el dolor del rechazo permanece por más tiempo que el dolor físico debido a que la memoria es capaz de recordar a la perfección el sufrimiento que experimentamos en el pasado al ser despreciados y repetir el trauma si no sabemos manejar el recuerdo. (3) El rechazo pone en riesgo nuestra sensación de pertenecer, (4) fomenta la ira y la agresividad, (5) destruye la autoestima, y (6) hace descender temporalmente el coeficiente intelectual.
Frente a un enemigo como el rechazo, ¿qué podemos hacer? El versículo de hoy nos dice que todos pueden rechazarnos, incluso nuestra madre, aunque sea difícil de comprender. Pero hay Uno que nunca nos rechazará, al contrario, cuando todos nos abandonen él se ofrece para hacerse cargo de nosotros. Me refiero por supuesto a Dios.
Luna es un ejemplo de cómo Dios se hace cargo incluso de los más rechazados. Nació de la relación entre una mujer que vivía en las calles y un hombre en proceso de rehabilitación de las drogas. El padre la ofreció a cada uno de sus familiares, pero ellos pensaron que era un riesgo tener una bebé en esas condiciones y le ordenaron entregarla al Instituto de Bienestar Familiar para que le encontraran un hogar, pero Dios tenía planes mejores para Luna.
Providencialmente el día en que pensaba entregarla, el padre se encontró con una dama que se ofreció a adoptarla. Aquella dama era adventista. Hoy Luna tiene seis años y asiste al colegio adventista de su zona. Luna es la niña consentida en la Iglesia Adventista de Ama. Cuando la conocí, me dijo con orgullo:
—Soy adventista del séptimo día porque Dios usó la iglesia para proveerme de un hogar.
¿Lo ves? Si en este momento estás experimentando algún tipo de rechazo recuerda que Dios siempre tiene los brazos abiertos para ti. Él te acepta como eres, suplirá tus necesidades emocionales y llenará tus vacíos. Solo dale un espacio en tu corazón. @Dios te dice: «Yo pensé en Luna y también pienso en ti».
14 de febrero
Una muestra de amor
«El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos». Juan 15: 13
Son muchas las canciones, pinturas, esculturas y construcciones inspiradas en el amor de una persona por otra. Una de las más fascinantes es el Taj Mahal. Es un complejo de edificios construido entre 1631 y 1653 en la ciudad de Agra, Estado de Uttar Pradesh, India, a orillas del río Yamuna, por el emperador Shah Jahan de la dinastía mogola. El imponente conjunto se erigió en honor de su esposa favorita, Arjumand Bano Begum, más conocida como Mumtaz Mahal, que murió en el parto de su decimocuarta hija. Se estima que su construcción necesitó el esfuerzo de unos 20,000 obreros. Este monumento ha alcanzado fama internacional por el carácter romántico de su inspiración. Aunque el mausoleo cubierto por la cúpula de mármol blanco es la parte más conocida, el Taj Mahal es un conjunto amurallado de edificios que ocupa 17 hectáreas y que también incluye una gran mezquita, una casa de invitados y jardines.
En 1983, el Taj Mahal fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por ser «la joya del arte musulmán en la India y una de las obras maestras del patrimonio mundial admiradas universalmente». Descrito por el poeta Rabindranath Tagore como «una lágrima en la mejilla del tiempo». El mausoleo atrae entre 7 y 8 millones de visitantes cada año y además, en 2007, fue designado una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. ¡Cuánto amaba el emperador a su esposa!
Pero cuando pienso en la demostración suprema del amor no puedo pensar en otra persona que en Dios y su amor hacia la humanidad. Él mostró amor por nuestros primeros padres no dándoles una edificación, sino el mundo entero, preparado para servirles de hogar. Cuando pecaron los vistió de túnicas. Cuando el pecado reinaba cruelmente el Dios de amor envió a su único Hijo a mostrarnos que «el amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos» (Juan 15: 13). Y ese mismo Dios de amor ha prometido crear un mundo nuevo, donde no exista la muerte, ni el llanto, ni el dolor (ver Apoc. 21: 4). Me estremece pensar que alguien pueda amarme tanto.
Hoy se celebra el Día del Amor y la Amistad. Lamentablemente el amor que vemos en las redes y los demás medios de comunicación suele ser enfermizo, pasajero y enfocado en lo externo. Hoy @Dios te invita a celebrar el mayor amor que existe en el mundo, el que él manifestó en la cruz por ti.
15 de febrero
¿Coincidencia o providencia?
«Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones». Salmo 34: 15, NVI
Durante muchos años, su trabajo había sido igual: levantarse temprano, caminar en compañía de su esposo hasta la central de autobuses en Santa Marta y tomar uno de los buses que viajan a Maicao. Hacer el recorrido de aproximadamente tres horas y media y allí, en Maicao, comprar la mercancía y en la tarde regresar a casa.
Pero aquel día amaneció diferente. No sentía el mismo entusiasmo de siempre. Un extraño presentimiento se había anidado en su cabeza. Se levantaron bien temprano, se arreglaron y salieron. Su esposo caminaba delante.
—Apúrate, mujer, mueve esos pies que vamos a perder el primer bus —le dijo, tomándola de la mano para hacerla caminar a su ritmo.
Cuando llegaron a la avenida del ferrocarril, miraron a ambos lados para cruzar. Al verificar que no venía ningún vehículo, se dispusieron a atravesar la calle. Pero en ese momento ella lanzó un grito y se soltó de la mano de su esposo. Cuando él volteo a mirar ella estaba petrificada en medio de la calle, señalando a un lote baldío que había enfrente.
–¿Qué pasa, mujer? Nos va a dejar el bus —dijo el esposo exasperado.
Pero ella no se movió.
—Allí hay alguien, vi unos ojos en los matorrales —dijo ella.
Él se acercó y la abrazó para tranquilizarla. Cuando se sintió mejor, cruzaron y, al llegar a la central de transporte, vieron que el primer autobús ya había partido. Él se molestó mucho, pues otros se les adelantarían en las compras. Se fueron en el siguiente autobús, una hora más tarde y se durmieron en los asientos.
Repentinamente, los gritos de varios pasajeros los despertaron. Miraron a un lado del camino, fuera de la carretera, y entre los matorrales estaba el bus que había salido primero. Había sido asaltado, varios pasajeros estaban heridos de bala y les habían robado el dinero a todos los comerciantes que viajaban en él. Entonces ella recordó aquellos ojos que había visto entre los matorrales y que le habían hecho perder el tiempo. Se arrodilló y agradeció a Dios por su protección.
¿Coincidencia? No, providencia divina. A veces Dios utiliza los mecanismos más extraños para guardarnos del peligro. @Dios le reveló a Elena G. de White que: «Los que siguen a Cristo están siempre seguros bajo su protección. Ángeles de gran poder son enviados del cielo para ampararlos. El maligno no puede forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo» (El conflicto de los siglos, p. 506).
16 de febrero
Cantos en la noche
«Te ruego, Dios de mi vida, que de día me muestres tu amor, y que por la noche tu canto me acompañe». Salmo 42: 8
Puede que te parezca extraño, pero incluso hoy en día existen grupos indígenas en algunas zonas del planeta que viven como lo hacían sus antepasados y prácticamente no han tenido contacto alguno con la civilización. Uno de esos grupos son los Nukak Makú, una tribu que habita en la región Amazónica de Colombia. A pesar del paso de los siglos y los avances tecnológicos, ellos siguen realizando las mismas actividades que sus ancestros: caza, pesca y recolección. Los Nukak Makú llevaban cientos de años habitando las selvas, sin saber del mundo exterior y sin que nadie supiera de ellos (no tienen Tik Tok ni Twitter). Pero en 1988, unos investigadores que sobrevolaban la selva trajeron la noticia de la existencia de esa comunidad. Desde entonces, los antropólogos y otros grupos de científicos los han visitado para