aras de la brevedad, nos permite seguir los primeros pasos de la carrera diplomática del joven Enrique Dupuy, que en 1872 pidió ser admitido «al concurso del próximo 4 de octubre»,60 superado el cual se convirtió en secretario de 3.a clase.61 Mientras tanto desarrollaba los típicos trabajos de oficina de un funcionario ministerial, escribiendo por ejemplo un largo informe sobre los sucesos ligados a la expulsión de Cuba del cónsul austriaco Emil Weyss, debido a sus contactos con los revolucionarios cubanos.62

      Enrique Dupuy tenía veintidós años cuando recibió el primer nombramiento para el extranjero:

      Hallándose vacante el puesto de 3er Secretario de la Legación de España en el Japón y reuniendo V. las condiciones que marcan los artículos 7 de la Ley y 17 del Reglamento orgánico de la Carrera diplomática, el Gobierno de la República se ha servido nombrar a V. para el citado destino con el sueldo personal de 3,000 pesetas anuales y 4,000 pesetas más para gastos de representación asignada a dicha plaza en el presupuesto vigente.63

      El documento reproducido en la página 172, formaliza el nombramiento en Japón, y precisa que Enrique Dupuy «tomó posesión del destino» el 23 de julio de 1873.64

      c) La rutina de la legación española en Yokohama

      Japón era entonces una sede diplomática particularmente incómoda, aunque interesante, porque los deberes de la legación española en Yokohama reflejaban los acontecimientos que cotidianamente marcaban la occidentalización de Japón. Las diversas comunicaciones rutinarias que se enviaban al ministerio madrileño dan cuenta de lo que despachaba día a día el joven Dupuy.68 Por ejemplo, entre los mensajes enviados a partir de 1870, es decir, tres años antes de la llegada de Dupuy, el encargado de negocios señalaba eventos marginales (como la activación del faro de Mikamoto, dado que se iba intensificando el tráfico marítimo), pero también decisiones revolucionarias para Japón, como cuando «participa haber sido abolidos los edictos de proscripción contra los cristianos, y trata extensamente la cuestión de la libertad religiosa en Japón».69 Como consecuencia de esta medida, el 4 de abril de 1873 podía comunicarse que habían sido «puestos en libertad todos los perseguidos o presos como cristianos». Un año después, una breve noticia periodística informaba de que «por el último correo de Yokohama se han recibido noticias del Japón. El Mikado ha expedido un decreto en que prohíbe dirigir a los japoneses convertidos al cristianismo el injurioso epíteto de kueits (diablos) y dispensa a los mismos de contribuir a la conservación de los templos paganos».70

      Mientras tanto, Japón estaba intentando conservar o volver a ganar espacios políticos en peligro por la expansión occidental. El 9 de septiembre de 1873,