y predijo que el chico llegaría a ser un libertino disoluto. Por eso no lo quiere mucho, a pesar de que el niño sigue siendo el favorito de la abuela. Ahora debe tener siete u ocho años y dicen que es muy travieso y que posee una inteligencia extraordinaria. Tan pequeño como es, dice las cosas más extrañas. Declara que las niñas están hechas de agua y los chicos de barro. Dice que se siente tan limpio y fresco entre las muchachas que los hombres le parecen sucios y apestosos. ¿No es absurdo? Lo más probable es que luego se dedique a perseguir mujeres como un loco.
—No necesariamente. —La voz de Yucun adquirió una súbita gravedad—. Nadie sabe cómo llegó al mundo. Pienso además que el padre se equivoca si considera que el muchacho es un depravado. Para entenderlo es preciso haber leído mucho y tener una amplia experiencia, ser capaz de reconocer la naturaleza de las cosas, captar el Dao y comprender el Misterio.
Habló con tal seriedad que Zixing le pidió que explicara sus palabras.
—Salvo los muy buenos y los muy malos —prosiguió Yucun— todos los hombres se parecen bastante. Los muy buenos nacen en tiempos propicios, cuando el mundo está bien gobernado; los muy malos, en tiempos de calamidad, cuando el peligro acecha. Ejemplos del primer suceso son Yao, Shun, Yu y Tang, el rey Wen y el rey Wu, el duque de Zhou y el duque de Zhao, Confucio y Mencio, Dong Zhongshu, Han Yu, Zhou Dunyi, los hermanos Cheng, Zhang Zai y Zhu Xi [9] . En cuanto al segundo, ahí tienes a Chi You, Gong Gong, Jie, Zhou, Qin Shi Huang, Wang Mang, Cao Cao, Huan Wen, An Lushan o Qin Hui [10] . Los buenos traen orden al mundo, los malos lo precipitan a la confusión. Los buenos encarnan la inteligencia pura, la verdadera esencia del cielo y la tierra; los malos, la crueldad y todo lo perverso, la esencia del mal. El presente es un reinado próspero y duradero en el que el mundo está en paz, y tanto en la ciudad como en el campo hay mucha gente dotada de buenas esencias. El exceso de tanta buena esencia, al no tener donde ir, se transforma en dulce rocío y en brisas amables que se dispersan por los Cuatro Mares.
Tras una pausa continuó:
—Pero la esencia de la crueldad y la perversidad no tiene un lugar bajo el brillante sol y los cielos serenos, de manera que se aquieta en las cavernas y en las profundidades de los valles. Si el viento la mueve o las nubes la presionan, entonces se agita y permite que escapen algunos de sus fluidos. Si alguno de éstos se encuentra con la esencia pura, el mal siente envidia del bien y el bien se niega a ceder frente al mal. Ninguno prevalece sobre el otro. Es como el viento, la lluvia, el relámpago y el trueno, que no pueden desvanecerse sin más, sino que luchan hasta consumirse. Buscando alguna vía de escape, estas esencias penetran en algunos seres humanos, que llegan al mundo como encarnación de ambas. Esos seres no llegan a convertirse en sabios ni en hombres perfectos, pero tampoco en perfectos canallas. Están dotados de una inteligencia pura que los eleva por encima de sus semejantes, pero su perversidad y su conducta extravagante les hacen caer igualmente por debajo de los demás hombres. Cuando nacen en el seno de familias ricas y nobles, esas personas se convierten en extravagantes soñadores; si nacen en familias pobres pero cultas, se vuelven eruditos o ermitaños de alma noble; si nacen en hogares humildes y desgraciados, nunca llegan a ser correos de alguna prefectura o sirvientes de amos vulgares, sino más bien actores o cortesanas célebres. Vimos en el pasado a ese tipo de gente en Xu You, Tao Qian, Ruan Ji, Ji Kang y Liu Ling, las dos familias de Wang y Xie, Gu Hutou, Chen Shubao, el emperador Minghuang de la dinastía Tang, el emperador Huizong de la dinastía Song, Wen Feiqing, Mi Nangong, Shi Manqing, Liu Qiqing y Qin Shaoyou [11] . Ejemplos más recientes son Ni Yulin, Tang Bohu y Zhu Zhishan [12] . Hay otros casos como Li Guinian, Huang Fanchuo, Jing Xinmo, Zhuo Wenjun, Hongfu, Xue Tao, Cui Yingying y Zhaoyun [13] . Todos ellos, cada uno en su terreno y en su época, fueron esencialmente idénticos.
—¿Estás diciendo que tales personas serán príncipes o ladrones, según triunfen o fracasen en lo que emprendan?
—Exactamente. Creo que no sabes que desde mi destitución he estado viajando por diferentes provincias; pues bien, me he cruzado con uno o dos niños extraordinarios. Por eso pienso que ese Baoyu que has mencionado; pertenece a la misma categoría. Te pondré un ejemplo bastante cercano: ¿Conoces al señor Zhen, el que fuera director de la facultad provincial de Jinling?
—¿Quién no lo conoce? Las familias Zhen y Jia están relacionadas y mantienen una estrecha amistad. He tratado de negocios con los Zhen en muchas ocasiones.
—Pues bien, cuando estuve el año pasado en Jinling alguien me recomendó a los Zhen como preceptor residente. Me sorprendió encontrar una casa tan grande que además supiera combinar la riqueza con la educación. Ese tipo de trabajo no se encuentra fácilmente, y no dudé en aceptarlo. Sin embargo, a pesar de que sólo estaba iniciando su aprendizaje, era más difícil enseñar a mi discípulo que a un aspirante a los exámenes provinciales. Escucha una muestra de las absurdas cosas que decía: «Necesito que dos muchachas me acompañen mientras estudio; de lo contrario los caracteres se me confunden en el cerebro y no puedo aprenderlos». A sus sirvientes les dijo: «La palabra “muchacha” es tan pura y honorable que ni los supremos títulos budistas y taoístas se le pueden comparar. Vuestras bocas sucias y vuestras lenguas viperinas nunca deben violarla: antes de pronunciar esa palabra os enjuagaréis la boca con agua pura o té fragante. Si no lo hicierais, los dientes os crecerán torcidos y se os clavarán en las mejillas». Tenía un carácter temible y podía llegar a ser increíblemente terco y violento, pero apenas concluían las clases se iba con las muchachas y entonces se transformaba en tolerante, sensible y gentil. Su padre le zurró en más de una ocasión hasta casi matarlo, pero eso tampoco mudó su carácter ni un ápice. Cuando el dolor se le hacía insufrible empezaba a gritar: «¡Hermana! ¡Hermanita!». Una vez, en los aposentos interiores, las muchachas se burlaron de él diciéndole: «¿Por qué nos llamas cuando te están zurrando? ¿Quieres que intercedamos por ti? ¿No te da vergüenza?», y tendrías que haber oído su respuesta: «La primera vez que grité no sabía que eso me aliviaría el dolor, pero luego descubrí que funcionaba como por ensalmo. Por eso ahora grito “¡hermana!” en lo peor de la paliza». ¿Has oído alguna vez algo tan absurdo?
Y añadió:
—Por amor a su nieto, la abuela llegaba a menudo a ser descortés conmigo, e incluso a culpar a su propio hijo. Por eso renuncié al empleo. Lo más probable es que un muchacho así pierda su herencia y desperdicie los buenos consejos de maestros y amigos. La lástima es que las jóvenes de su familia son admirables…
—¡Igual que las tres muchachas de la familia Jia! —dijo Zixing—. Yuanchun [14] , la hija mayor de Jia Zheng, que nació el primer día del año, fue seleccionada en el Palacio Imperial y nombrada institutriz por su bondad, su piedad filial y sus talentos. La segunda, Yingchun [15] , es hija de una concubina de Jia She. La tercera, Tanchun [16] , es hija de una concubina de Jia Zheng. Xichun [17] , la cuarta, es hermana menor de Jia Zhen, de la mansión Ning. Las llaman «las muchachas Primavera» porque todas tienen el carácter chun en sus nombres. Tanto quiere la Anciana Dama a estas nietas que las pone a estudiar a su lado, en la mansión Rong. De todas tengo muy buenas referencias.
—Prefiero el sistema de la familia Zhen para poner nombres a las hijas —comentó Yucun con desagrado—. Las llaman como a los varones en vez de utilizar nombres floridos como Primavera, Rojo, Fragante o Jade. ¿Cómo ha podido Ja familia Jia rebajarse a prácticas tan vulgares?
—No lo entiendes —repuso Zixing—. A la mayor la llamaron Yuanchun porque nació el día de Año Nuevo [18] . Por eso las