Desiderio Blanco

Vigencia de la semiótica y otros ensayos


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que va de lo /femenino/ a lo /no femenino/. Si, por el contrario, decimos: Ese hombre es afeminado, nuestro discurso actualiza una posición entre lo /no masculino/ y lo /femenino/.

      La más moderna semiótica tensiva pretende afinar esos grados de significación por medio de otro modelo: el esquematismo tensivo. Este dispositivo trabaja la correlación entre las dos dimensiones de la presencia sensible: la intensidad y la extensidad. A partir de esas dos dimensiones, consideradas como dimensiones graduales, su correlación puede ser representada por el conjunto de puntos de un espacio sometido a dos ejes de control:

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      La intensidad caracteriza el dominio de lo sensible; la extensidad caracteriza el dominio de lo inteligible. La correlación entre los dos dominios resulta de la toma de posición del cuerpo propio, sede del efecto de la presencia sensible.

      Si se consideran los puntos del espacio interno de correlación, uno por uno, todas las combinaciones entre los grados de cada uno de los dos ejes son posibles, todos están disponibles para definir las diferentes posiciones del sistema. Lo importante, sin embargo, no son las posiciones aisladas, sino los valores, es decir, las posiciones relativas, las diferencias de posición.

      Los dos ejes del espacio externo definen las valencias de la categoría. Todos los puntos del espacio interno son susceptibles de corresponder a valores de la misma categoría. Pero de esa nube de puntos se desprenden algunos principios organizadores: de un lado, la diferencia entre las dos correlaciones determina dos grandes zonas de correlación: la zona de correlación inversa y la zona de correlación conversa (o directa); del otro, la conjugación de los grados más fuertes y más débiles de los dos ejes determina zonas extremas. Todos los puntos del espacio interno son pertinentes, pero las zonas extremas de cada correlación son las zonas más típicas de la categoría en cuestión.

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      La combinación entre esos dos principios permite desprender cuatro grandes zonas típicas de la categoría, que corresponden, además, a los “estilos de categorización”, ya enumerados anteriormente:

      a. Una zona de intensidad fuerte y de extensión débil (o concentrada): estilo categorial: el parangón;

      b. Una zona de intensidad y de extensión igualmente fuertes: estilo categorial: la serie;

      c. Una zona de intensidad débil y de extensión fuerte (o difusa): estilo categorial: la familia;

      d. Una zona de intensidad y de extensión igualmente débiles: estilo categorial: el conglomerado.

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      El concepto de isotopía se forma bajo la inspiración de los fenómenos descritos por la físico-química. Un isótopo es un nucleido que tiene el mis mo número atómico que otro, cualquiera que sea su número de masa. Todos los isótopos de un elemento tienen las mismas propiedades químicas.

      En el dominio semiótico, las “mismas propiedades” semánticas surgen de la redundancia de determinados semas. Para entender ese fenómeno discursivo, es preciso aclarar que un sema es la unidad mínima de significación con la que se inicia la articulación del sentido. Los semas son rasgos distintivos de los lexemas, que no existen aisladamente, pero que nos permiten diferenciar los “objetos semióticos” entre sí. Así, el rasgo de /verticalidad/ que compone el lexema “columna”, o el rasgo de /horizontalidad/ que integra el lexema “viga”, o el rasgo de /masculinidad/ que define al lexema “padre”, son semas.

      Los semas son de dos clases: aquellos que constituyen el “núcleo” más o menos permanente del lexema, y aquellos otros que emergen del contexto. Los primeros son denominados semas nucleares; los segundos, semas contextuales o clasemas, porque cumplen una función clasificadora. Un ejemplo permitirá ilustrar esas operaciones: en enunciados como…

      a. Las columnas del Partenón son particularmente bellas.

      b. A mi padre le duele la columna.

      c. El Papa es la columna de la Iglesia.

      … el lexema “columna” manifiesta semas nucleares, o específicos, tales como /verticalidad/, /fijeza/, /soporte/ /resistencia/, /articulación/, /consistencia/, entre otros; pero en cada enunciado propuesto, la relación contextual del lexema “columna” con lexemas como “Partenón”, “padre”, “Iglesia”, pone de manifiesto otros semas como /arquitectónico/, /anatómico/, /institucional/, propios también del lexema “columna”, pero no específicos, no nucleares, porque no son necesarios para que columna sea “columna”, aunque son requeridos para saber de qué columna se trata. El contexto interno de cada enunciado nos permite aprehender que en el primer enunciado se habla de una “columna arquitectónica”; en el segundo, de una “columna anatómica”; en el tercero, de una “columna institucional”. Como puede observarse, los semas /arquitectónico/, /anatómico/, /institucional/ permiten clasificar el lexema “columna”. Por tal razón, esos semas contextuales son llamados clasemas. Gracias a ellos, podemos hablar de “columnas arquitectónicas”, de “columnas anatómicas” o de “columnas institucionales”. Los clasemas cumplen además otra función sumamente importante: obligan al enunciado a seleccionar del acervo virtual del lexema aquellos semas nucleares que son coherentes con el contexto del enunciado, dejando de lado aquellos otros que no lo son. El clasema /arquitectónico/ que surge del contexto del primer enunciado, selecciona los semas nucleares /verticalidad/ /fijeza/, /soporte/, /resistencia/, /consistencia/; pero no /articulación/, por ejemplo. El clasema /anatómico/ que surge del contexto del segundo enunciado, selecciona los semas nucleares /verticalidad/, /soporte/, /resistencia/, /articulación/, /consistencia/; pero no /fijeza/. El clasema /institucional/ que emerge del contexto del tercer enunciado, selecciona los semas /so-porte/, /consistencia/, /articulación/; pero no /verticalidad/, /fijeza/ ni /resistencia/.

      La articulación combinatoria de semas nucleares [Ns] y de clasemas [Cls] da por resultado una nueva entidad semiótica, denominada semema. El semema es un equivalente de la noción lingüística de “acepción”. En el primer enunciado entendemos columna como “columna arquitectónica”; en el segundo enunciado, la columna se presenta como “columna anatómica”; en el tercer enunciado, la columna surge como “columna institucional”. Cada tipo de columna que cada enunciado genera con base en una contextualización diferente, es un semema: “Columna arquitectónica”, “columna anatómica”, “columna institucional” son sememas.

      El semema es una unidad semiótica de manifestación de sentido. Es una unidad más compleja que el sema, y de un nivel jerárquicamente superior. Lo que “captamos” en la lectura, lo que “vemos” en cada visión de una película, en cada contemplación de una pintura, son siempre sememas, nunca semas ni lexemas: aquellos por ser abstractos, éstos por ser virtuales.

      En la construcción del semema intervienen, como acabamos de ver, semas nucleares [Ns] y clasemas [Cls]. Y existen cuatro posibilidades de combinación entre ellos:

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      Cuatro perfiles isotópicos diferentes. Porque la isotopía consiste en la reiteración de semas a lo largo del discurso, sea la repetición de clasemas, sea la repetición de semas nucleares. Esta última repetición da lugar a la isotopía semiológica; la primera origina la isotopía semántica. En el caso (I), el discurso resultante de esa combinatoria es un discurso unisótopo: el discurso científico, el discurso filosófico y todo discurso que trate de evitar la ambigüedad. El caso (II) da origen a los discursos plurisótopos,