Desiderio Blanco

Vigencia de la semiótica y otros ensayos


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que las partes; la estrategia electiva, en cambio, da origen a ideologías individualistas, en las que las partes prevalecen sobre el todo; la estrategia acumulativa produce efectos ideológicos de carácter participativo e inclusivo, puesto que surge de los reclamos sensibles de lo múltiple y diverso. Es la estrategia discursiva que da origen a los ideales de las democracias. La estrategia particularizante genera, en este marco, ideologías fascistas y racistas.

      b) Por medio de los modos de existencia que la instancia de enunciación otorga a los contenidos del discurso. El modo de existencia de un contenido discursivo está determinado por el grado de asunción y por el grado de despliegue que le atribuya la instancia de discurso. El grado de asunción dependerá de la intensidad (sensible, afectiva) que experimente dicha instancia ante ese contenido (que le agrade o que le desagrade, que lo ame o que lo deteste). El grado de despliegue dependerá, a su vez, de la extensión que le asigne en términos de amplitud y de distancia en el campo de presencia, tanto espacio-temporal como cognitiva, es decir, de la importancia que le atribuye.

      Los modos de existencia reconocidos son: el modo realizado, el modo actualizado, el modo virtualizado y el modo potencializado. Los modos de existencia se correlacionan con los modos de presencia: a una presencia plena corresponde un modo de existencia realizado; a una presencia con carencias corresponde un modo de existencia actualizado; a una presencia vacua corresponde un modo de existencia virtualizado; y a una presencia inane (fútil, insignificante) corresponde un modo de existencia potencializado3.

      La disposición de los contenidos en el campo de presencia del discurso y la fuerza de asunción que la instancia enunciante les otorga señalan la intencionalidad discursiva, cuya orientación produce efectos de sentido ideológicos. Una existencia realizada implica la afirmación y el compromiso con los valores que conlleva; una existencia actualizada orienta hacia la aceptación de los valores comprometidos en el proceso narrativo; una existencia virtualizada aleja el interés de los valores en juego, descalificándolos en última instancia; y una existencia potencializada pone entre paréntesis el valor de los valores, los mantiene en suspenso en los bordes de la memoria, hasta que más adelante o en próximos discursos sean reactualizados y eventualmente realizados. Cada una de estas actitudes da origen a otras tantas posiciones ideológicas, conocidas o ignoradas, con nombre o sin nombre.

      Como los modos de existencia proceden de la gramática narrativa (conjunción/no conjunción; disjunción/no disjunción), resulta claro que los efectos ideológicos surgen al mismo tiempo de los diversos niveles de organización del discurso y de las distintas operaciones de producción de sentido, creando así un efecto de coherencia, primero, y finalmente, en el nivel de la enunciación, de congruencia discursiva.

      c). Por medio de los esquemas de la tensividad4. La tensividad se desdobla por dehiscencia en intensidad (lo sensible, lo afectivo) y en extensidad (lo inteligible, el número, la cantidad). La intensidad rige (se impone a) la extensidad.

      Los esquemas tensivos básicos son los siguientes:

      • Esquema de la ascendencia: aumento de la intensidad correlacionado con la reducción de la extensión espacio-temporal y/o cognitiva. Este esquema conduce a los valores de absoluto (valores exclusivos, elitistas), y promueve las ideologías aristocráticas en todos los niveles (isotopías) de su manifestación: aristocracia social, de la inteligencia, del dinero, de la educación, etc.

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      • Esquema de la decadencia: debilitamiento de la intensidad correlacionado con el despliegue de la extensión. Este esquema conduce a los valores de universo o valores participativos, y promueve las ideologías democráticas, inclusivas, en todos los niveles de su manifestación, desde la política hasta la educación. De acuerdo con este esquema, cuanto más se extiende la educación, por ejemplo, más pierde en calidad (intensidad).

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      • Esquema de la amplificación: aumento de la intensidad correlacionado con el despliegue de la extensión. Este esquema apunta a los valores de apogeo, de plenitud, y se halla en la base de todas las utopías. En la educación, otra vez, lo ideal, la utopía, consiste en apuntar a la mejor calidad para el mayor número de personas.

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      • Esquema de la atenuación: debilitamiento de la intensidad correlacionado con la reducción de la extensión. Este esquema orienta hacia los valores de abismo, hasta llegar a la aniquilación total de las dos valencias en juego, y se encuentra en la base de las ideologías pesimistas y nihilistas. En el plano político y social, genera las ideologías anarquistas. No obstante, en la otra cara de la negación radical de lo sensible y de lo inteligible, se puede encontrar, en otro nivel discursivo, en otra isotopía, la plenitud existencial. Piénsese en la ideología del Nirvana, que descubre en la anulación total de los sentidos la plenitud de la inmersión en el Todo; o en los místicos cristianos (santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz), quienes, de modo parecido, encuentran en la supresión de las sensaciones corporales la plenitud de la fusión con Dios. Obsérvese también el partido que Tanizaki obtiene en Elogio de la sombra del esquema de la atenuación, en el plano estético.

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      Estos cuatro esquemas tensivos se correlacionan, como anteriormente lo hacían en la gramática narrativa los modos de existencia con los modos de asunción, y de esa manera dan origen a diversas formas de vida, las cuales conllevan, a su vez, otras tantas ideologías.

      En resumen, la ideología es un efecto de sentido que surge de operaciones sintácticas de producción textual, considerando como texto cualquier organización de elementos significantes, desde los elementos de la lengua natural hasta las prácticas sociales más diversas, pasando por los diferentes “lenguajes” artísticos, de cualquier naturaleza y nivel que ellos sean.

      Otro de los aportes fundamentales para el análisis del discurso consiste en la teoría de la enunciación, tanto si se la considera como algo acabado, como algo que puede inferirse del discurso realizado, como si se la considera en el movimiento mismo del discurso en acto, del discurso en devenir. En cualquier caso, la semiótica nos ha enseñado a separar claramente las instancias de la enunciación de las del enunciado, instancias que la teoría literaria, y la artística en general, se ha empeñado tercamente en confundir. Ya Greimas, hace algunos años (1974), alertaba sobre este grave problema:

      Toda la confusión surge del hecho de que el sujeto de la enunciación, que es un sujeto lógico, es considerado por los lingüistas, y sobre todo por los literatos y por los filósofos, como un sujeto ontológico. La confusión, sin embargo, se disuelve fácilmente; pues si yo, en carne y hueso, como ser existente, digo: La tierra es redonda, entonces dicen que Greimas es el sujeto de la enunciación del enunciado La tierra es redonda. Pero, lingüísticamente, postular la existencia de Greimas significa postular la existencia de un referente exterior al lenguaje. Eso es antisaussuriano, y al hacerlo, toda la semiótica se derrumba. Pues eso es como decir que existe una realidad extralingüística que podemos conocer con métodos lingüísticos. Y por consiguiente, la principal conquista de la semiótica queda abolida y regresamos a la psicología del autor, a la biografía. Y ya conocen ustedes las consecuencias de esas posiciones. (…) El sujeto de la enunciación jamás puede ser captado directamente, y todos los “yo” que podamos encontrar en el discurso enunciado no son sujetos de la enunciación verdadera; sólo son simulacros. (…) Los diferentes “yo” que aparecen en el enunciado son ya “yo” hablados y no “yo” que hablan. Porque el “yo” de la enunciación permanece siempre oculto, es