Desiderio Blanco

Vigencia de la semiótica y otros ensayos


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implícita, efecto de sentido del enunciado. Según Greimas y Courtés, autores del Diccionario razonado de la teoría del lenguaje, la enunciación enunciada se produce cuando, por medio de la operación semiótica del desembrague, los actantes de la enunciación (enunciador/enunciatario) son proyectados en el enunciado, asignándoles competencias enunciativas: se les otorga la palabra, la capacidad de decisión y de elección, y las demás competencias de la instancia enunciativa.

      La enunciación implícita también está contenida en el enunciado, pero como un efecto de sentido del mismo. No podría estar en otra parte, ya que lo único que tenemos ante nosotros es el enunciado, con su particular estructura semiótica. Y es esa particular estructura la que nos permite (re)construir la instancia de la enunciación como un efecto del enunciado.

      La instancia de la enunciación es muy compleja, y por medio de diferentes desembragues proyecta en el enunciado sus diferentes roles. Uno de ellos, y de los más importantes, es el narrador. El narrador es un “personaje” (en términos rigurosos, un actante) creado por el enunciador por medio del lenguaje. La presencia del narrador se aprecia de inmediato, pues el autor, el que Greimas identifica como “de carne y hueso”, no puede encontrarse en el lugar y en el tiempo de los acontecimientos que narra. Incluso cuando narra en primera persona, uno es el que narra y otro el que hace. Como consecuencia, el sujeto que ve, y que viendo narra, es un sujeto construido por el enunciador e instalado en el discurso por desembrague. Alguna vez señaló Mario Vargas Llosa que el “personaje” más difícil de construir en un relato, es el narrador.

      Como vemos, ni el narrador ni el enunciador se pueden confundir con el “autor de carne y hueso”. Desde esa perspectiva, resulta verdaderamente pueril aquello de que la “tristeza” de Vallejo (el de carne y hueso) determina la tristeza (poética) de sus poemas, o aquello otro de que Me moriré en París con aguacero es una premonición de la muerte biológica del poeta en una tarde lluviosa de París. Y otras lindezas por el estilo.

      Desde la perspectiva del discurso en acto, la instancia de enunciación es, como hemos dicho, el conjunto de operaciones, de operadores y de parámetros que controlan el discurso. El acto es un acto de enunciación que produce la función semiótica.

      La noción de isotopía y sus dispositivos operativos arrojan nueva luz sobre los procedimientos retóricos. Los dos grandes campos de la retórica están constituidos por la metáfora y por la metonimia. La metáfora trabaja por condensación; la metonimia, por desplazamiento.

      Cuando, en un discurso cualquiera, se trunca la línea isotópica clasemática, se producen efectos de sentido que van desde el chiste y el juego de palabras hasta la metáfora. La ruptura de la isotopía constituye una operación de producción de sentido que genera la irrupción de lo inesperado en el discurso. Cuando esa irrupción degrada el nivel isotópico del sentido, se produce el chiste. Así por ejemplo:

      – Vecino, lo siento; pero mi gata ha matado a tu perro.

      – No puede ser, hermano; mi perro es un doberman.

      – Sí, pero mi gata es hidráulica.

      La línea isotópica iniciada por “gata animal” se trunca inesperadamente para ser sustituida por el semema “gata mecánica”. La sustitución, no obstante, no es completa, pues la segunda “gata” conserva en memoria la primera; por eso surge el chiste, precisamente. Se ha producido una condensación de las dos isotopías, pero la irrupción inesperada de la segunda se ha impuesto sobre la primera, sin anularla por completo. La instancia de discurso ha actualizado la segunda y potencializado la primera.

      En un afiche publicitario de Luz del Sur, se lee:

       Todos los días

      de 6:30 a 10 de la noche abusan de ella; y en tu propia casa.

      Fotografía

      en la que se

      aprecian rayos

      y haces luminosos.

      Este abuso puede oscurecer tus días.

      No desperdicies luz, especialmente entre las 6:30 y las 10 de la noche.

      La isotopía que dirige la lectura del texto comienza apoyándose en el clasema sexual: el abuso del que se habla conduce a pensar en un “abuso sexual”, puesto que en ese contexto el pronombre “ella” es, salvo indicación contraria, un pronombre personal; por tanto, el abuso es un abuso de persona, y de persona femenina. Con el agravante de que el abuso se produce en la propia casa del enunciatario.

      Pero, en ese momento, la imagen se encarga de truncar la isotopía sexual, introduciendo el clasema /energético/ y con él una nueva isotopía, que se impone igualmente sobre la primera. Este juego de palabras es muy utilizado en el discurso publicitario.

      En los dos casos comentados, podemos observar que la línea de lectura (=isotopía), de un nivel considerado superior, /animal/ en el primer ejemplo, /personal/ (= /humano/) en el segundo, pasa a un nivel considerado inferior, /mecánico/ en el primer caso, /energético/ en el segundo. Graficando:

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      En la metáfora, en cambio, la ruptura de isotopía se produce generalmente hacia arriba:

      La luna vino a la fragua con su polisón de nardos.

      F. García Lorca

      En este caso, la condensación es completa; casi no nos permite imaginar la isotopía que ha sido sustituida, y el enunciado nos ofrece solamente la isotopía sustituyente. La luna se nos presenta ataviada con vestidos de mujer: el polisón o miriñaque adornado de flores. La fuerza expresiva de la metáfora consiste precisamente en eso: en crear una condensación casi total entre los clasemas /astronómico/ y /vestimentario/, que arrastra tras de sí el clasema más genérico /femenino/. La luna, destacando en la bóveda celeste, tachonada de estrellas, se convierte de golpe en una dama con polisón de nardos. En este caso, la segunda isotopía es más noble que la primera, y trasunta la materia original en una figura elegante y enérgica:

image

      Sin embargo, por la condensación producida, las dos isotopías trabajan juntas y enriquecen la densidad de la significación, con los efectos estéticos correspondientes.

      La metonimia, en cambio, se acoge al esquema discursivo (III), según el cual la isotopía se apoya en la redundancia de los semas nucleares. Por la yuxtaposición de dos núcleos sémicos, se produce un desplazamiento de sentido entre uno y otro, manteniendo el mismo clasema organizador del contexto.

      En el socorrido ejemplo de metonimia…

      – Te invito a tomar una copa,

      … la contigüidad existente entre el núcleo sémico de “copa” (/continente/) y el núcleo sémico de “vino” (/contenido/) permite desplazar el rol actancial /objeto/ de “vino” a “copa” y de “copa” a “vino”. El /objeto/ “copa” es actualizado pero no asumido por el enunciador, mientras que el /objeto/ “vino” es asumido aunque está potencializado; el /objeto/ “vino” es actualizado y asumido por el enunciatario, mientras que mantiene al /objeto/ “copa” en estado virtualizado.

      En un spot publicitario de la firma Pfizer, aparecen tres encuadres sucesivos: En el primero vemos en primer término unas cuerdas o barras que cruzan la pantalla de lado a lado, horizontalmente; y empezamos a escuchar un tintineo metálico particular en off, sobre un fondo difuminado, en el que se mueven unas masas informes. En el segundo encuadre, se aprecia la cabecera de una cama, de la cual cuelga una correa cu ya hebilla golpea suavemente sobre el catre, produciendo,