panteísmo. El viernes de mañana, Elena le dijo a Prescott que “avanzara” con el tema deseado. Sin embargo, después de esta conversación, ella le envió a Prescott una nota diciendo que había cambiado de idea. Ella ya había abordado la cuestión del panteísmo y sentía una “fuerte impresión” de que, si Prescott hablaba del mismo asunto, provocaría a algunos “a pensar que le estaban dando una paliza al Dr. Kellogg”. Le aconsejó que, en cambio, hablara de un tema que “tocara y ablandara los corazones”, y “trajera fe y amor y unidad”. Elena le pidió a su hijo W. C. White que le alcanzara a Prescott la nota de una página, pero Willie le pidió no entregarla, a lo que Elena accedió. Por lo tanto, el viernes de noche, Prescott predicó contra el panteísmo de Kellogg. Como Elena había temido, el ataque de Prescott produjo un contraataque. En la reunión de las 5:45 del lunes, A. T. Jones lanzó una diatriba de seis horas contra Prescott, tratando de demostrar que este había enseñado el panteísmo antes que Kellogg (Ct 165, 1904, en SpTB 2:30-35).278
Toda esta crisis tuvo varias dimensiones importantes. La dimensión teológica quedó reflejada perfectamente en el debate sobre The Living Temple, obra que perdió influencia dentro de la denominación después de que Elena la condenara en el otoño de 1903. El conflicto organizativo entre la Asociación General y la Asociación Internacional Médico-Misionera y de Benevolencia resultó en que, prácticamente, esta quedara disuelta (proceso legal que comenzó en 1904 y se completó en 1905).279 Y el traslado, fuera de Battle Creek, de las oficinas de la Casa Editora Review and Herald y de la Asociación General sirvió para reforzar la separación que había ocurrido y para disminuir la influencia continua de Kellogg en los asuntos de la iglesia.
El establecimiento de nuevas instituciones
En la primavera de 1904, Elena de White, la Sra. J. Gotzian y E. S. Ballenger compraron un centro de salud que había cerrado, cerca de National City, California, que llegaría a ser el Sanatorio de Paradise Valley.280 Varios meses más tarde, después del congreso de la Asociación del Lago Unión, Elena fue a Tennessee, y se unió a sus hijos en el Morning Star, el barco de vapor de Edson. Los tres White, con E. A. Sutherland y P. T. Magan, pasaron unos días descansando y navegando por el río Cumberland, buscando tierra en la que fundar lo que, finalmente, sería el Colegio de Madison.281
De vuelta en California, Elena impulsó fuertemente la compra del Hotel Glendale, cerca de Los Ángeles, que volvió a abrir en 1905 como el Sanatorio de Glendale (ahora Centro Médico Adventista de Glendale). Y por medio su hijo Willie, ella se mantuvo en contacto con los sanatorios de Paradise Valley y de Glendale (California).282
A principios de 1905, Willie hizo cuatro visitas a la nueva planta de la Casa Editora Pacific Press en Mountain View, California, donde estaba arreglando los detalles de la publicación de El ministerio de curación, el nuevo libro de Elena sobre los principios de salud. Ella donó lo recaudado por esa obra para amortizar la deuda de instituciones adventistas de atención sanitaria.
Fue alrededor de este tiempo que Elena, sobre la base de algunas visiones, encargó a John A. Burden que, con diligencia, buscara en la vecindad de Redlands, California, una propiedad adecuada para un tercer sanatorio en el sur de California. Burden encontró un complejo hotelero llamado Loma Linda de 30 hectáreas, pero el precio era demasiado alto. Sin embargo, cuando repetidos descuentos redujeron el monto a un 27 % del precio original, Burden les escribió a Elena y a G. W. Reaser, presidente de la Asociación Sur de California. Ambos se encontraban en el congreso de la Asociación General en Washington D. C., y Willie describió vívidamente el ambiente de las reuniones cuando llegaron las cartas de Burden. Era una atmósfera de alta tensión financiera y de preocupación por el endeudamiento. El hijo de Elena contó: “Recuerdo bien el día en que mamá recibió y leyó la carta del pastor Burden. Ella me la leyó en voz alta y, después, dijo que creía que este lugar era el que se le había mostrado en visión varios años antes. La descripción respondía con mayor cercanía a lo que se le había mostrado que cualquier cosa que hubiera visto. Y como el Señor había estado moviéndose en su mente para que apelara a nuestro pueblo a fin de hacer algo de inmediato para establecer un sanatorio en Redlands y en Riverside, y como este lugar descrito por el pastor Burden parecía concordar tan perfectamente con nuestras necesidades, [...] ella dijo que debíamos actuar en seguida”.283
Aunque, al principio, Reaser estaba en contra de la compra, Elena instó fuertemente a que se comprara la propiedad. Poco después, el cuerpo constituyente y la junta directiva de la asociación votaron aceptar la responsabilidad de comprar y operar el Sanatorio de Loma Linda. Tentativamente, se estableció que abriera en septiembre de 1905; y se le pidió a John Burden, gerente del Sanatorio de Glendale, que asumiera similares responsabilidades en Loma Linda.284 El 15 de abril de 1906, sin deudas, se dedicó el Sanatorio de Loma Linda, que luego llegaría a ser el Centro Médico de la Universidad de Loma Linda. Así, en un año, se establecieron tres nuevos sanatorios adventistas en el sur de California por consejo directo de Elena de White; y los tres se compraron por pequeñas fracciones de lo que fue costo de su construcción.285 Pronto, se hizo evidente que estos eran pasos importantes para compensar la pérdida del Sanatorio de Battle Creek, que fue desvinculado de la denominación por la expulsión de J. H. Kellogg de la iglesia, en 1907.286
Los concilios de Elmshaven
Un patrón que se volvió común en los años finales de Elena fue que, en lugar de que ella hiciera el arduo viaje al este, los líderes de la Asociación General iban a su casa en Elmshaven. En uno de estos concilios, el domingo 26 de enero de 1908, se consideró el conflicto teológico sobre “el continuo” de Daniel 8:12 y 13, y pasajes paralelos. A. G. Daniells y W. W. Prescott representaban a los que favorecían la “nueva opinión”, mientras que J. N. Loughborough, S. N. Haskell y Hetty Haskell estaban presentes para dar voz a los defensores de la “opinión antigua”. W. C. White, C. C. Crisler y D. E. Robinson también se encontraban allí. Estaban abiertos a la nueva opinión, pero tenían la esperanza de mediar para alcanzar un acuerdo entre los dos grupos y así impedir un conflicto divisorio.287 En otra reunión en Elmshaven, poco después, Prescott, Crisler, Robinson y W. C. White pasaron parte del 27 y 28 de enero, y del 2 de febrero estudiando posibles respuestas a una publicación adventista contemporánea crítica de la obra de Elena de White.288
El congreso de la Asociación General de 1909 y el debate por Loma Linda
El congreso de la Asociación General de 1909, el último al que asistió Elena de White, se desarrolló del 13 de mayo al 6 de junio. Las reuniones principales se realizaron en una gran carpa montada en el campus del Seminario de las Misiones Extranjeras de Washington D. C. (ahora, Universidad Adventista de Washington). Elena de White habló once veces, incluyendo tres de los sermones de los sábados de mañana (Bio 6:194).289 Después, ella pasó alrededor de una semana en el hogar de su niñez, Portland, Maine, donde habló varias veces en un congreso campestre.
En 1909, una gran preocupación para los líderes eran las cuestiones de si el Colegio de Evangelistas de Loma Linda debía buscar aprobación estatal, y si debía ofrecer un curso médico de cuatro años, o de solo los dos primeros y que los alumnos terminaran en otros colegios. Estas cuestiones estaban en el programa del concilio de otoño de 1909 que se realizó en College View, Nebraska, del 5 al 15 de octubre. Cuando se acercó la fecha del concilio, John Burden, director de la institución de Loma Linda, le escribió a Elena para pedirle consejo.290 Ella respondió que se oponía a la idea de un programa de dos años, pues eso obligaría a los graduados de Loma Linda a “completar su educación médica en colegios mundanos” (Ct 132, 1909, en PC 301). Respecto de la cuestión de cumplir los requisitos del estado, Elena expuso tres principios. En primer lugar, dijo: “No podemos someternos a regulaciones que sacrifiquen principios; esto pondría en peligro la salvación de las personas”. En segundo lugar, ella advirtió que, por otra parte, los adventistas no debían buscar la exención de reglamentos legítimos, pero aconsejó que “debemos acatarlas siempre que podamos cumplir con las leyes del país sin colocarnos en una falsa posición”. En tercer lugar, observó que algunos requisitos podrían caer entre los dos extremos y se podrían