en tres años”.786 El historiador Ernest Sandeen captó el humor de la época cuando escribió: “Los Estados Unidos del siglo XIX estaban ebrios de milenio”.787
Sin embargo, en contraste, Miller predijo que el evento sería, en cambio, la destrucción cataclísmica de todos los reinos de esta tierra y de todos los pecadores impenitentes. Dicho de otro modo, Miller quería decir que todas las buenas obras de las iglesias no eran suficientes para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Solo el segundo advenimiento de Cristo, y la conflagración del tiempo del fin que acompañaría su regreso, permitirían el establecimiento del Reino eterno de Dios. Las enseñanzas radicales de Miller provocaron un gran cambio en la conciencia religiosa de sus oyentes al despertar un temor, o una esperanza, de que él pudiera tener razón al final. Aparte de su fuerte énfasis escatológico, las enseñanzas y las opiniones de Miller eran fieles a las doctrinas evangélicas prevalecientes.788
El escenario escatológico de Elena de White sigue básicamente los pasos del premilenarismo de Miller y está mejor descrito en su libro El conflicto de los siglos. Ella creía que el mundo estaba viviendo en los últimos días y que pronto verían la segunda venida de Cristo. Como Miller, ella rechazaba la posibilidad de redimir la Tierra por medio de reformas sociales y aceptaba la opinión de que el pecado llegaría a su fin con la segunda venida de Cristo. Antes de ese momento, el mundo oirá el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 (después se dirá más sobre estos mensajes), y toda la gente de la Tierra tomará una decisión final respecto del mensaje evangélico y la obediencia fiel a los Mandamientos de Dios. La predicación de estos mensajes galvanizará la opinión pública a favor o en contra de las enseñanzas de la Escritura, y llevará a la persecución y la tribulación de los que desean seguir la Palabra de Dios (CS 661-670). Sin embargo, en este tiempo de angustia, el pueblo de Dios está protegido del mal y, al final, será rescatado en el momento de la venida de Cristo (ibíd. 671-692).
Además, Elena de White explicó que, en el día del segundo advenimiento de Cristo, terminará el mundo tal como lo conocemos. Los redimidos que murieron en la esperanza de la vida eterna serán resucitados y, al pueblo de Dios que esté vivo, se le otorgará la inmortalidad. Ambos grupos ascenderán al cielo, donde vivirán con Cristo por mil años (ibíd. 693-710). Durante ese tiempo, la Tierra queda desolada y deshabitada; se convierte en la prisión de Satanás y sus hordas malvadas (ibíd. 711-719).
Según Elena de White, al final del milenio, Cristo y todos los redimidos regresarán a la Tierra con la Nueva Jerusalén. En ese punto, se juzga a todos los pecadores en el Juicio Final y, junto con Satanás y sus ángeles, son destruidos para la eternidad. Elena de White defiende el concepto de que el pecado y el mal, y los pecadores y los ángeles rebeldes serán destruidos en una aniquilación completa al final del milenio (ibíd. 720-731). Para ella, el aniquilacionismo también está entretejido con su visión de la naturaleza humana y de la inmortalidad condicional. Ella rechaza el idea platónica de la inmortalidad natural del alma, que cree que es propagada por el paganismo y por gran parte del cristianismo (ibíd. 607-618). En cambio, ella ve la inmortalidad condicional como el principio bíblico que corrige el interés popular en distintas formas de espiritismo, un engaño introducido en el mundo por Satanás en el Edén (ibíd. 586-589; cf. Gén. 3:4, 5). A la muerte natural se la ve como una condición semejante al sueño sin conciencia, que solo interrumpe la resurrección (CS 601, 605, 606). La creencia de Elena de White en la inmortalidad condicional de la vida humana excluye la existencia eterna de los pecadores y de los ángeles malos. Para ella, la inmortalidad es un regalo de Dios, una recompensa otorgada solo a los fieles hijos de Dios redimidos y a nadie más. Esta visión la condujo a creer que la muerte eterna, o sea, la no existencia eterna, es la consecuencia definitiva del pecado.
La escatología de Elena de White es firmemente premilenarista, y dependiente de sus puntos de vista sobre la naturaleza humana, la inmortalidad condicional y el aniquilacionismo. Sin embargo, su premilenarismo no es dispensacionalista. Ella rechaza la creencia de que el segundo advenimiento de Cristo está dividido en dos eventos, el primero un rapto secreto y el segundo una aparición gloriosa, separados por una brecha de siete años durante los cuales los pecadores en la Tierra recibirán una segunda oportunidad de salvación. El segundo advenimiento de Cristo será un evento único, visible y personal. Ella también rechaza el universalismo y cree que los pecadores solo tienen esta vida para tomar una decisión respecto del mensaje evangélico y el ofrecimiento de la salvación. Por lo tanto, estas creencias influyen en su fuerte afirmación de la misión de la iglesia de difundir el evangelio a todos los pueblos y naciones de la Tierra.
Sin embargo, es paradójico el compromiso de Elena de White con la Reforma Prosalud, la educación, y el bienestar social y personal. Dado su énfasis en el premilenarismo, y en la destrucción total de esta tierra y sus tesoros en el segundo advenimiento de Cristo, es un poco desconcertante que ella dedicara tanto de sus escritos y de su ministerio a la promoción de un estilo de vida sano e integral (ver sus libros El ministerio de curación y Consejos sobre la salud); y hoy los adventistas del séptimo día viven, en promedio, de cinco a diez años más que la población general.789 Ella también alentaba el desarrollo de un vasto y extenso sistema educativo (ver sus libros La educación y Consejos para los maestros, padres y alumnos acerca de la educación cristiana), promovía actividades locales y reformas de bienestar (ver sus libros El ministerio de la bondad y La temperancia), y ayudó en el desarrollo de una organización eclesiástica bastante grande y bien estructurada (ver muchos de sus testimonios en Testimonios para la iglesia). Si Elena de White creía en la pronta venida cataclísmica de Cristo, ciertamente también ayudó a establecer un significativo “reino” adventista en la Tierra. Sin embargo, su énfasis en todas estas actividades y reformas sociales se debe entender dentro del contexto de su pensamiento misiológico. Ella creía que la misión de la iglesia es una extensión de la obra de Cristo, que enseñaba y sanaba. Esta misión de difundir el evangelio y el mensaje de los tres ángeles a todo el mundo sería más eficaz y exitosa si se involucraran todos los aspectos de la vida humana. Así, la Reforma Prosalud y la de la temperancia, la educación, y el bienestar social son aspectos y funciones integrales de la misión de la iglesia de proclamar un mensaje de amor y de salvación a un mundo moribundo que tiene una necesidad perentoria de esperanza. Su escatología influye sus visiones misiológicas que, a su vez, impulsan su pensamiento social.
II. Temas teológicos en los escritos de Elena G. de White
A continuación del tratamiento de las corrientes de pensamiento que tuvieron impacto en los escritos de Elena de White, es apropiado ahora resaltar los temas principales que se encuentran en sus escritos. Aunque, a lo largo de los años, se han identificado varios temas en sus escritos, en 1996 George Knight fue el primero en publicar una lista de siete temas teológicos; esta se encuentra en el último capítulo de su libro Meeting Ellen White: A Fresh Look at Her Life, Writings, and Major Themes. En la introducción de este capítulo, Knight comenta: “[Estos temas] representan ideas que nos ayudan a entender su teología, y su responsabilidad por las personas y la iglesia. También integran los distintos hilos de su pensamiento en una red unificada de conceptos que proveen un marco interpretativo para no solo documentos individuales, sino también para sectores completos de sus escritos (como la salud, la educación y la vida familiar)”.790
Coincido con Knight en afirmar que, aunque Elena de White no era una teóloga instruida, usó en sus escritos una cantidad de temas teológicos para expresar sus ideas, para organizar sus consejos a personas y a la iglesia, y para escribir o comentar sobre temas bíblicos. Al principio de su ministerio, Elena de White no se propuso utilizar estos temas como marco interpretativo para sus escritos, sino que, cuando sus escritos se volvieron más voluminosos, estos temas recibieron más énfasis y, lentamente, surgieron e integraron las diferentes líneas de su pensamiento. Estos temas están tan interrelacionados en sus escritos que es difícil tratarlos por separado sin repetir lo que ya se dijo.
El amor de Dios
Los temas del amor de Dios y del gran conflicto entre Cristo y Satanás son los temas fundacionales