Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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Elena se encontraba débil, demacrada y poco atractiva a los ojos de sus pares. Esto resultó en la pérdida de aceptación social. “Me vi forzada a aprender la amarga lección”, escribió después, “de que nuestra apariencia personal con frecuencia influye directamente en la forma en que nos tratan las personas con quienes nos relacionamos [...] ¡Cuán inconstantes las amistades de mis jóvenes compañeras! [...] Se sentían atraídas por un vestido hermoso o por una cara bonita pero, en cuanto sobrevenía un infortunio, se enfriaba o destruía la frágil amistad” (SG 2:10, 11; TI 1:18). Trataba de escapar buscando “un lugar donde pudiera estar sola” y espaciarse “en sombrías meditaciones acerca de las pruebas que estaba destinada a soportar diariamente”. Solo en Jesús podía encontrar consuelo y la seguridad de que era amada (TI 1:18).

      Esto, sin embargo, no cambió su condición física. Durante dos años, no pudo respirar por la nariz. Su salud era tan delicada, que podía asistir muy poco a la escuela, y le era difícil estudiar y recordar lo que había aprendido. La niña que le había arrojado la piedra fue designada por la maestra como tutora de Elena, para que la ayudara con las tareas escritas y las lecciones. Ella se sentía mal por lo que había hecho, y era tierna y paciente con Elena al ver cuánto se empeñaba en estudiar. Pero, cuando Elena trataba de escribir, le temblaba la mano; y cuando trataba de leer, las letras se “juntaban”, sudaba excesivamente, y sentía “debilidad y desvanecimiento”. Además, la tos persistente de Elena, que era una señal de tuberculosis, no le permitió continuar asistiendo a la escuela. La maestra finalmente sugirió que sería mejor para Elena que renunciara a ir la escuela hasta que su salud mejorara. Su relato muestra cuán difícil fue para ella tomar esa decisión: “Fue la lucha más dura de mi joven vida llegar a la conclusión de que debía ceder a mi estado de debilidad, dejar de estudiar y renunciar a la esperanza de obtener una educación” (TI 1:18; SG 2:11, 12; NB 20, 21).

       La reunión campestre de Buxton

       La seguridad de la salvación

      Al acercarse el año 1843, la preocupación de Elena por su fracaso en vivir la santificación era cada vez mayor; y su angustia se intensificó aun más a causa de la doctrina del tormento eterno de los perdidos, que los predicadores retrataban vívidamente desde el púlpito. Ella recordó: “Mientras escuchaba estas terribles descripciones, mi imaginación quedaba de tal manera sobrecargada,