a los miembros de la comisión involucrados a “buscar al Señor” por sí mismos. Cuando los hermanos buscaron al Señor, fueron convencidos individualmente de que el terreno que ella había señalado era realmente la mejor opción de todos los lugares que habían visto. Todavía veían que tenía algunas deficiencias, pero concluyeron que, considerando las limitaciones financieras y otras circunstancias, era la mejor opción que tenían. Eso era todo lo que ella había afirmado desde el principio (Ct 153, 1894, en MR 20:238; Ct 126, 1895).240
Así, para fines de 1894, el terreno había sido comprado. A principios de marzo de 1895, W. C. White inauguró un “departamento de capacitación manual” como el primer departamento de la escuela. Veintiséis alumnos aceptaron la oferta de recibir “alojamiento, comida y clases en dos ramas” de instrucción académica, a cambio de pasar seis horas por día en labor manual, limpiando la tierra, drenando pantanos y “construyendo caminos y puentes”.241 A pesar de cierta oposición, el programa fue exitoso. Elena se sintió reivindicada por los alumnos que dijeron que podían “aprender tanto en seis horas de estudio como si dedicaran todo su tiempo a los libros. Más que esto, el departamento de labor manual es un éxito en cuanto a la salud para los alumnos”, dijo con júbilo (Ct 126, 1895, en MR 8:150).
Elena se mudó a la propiedad en Cooranbong en diciembre de 1895, y vivió en carpa mientras se construía su casa. En el vecindario de los alrededores, vivían unos 250 descendientes de tres familias de convictos. No solo eran ladrones célebres, sino tampoco les interesaba el trabajo duro. Elena de White y Sara McEnterfer, una de sus asistentes literarios, trataron de ayudarlos de cualquier manera posible.242
El 5 de octubre de 1896, se colocó la “piedra fundamental” del primer edificio de la Escuela de Avondale. Esta debía servir como escuela “patrón”, como un segundo comienzo, para la educación adventista a nivel mundial. Ella enfatizó a su hijo Willie que “no debe entrar ninguna brisa de Battle Creek. Veo que debo vigilar por delante y por detrás y de cada lado para no permitir que entre algo que se me haya mostrado que fue perjudicial para nuestras escuelas en los Estados Unidos” (Ct 138, 1897, en MR 20:215).243 Durante los primeros años en Avondale, ella recibió visiones sobre cómo desarrollar la escuela y mucho de este conocimiento formó parte de varios libros sobre educación que ella publicó hacia el final de su vida. Special Testimonies on Education, que salió en 1897, fue el primero; y en 1899, Willie observó: “Durante los últimos dos años, pienso que mamá ha escrito más sobre los principios de educación, la importancia del estudio de la Biblia, la importancia de combinar el trabajo con el estudio y el valor de la agricultura [...] que en todos los años anteriores. Pienso que ella escribió más acerca de eso que sobre cualquier otra rama de nuestra obra”.244
Libros sobre la vida de Cristo
Cuando se publicaron ediciones en idiomas extranjeros de Life of Christ en la década de 1880, Elena había expresado su deseo de ampliar el manuscrito antes de publicar una nueva edición en inglés. En todo su tiempo en Australia, ella le dedicó muchas páginas a ese proyecto. Su diario personal y su correspondencia reflejan sus fuertes emociones y la profundidad de sus sentimientos hacia Jesús:245
“¡Oh, cuán ineficiente, cuán incapaz soy de expresar las cosas que arden en mi alma en referencia a la misión de Cristo! [...] No sé cómo hablar o trazar con una pluma el gran tema del sacrificio expiatorio. No sé cómo presentar los temas con el mismo vívido poder con el que están ante mí. Tiemblo de temor, no vaya a ser que, con palabras comunes, le reste valor al gran plan de salvación” (Ct 40, 1892, en Bio 4:382).
“Todo mi ser anhela al Señor, no me satisface conformarme con destellos ocasionales de luz. Debo tener más” (Ms 34, 1892, en MR 19:292).
“Al escribir acerca de la vida de Cristo, me siento profundamente emocionada. Me olvido de respirar como debo. No puedo soportar la intensidad de sentimientos que me dominan al pensar en lo que Cristo sufrió en nuestro mundo” (Ms 70, 1897, en MS 3:139).
“Desperté a las tres. Siento profundamente la necesidad de echar mi alma impotente sobre Jesucristo. Él es mi ayudador. Él es mi todo y en todo. Soy débil como el agua sin la ayuda del Espíritu Santo de Dios” (Ms 177, 1897).
“Se me caen las lágrimas cuando pienso en lo que el Señor es para sus hijos y cuando contemplo su bondad, su misericordia [y] su compasión tierna”.246
Al final, el manuscrito fue dividido en tres partes, que fueron publicadas como El discurso maestro de Jesucristo, en 1896; El Deseado de todas las gentes, en 1898; y Palabras de vida del gran Maestro, en 1900. El discurso maestro de Jesucristo, de 218 páginas, era una exposición del Sermón del Monte. Palabras de vida del gran Maestro, de 436 páginas, hablaba sobre las parábolas de Cristo, y Elena donó lo recaudado por este libro para ayudar a pagar las deudas de las instituciones educativas adventistas.247 El Deseado de todas las gentes, de 866 páginas, constituye su obra maestra final sobre la vida de Cristo. Ella ya había escrito acerca de este tema en el tomo 1 de Spiritual Gifts (pp. 28-87), de 1858; y lo desarrolló más en los tomos 2 y 3 de The Spirit of Prophecy, de 1877 y 1878. Y en 1892, había publicado El camino a Cristo, que explicaba cómo uno puede acercase a Cristo y permanecer en comunión con él. Sin embargo, es evidente que, en la década de 1890, Elena de White vio la necesidad particular de hacer un gran énfasis en la vida y en el carácter de Cristo, como también en los temas evangélicos. A su vez, el tema de la vida de Cristo y la salvación de la humanidad también forma el centro de sus escritos sobre la cuestión del Gran Conflicto. Su edición de 1888 de El conflicto de los siglos terminaba con las mismas palabras con las que comenzaba el libro Patriarcas y profetas en 189: “Dios es amor”. El libro El camino a Cristo comienza con el capítulo “El amor de Dios por el hombre” y este capítulo empieza con las palabras: “La naturaleza, a semejanza de la revelación, testifica del amor de Dios”. Así, mientras todos estos libros señalan a sus lectores hacia la Biblia, también enfatizan claramente que Dios ama a cada persona.
El Deseado de todas las gentes tuvo un impacto notable en la teología adventista del séptimo día en por lo menos dos aspectos: en este libro, Elena hizo declaraciones más claras sobre la divinidad eterna de Cristo y sobre la persona del Espíritu Santo que cualquier otro escritor adventista de su época. Por ejemplo, ella declaró que Cristo “se había proclamado el Existente por sí mismo, el que había sido prometido a Israel, ‘cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad’ ” (DTG 435). “En Cristo hay vida original, no prestada ni derivada de otra” (ibíd., p. 489). Respecto del Espíritu Santo, ella señaló que “él” era “la Tercera Persona de la Deidad” (ibíd., p. 625). Esas declaraciones, al final, influyeron en los líderes adventistas de todas las edades en todo el mundo.248
W. C. White acepta el llamado de su madre
En marzo de 1900, Elena de White “razonó y oró” por dos noches consecutivas hasta que decidió que era su “deber”, tan pronto como pudiera, “ajustar asuntos, ir a los Estados Unidos sin demora”. Ella quería “conseguir la mejor ayuda posible” para publicar una edición revisada de Christian Temperance y tomos adicionales de Testimonios para la iglesia. El “deseo consumidor de lanzar estas obras” era demasiado para ella, y quería avanzar con esta tarea cuanto antes y lo tan rápido posible. Entonces, le escribió a Willie: “Has hecho lo mejor que podías dadas las circunstancias, pero no se exige que debas llevar tantas responsabilidades. Por lo tanto, no impondré mi trabajo sobre ti, pero debo decir: Haz lo que sientas que es tu deber y que te parezca que no puedes evitar. Pero, mi deber ahora parece ser más claro y simple [...] y tengo que partir, como ahora parece que debo hacer” (Ct 196, 1900).
Dos días después, ella le envió otra carta en la que, en esencia, insistió en que tomara una decisión sobre cuál camino seguiría (Ct 198, 1900). ¿Se dedicaría sin reservas a la obra de ella o no? Este “ultimátum” captó su atención. Cuando