El movimiento del útero
Las fibras musculares de la capa media del útero, el miometrio, tienen intención de movimiento durante todo el ciclo. Decimos, entonces, que el útero late o vibra. Lo hace a través de un movimiento ondulante que debería ser armonioso y placentero, pero generalmente no lo es, entonces sentimos dolor.
El motivo de esto es que se encuentra contracturado. El útero espástico o acorazado es la generalidad en las mujeres actuales y también en nuestros ancestros femeninos desde el establecimiento de la lógica patriarcal.
Milenios atrás nuestros úteros fluían con las necesidades del cuerpo sin manifestar dolor, pero hoy en día la mayoría de las mujeres siente algún grado de malestar durante la menstruación, durante el acto sexual y/o durante el parto, como consecuencia de siglos de anulación de la naturaleza creativa femenina.
Es muy probable que tu útero se encuentre contracturado y su movimiento ondulante esté descompaginado, lo que causa espasmos, dolor y distintos tipos de desarmonías físicas, emocionales y/o energéticas. En la intención natural de movimiento, un útero contracturado se encuentra en estado de aflicción.
El dolor físico refleja el dolor emocional acumulado en nuestros cuerpos y en nuestra vida, y también a través de las vivencias del linaje femenino y las mujeres en su totalidad. Es un dolor heredado que recibimos de nuestras madres y abuelas y que entregaremos a nuestras hijas y nietas si no sanamos y creamos una nueva realidad corporal.
El movimiento natural de un útero eutónico (en su tono muscular correcto, ni tenso ni laxo) es suave y fluido. El útero se expande y contrae rítmicamente en oleadas, en vez de en bloque, como sucede cuando se encuentra tenso. Un útero eutónico genera placer.
El sentido de este ritmo de expansión-contracción depende del momento del mes:
• Durante la menstruación, el útero busca vaciarse y por ello genera un oleaje de contracciones desde su fondo (parte más alta) hacia su cuello, luego se expande para permitir que la sangre fluya hacia el exterior. Este movimiento es similar al que sucede durante el parto, pero en una proporción mucho menor.
• Durante la ovulación, el útero busca aspirar esperma para lograr fertilizar el óvulo, para lo cual genera un oleaje de contracciones inverso al de la menstruación: comienza en el cuello del útero y se completa en el fondo para luego expandirse. Este movimiento también sucede, con mayor intensidad, durante el orgasmo uterino, tema del que hablaremos más adelante en el libro.
• Durante las fases pre-menstrual y pre-ovulatoria, el útero reposa, cambiando en algún momento el sentido del movimiento.
Es posible aprender a sentir el movimiento del útero y detectar en qué momento del mes cambia el sentido, como así también recuperar su tonicidad natural y su vibración armónica y placentera.
Los ovarios y los óvulos
Los ovarios son la fuente de energía creativa de la mujer. Son glándulas que forman parte del sistema reproductor y, por supuesto, se encuentran estrechamente vinculados con el útero, pero también forman parte del sistema endócrino y su funcionamiento repercute en el equilibrio hormonal general de la mujer.
La función corporal principal de los ovarios es generar óvulos para que exista la posibilidad de generar vida. Previo a ser óvulos, estos son folículos, óvulos inmaduros almacenados en los ovarios y que están allí desde que el feto se encuentra en desarrollo dentro de su madre.
Las mujeres nacemos con una determinada cantidad de folículos, que puede variar entre uno y tres millones, y que disminuye paulatinamente en el transcurso de la vida. En el inicio de la vida fértil, la cantidad de folículos puede ser de entre veinte y treinta mil, y hacia la menopausia pueden haberse reducido a menos de mil. A esto se le llama “reserva ovárica” y representa la cantidad de folículos disponibles en un momento dado de la vida.
Cada ciclo, uno de los folículos madura y se convierte en óvulo, sale del ovario hacia la trompa y se encuentra disponible para ser fertilizado. En toda nuestra vida fértil, maduran entre trescientos y quinientos óvulos. Significa que hay suficientes folículos para generar óvulos de manera natural durante toda la vida fértil de la mujer.
Cada folículo es un contenedor de energía creativa potencial y cada óvulo liberado es energía creativa disponible para la mujer. Comprendamos que nuestra potencialidad creativa es muy amplia y que en cada ciclo podemos utilizar activamente esa energía.
Las hormonas femeninas
Los ovarios producen principalmente dos tipos de hormonas: los estrógenos, en la primera mitad del ciclo, que permiten la maduración de los folículos; y la progesterona, en la segunda mitad del ciclo, que permite la anidación del embrión, si lo hubiera. Cuando la fertilización no sucede, el ciclo hormonal se reinicia a través de la menstruación.
El ciclo hormonal de los ovarios se relaciona con las energías de útero, no solo respecto a la posibilidad de embarazo, sino también a la sexualidad, a la creatividad y al ciclo natural de la vida.
A través de las hormonas, los ovarios conectan al útero con el resto del sistema endócrino, intercambiando información con el resto del cuerpo. El sistema endócrino es especialmente sensible a pensamientos, creencias y emociones. Las hormonas son las mensajeras de nuestro mundo interno y le permiten al cuerpo adaptarse eficientemente a las situaciones que percibe y experimenta en la vida cotidiana. Lo que pensamos y sentimos, el útero lo recibe a través de lo que le relatan las hormonas.
Si albergamos sensaciones de frustración o desvalorización, enojo, tristeza, miedo, pensamientos despreciativos o autoboicoteantes, el útero reaccionará en consecuencia, de manera física y energética, cerrándose y anulándose. Si trabajamos en generar sensaciones placenteras desde el útero hacia el resto del cuerpo, cultivamos el autorespeto, el amor, la compasión y cambiamos nuestras creencias hacia el poder y el valor; el útero se vuelve receptivo y funcional, las hormonas se equilibran y el cuerpo femenino en general se abre y florece.
La función biológica del útero
El sistema reproductor femenino tiene la función de posibilitar la creación de una nueva vida, en colaboración con el esperma del hombre. Esto es posible gracias a la intervención de los ovarios, las trompas y las hormonas. Específicamente, el útero tiene la función de albergar esa vida mientras se desarrolla lo suficiente hasta poder existir en el exterior.
Para cumplir la función biológica, el útero necesita que todos los componentes del sistema colaboren armónicamente. Si alguno de estos falla o se descompagina, la función biológica se encontrará condicionada. Las hormonas deben estar en equilibrio para la correcta ovulación, formación del endometrio y posterior menstruación. Las trompas deben estar disponibles para establecer la comunicación entre ovarios y útero; y este debe encontrarse en armonía para poder generar el nido y sostener vivo al embrión. Un nido que, como ya sabemos, debe ser acogedor y receptivo.
El útero tiene la posibilidad de cumplir con su función biológica mientras exista el ciclo hormonal que sustenta esa posibilidad. Simplificadamente, nos referimos a ese ciclo como menstrual, pero implica mucho más que la menstruación.
El útero cíclico y el útero lineal
A la extensa etapa de nuestras vidas que transcurrimos acompañadas por el ciclo la llamo “etapa cíclica del útero”. Comienza con la menarquía, primera menstruación,