las cargas aplicadas sean en su mayoría específicas igualmente, de modo que las reacciones y adaptaciones de órganos y sistemas funcionales se especialicen en aquello para lo que se entrena. El carácter prioritario de la especificidad de las cargas no implica siempre que deban ser entrenables. Dependiendo del objetivo, pueden ser específicas para desarrollar capacidades o para acelerar y favorecer los procesos de recuperación.
Para que realmente se cumpla la condición de especificidad, el entrenador debe tener presentes tres requisitos al aplicar las cargas:
Potencial de la carga
Supone la manera en la cual la carga hace que varíe la condición del deportista. Sus posibilidades de adaptación tienen un límite por encima del cual ya no se producen adaptaciones y ha de ser conocido por el entrenador con la mayor aproximación, ya que en el momento en el que se llegue a la posibilidad de seguir introduciendo cargas en la misma dirección, se causará solamente fatiga, no adaptaciones.
Puede suceder que algunas cargas específicas hayan provocado adaptaciones que pudieran haber llegado al límite de las reservas adaptativas en alguna dirección o en algún sistema u órgano. Si el entrenador se encuentra en condiciones de identificar estos límites, podrá proseguir introduciendo cargas con otras orientaciones y así continuar con la progresión en el rendimiento de su deportista. Es bastante frecuente encontrarse con situaciones en las que el deportista, tras varios años de entrenamiento, ha llegado a su límite de adaptación de procesos aeróbicos. Si se siguen introduciendo cargas con objetivos exclusivamente aeróbicos, se convertirían en ineficaces y supondrían únicamente pérdida de tiempo y energía. Por el contrario, si en esta situación el entrenador es consciente de la saturación, podrá redirigir las cargas entrenables para obtener rendimiento en otra dirección (por ejemplo la fuerza, o la estimulación de procesos anaeróbicos), lo que le permitirá proseguir la mejora de las prestaciones (figura 1.34).
Figura 1.34. Ejemplo de saturación y posibilidades adaptativas. La capacidad A ha llegado al límite de la reserva de adaptación actual, por lo que la posibilidad de seguir incidiendo con cargas en esta dirección resulta inútil. En cambio, aún existe la posibilidad de introducir cargas en las direcciones B y C.
Magnitud de la carga
Se refiere al aspecto cuantitativo y cualitativo. A su vez, viene deter-minada por: volumen, intensidad y densidad de la carga.
El volumen de la carga
“Define principalmente el aspecto cuantitativo del estímulo de entrenamiento” (Verkhoshansky, 1990). Se refiere fundamentalmente a la cantidad total de trabajo realizado al margen del tiempo invertido en el proceso (García-Verdugo y Navarro, 2003).
Cuando aumenta la duración del entrenamiento, la relación existente entre riesgo y beneficio supone un punto de interés para entrenador y deportista. El incremento de la duración del ejercicio sitúa al deportista ante un riesgo más elevado de sobreentrenamiento. La tendencia más extendida entre los entrenadores que tienen en sus manos la preparación de deportistas de resistencia consiste en elevar paulatinamente el volumen de trabajo, pero este aumento no siempre conlleva efectos adaptativos beneficiosos para el rendimiento del deportista.
La magnitud del volumen de la carga de entrenamiento es la magnitud global del trabajo en todos sus grados de incidencia y orientaciones. Se puede distinguir entre:
Como ejemplo, el volumen de la carga en el entrenamiento del deportista de resistencia depende fundamentalmente de la variación de parámetros relacionados con cualquier estructura del entrenamiento: sesión, microciclo, mesociclo, etc. Estos parámetros pueden variar por separado o en combinación. Los más determinantes son los siguientes:
Posibilidades de progresión
El aumento del volumen permite a priori la mejora del rendimiento para todas las modalidades de deportes de resistencia, pero este hecho no se produce siempre. Existe un límite a partir del cual ese aumento puede ir en detrimento de la intensidad, lo que puede conllevar menor especificidad del entrenamiento y, como consecuencia, la pérdida de rendimiento. En caso de que el entrenador necesite incrementar el volumen de las cargas, puede hacerlo en diferentes direcciones, de forma aislada o en conjunto, aumentando:
La intensidad de la carga
“Es el nivel de rendimiento requerido a un sujeto con relación a su capacidad potencial máxima en las mismas condiciones” (Manno, 1991). Supone la repercusión real que desajusta al organismo, en su conjunto o a alguno de sus sistemas, para producir adaptaciones específicas. Hace referencia a la calidad del entrenamiento y resulta el componente que determina, de forma predominante, la especificidad del estímulo que produce el mayor rendimiento deportivo (García-Verdugo y Navarro, 2003).
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