Desiderio Blanco

Vigencia de la semiótica y otros ensayos


Скачать книгу

cuatro grandes tipos de estrategias del punto de vista, sea actuando sobre la intensidad de la mira, sea actuando sobre la extensión de la captación, sea actuando sobre las dos dimensiones:

image

      En el primer caso, el punto de vista será dominante o englobante; en el segundo, el punto de vista será acumulativo (incluso exhaustivo); en el tercer caso, el punto de vista será electivo (o también exclusivo); en el cuarto, el punto de vista será particular (o específico).

      En cada tipo de punto de vista, el sentido atribuido al objeto se basa en una morfología diferente: el objeto puede ser representado por una de sus partes (electivo), recompuesto por adición (acumulativo), captado de golpe como un todo (englobante), o reducido a un fragmento aislable (particular).

      b) La cuestión de la conexión entre las diferentes isotopías se basa en el principio de la homogeneidad de todo universo semiótico, homogeneidad requerida entre el plano de la expresión y el plano del contenido. La conexión entre las isotopías puede ser asegurada por simples figuras que les son comunes: el rasgo de /altura/, por ejemplo, puede ser común, en el mismo discurso, a la isotopía de lo “celeste” y de lo “sagrado”. Pero ese tipo de conexión, basada sobre una parte común, puede ser simplemente un índice de coherencia. La homogeneidad solo estará asegurada si varios elementos de una isotopía entran en equivalencia con varios elementos de otra isotopía. La coherencia discursiva solamente se logra si la conexión es establecida entre sistemas de valores y no entre términos aislados. Las conexiones establecidas término a término son de orden simbólico, en el sentido corriente de la palabra: la rosa “simboliza” el amor, el cielo “simboliza” lo divino, la balanza “simboliza” la justicia. Esas conexiones simbólicas son de escaso valor heurístico, porque o bien son tan convencionales que no aportan nada nuevo al discurso, o bien son fruto de las proyecciones personales del analista, y escapan por completo a cualquier tipo de racionalidad discursiva y de verificación textual.

      En cambio, las conexiones entre sistemas de valores particulares (entre oposiciones pertinentes) son el fruto de la praxis enunciativa, y concurren a la coherencia discursiva, construyendo los sistemas de valores del conjunto del discurso. Ese tipo de conexiones da origen a los sistemas semisimbólicos.

      El principio de los sistemas semisimbólicos fue establecido por Lévi-Strauss cuando planteó la fórmula del mito: la oposición entre dos figuras fue puesta en relación con la oposición entre dos funciones. La fórmula fue recogida por Greimas, quien la generalizó y la reformuló con mayor precisión: Se produce un sistema semisimbólico cuando a una categoría del plano de la expresión (s1/s2) corresponde una categoría del plano del contenido (C1/C2), lo que genera una correlación de homologación:

image

      Posteriormente, J.M. Floch la convirtió en el instrumento principal de análisis de la imagen.

      El ejemplo, ya mencionado, de los colores y el estado de la fruta ilustra claramente el funcionamiento del sistema:

image

      Si el “cuerpo propio” percibiente se desplaza en el campo posicional y adopta otro punto de vista, podemos obtener la correlación siguiente:

image

      Y con un nuevo desplazamiento:

image

      Como estos sistemas semisimbólicos son transitivos, se obtiene, para terminar, una correlación como la siguiente:

image

      Esta correlación se encuentra con frecuencia en textos pictóricos y cinematográficos.

      Este proceso semiótico fue sagazmente intuido por Roland Barthes en los comienzos de la semiótica moderna, cuando reelaboró estructuralmente las clásicas relaciones entre denotación y connotación (Cf. Elementos de semiología, 1964). Si un conjunto de elementos puede ser puesto en relación con varios otros conjuntos, cambiará de forma con cada nueva asociación. El color puede ser puesto en relación con la madurez, con la emoción, con la circulación de automóviles (semáforo), etcétera. Por tanto, esos diferentes conjuntos se pueden superponer entre sí: con cada nueva correlación se genera un nuevo sistema semisimbólico. Nada queda congelado, nada es fijo. La semiosis es siempre fluente.

      En ese sentido, el dispositivo semisimbólico es particularmente creativo, y al contrario de lo que sucede con el gastado simbolismo, puede ser renovado en cada discurso por la instancia enunciativa. En el cine, particularmente en el cine expresionista y en el “cine negro” americano, se hizo clásico el sistema semisimbólico siguiente:

      blanco : negro :: inocencia: maldad (Cf. Nosferatu)

      Pues bien; Serguei Eisenstein, en Alexander Nevski, invirtió creativamente la correlación y obtuvo un fuerte efecto dramático y estético:

image

      La conexión semisimbólica entre isotopías puede ser establecida entre categorías próximas o distantes: cuanto mayor sea la distancia, más asegurada estará la homogeneidad global del discurso.

      c) La coexistencia de diferentes isotopías en una misma zona del discurso supone que están todas ellas afectadas por grados de presencia diferentes, es decir que son consideradas como más o menos intensas y como más o menos distantes de la posición de referencia del discurso.

      Se trata ahora de la presencia de los contenidos mismos del discurso, presencia más o menos sentida y más o menos asumida por la instancia de enunciación. El campo posicional del discurso se convierte en un campo donde las isotopías están dispuestas en profundidad, en capas sucesivas, desde las más fuertemente presentes, en el centro del campo, hasta las más débilmente presentes, en la periferia.

      Esa gradación de la presencia está bajo el control de la instancia de enunciación: cada capa está colocada bajo una mira más o menos intensa, o es captada como más o menos próxima o lejana. Dicho control enunciativo se ejerce en dos direcciones: la de la asunción, en términos de intensidad (sensible, afectiva), y la del despliegue, en términos de distancia (espacio-temporal, cognitiva). Las diferentes isotopías dispuestas en capas de profundidad discursiva son más o menos asumidas y más o menos desplegadas: la instancia de discurso les impone o les retira su fuerza de enunciación (llamada a veces fuerza ilocutoria), las hace retroceder o avanzar en profundidad.

      En ese dispositivo se ejerce la retórica. Y los “pequeños acontecimientos de conexión”, hechos de enlaces y de tensiones locales entre isotopías conectadas entre sí, en los que se juegan diferentes modalidades de coexistencia entre dichas isotopías, son tropos y figuras de retórica.

      Como se trata de los modos de presencia de los contenidos del discurso, determinados por los grados de su asunción y de su despliegue, atribuidos a cada contenido por la instancia de discurso, es posible hacer corresponder a cada uno de los modos de presencia un modo de existencia de los contenidos discursivos:

      Toda figura retórica obedece a ese principio de base desde el momento en que asocia dos planos de enunciación distintos y asumidos de modo diferente. La metáfora y la metonimia invitan a superar el contenido directamente expresado y a asociar allí otro contenido, más general o perteneciente a otra isotopía; juegan, pues, con la disposición de los contenidos discursivos