Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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en tres años”.786 El historiador Ernest Sandeen captó el humor de la época cuando escribió: “Los Estados Unidos del siglo XIX estaban ebrios de milenio”.787

      El escenario escatológico de Elena de White sigue básicamente los pasos del premilenarismo de Miller y está mejor descrito en su libro El conflicto de los siglos. Ella creía que el mundo estaba viviendo en los últimos días y que pronto verían la segunda venida de Cristo. Como Miller, ella rechazaba la posibilidad de redimir la Tierra por medio de reformas sociales y aceptaba la opinión de que el pecado llegaría a su fin con la segunda venida de Cristo. Antes de ese momento, el mundo oirá el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 (después se dirá más sobre estos mensajes), y toda la gente de la Tierra tomará una decisión final respecto del mensaje evangélico y la obediencia fiel a los Mandamientos de Dios. La predicación de estos mensajes galvanizará la opinión pública a favor o en contra de las enseñanzas de la Escritura, y llevará a la persecución y la tribulación de los que desean seguir la Palabra de Dios (CS 661-670). Sin embargo, en este tiempo de angustia, el pueblo de Dios está protegido del mal y, al final, será rescatado en el momento de la venida de Cristo (ibíd. 671-692).

      Además, Elena de White explicó que, en el día del segundo advenimiento de Cristo, terminará el mundo tal como lo conocemos. Los redimidos que murieron en la esperanza de la vida eterna serán resucitados y, al pueblo de Dios que esté vivo, se le otorgará la inmortalidad. Ambos grupos ascenderán al cielo, donde vivirán con Cristo por mil años (ibíd. 693-710). Durante ese tiempo, la Tierra queda desolada y deshabitada; se convierte en la prisión de Satanás y sus hordas malvadas (ibíd. 711-719).

      Según Elena de White, al final del milenio, Cristo y todos los redimidos regresarán a la Tierra con la Nueva Jerusalén. En ese punto, se juzga a todos los pecadores en el Juicio Final y, junto con Satanás y sus ángeles, son destruidos para la eternidad. Elena de White defiende el concepto de que el pecado y el mal, y los pecadores y los ángeles rebeldes serán destruidos en una aniquilación completa al final del milenio (ibíd. 720-731). Para ella, el aniquilacionismo también está entretejido con su visión de la naturaleza humana y de la inmortalidad condicional. Ella rechaza el idea platónica de la inmortalidad natural del alma, que cree que es propagada por el paganismo y por gran parte del cristianismo (ibíd. 607-618). En cambio, ella ve la inmortalidad condicional como el principio bíblico que corrige el interés popular en distintas formas de espiritismo, un engaño introducido en el mundo por Satanás en el Edén (ibíd. 586-589; cf. Gén. 3:4, 5). A la muerte natural se la ve como una condición semejante al sueño sin conciencia, que solo interrumpe la resurrección (CS 601, 605, 606). La creencia de Elena de White en la inmortalidad condicional de la vida humana excluye la existencia eterna de los pecadores y de los ángeles malos. Para ella, la inmortalidad es un regalo de Dios, una recompensa otorgada solo a los fieles hijos de Dios redimidos y a nadie más. Esta visión la condujo a creer que la muerte eterna, o sea, la no existencia eterna, es la consecuencia definitiva del pecado.

      La escatología de Elena de White es firmemente premilenarista, y dependiente de sus puntos de vista sobre la naturaleza humana, la inmortalidad condicional y el aniquilacionismo. Sin embargo, su premilenarismo no es dispensacionalista. Ella rechaza la creencia de que el segundo advenimiento de Cristo está dividido en dos eventos, el primero un rapto secreto y el segundo una aparición gloriosa, separados por una brecha de siete años durante los cuales los pecadores en la Tierra recibirán una segunda oportunidad de salvación. El segundo advenimiento de Cristo será un evento único, visible y personal. Ella también rechaza el universalismo y cree que los pecadores solo tienen esta vida para tomar una decisión respecto del mensaje evangélico y el ofrecimiento de la salvación. Por lo tanto, estas creencias influyen en su fuerte afirmación de la misión de la iglesia de difundir el evangelio a todos los pueblos y naciones de la Tierra.

       II. Temas teológicos en los escritos de Elena G. de White

      Coincido con Knight en afirmar que, aunque Elena de White no era una teóloga instruida, usó en sus escritos una cantidad de temas teológicos para expresar sus ideas, para organizar sus consejos a personas y a la iglesia, y para escribir o comentar sobre temas bíblicos. Al principio de su ministerio, Elena de White no se propuso utilizar estos temas como marco interpretativo para sus escritos, sino que, cuando sus escritos se volvieron más voluminosos, estos temas recibieron más énfasis y, lentamente, surgieron e integraron las diferentes líneas de su pensamiento. Estos temas están tan interrelacionados en sus escritos que es difícil tratarlos por separado sin repetir lo que ya se dijo.

       El amor de Dios