de la Asociación General de 1897, Daniells comenzó a “consultar directamente” a Elena en vez de a través de su hijo. Al regreso de Willie, Daniells reanudó la comunicación con Elena por medio de él, por respeto a la pesada carga que implicaba para ella dedicarse a la escritura y a otras tareas literarias.256 Para cuando Daniells se convirtió en el presidente de facto de la Asociación General en 1901, había una triple relación bien establecida entre él y los White. Entre 1901 y 1915, escribió con mucha frecuencia y se explayaba sobre prácticamente cada cuestión de importancia con la que debía lidiar. Willie compartía estas preocupaciones con su madre y después le transmitía sus respuestas a Daniells. Así, para 1908, Daniells podía afirmar a William C. White: “Pienso que el hombre que tiene la mayor influencia sobre mí es la persona a la que me dirijo”.257
Incendio del Sanatorio de Battle Creek
El 18 de febrero de 1902, los White recibieron la noticia vía telégrafo de que los edificios principales del Sanatorio de Battle Creek habían quedado reducidos a cenizas. La primera respuesta de Elena fue advertir de no echar culpas apresuradamente (Ms 76, 1903; en SpTB 6:5-10). Ella temía que algunas personas “le dieran su propio sentido a este accidente” y empezaran a condenar a John H. Kellogg (Ct 29, 1902, en Bio 5:151). Elena se reservó su opinión mientras esperaba ver cómo respondería Kellogg a la emergencia. Las cuestiones inmediatas que enfrentaban los líderes médicos eran si reconstruir o no en el mismo lugar, y cuán grande y costoso debía ser el nuevo edificio. Elena, Daniells y otros estaban a favor de mudar el Sanatorio de Battle Creek lejos del ambiente urbano en el que había estado (Ct 110, 1902).258 Más allá de cualquier pensamiento fugaz que Kellogg le haya dado a la opción de mudar el sanatorio, a la semana anunció en la Review and Herald su plan para reconstruir en Battle Creek. Para fines de marzo, la junta de la Asociación General había aprobado el plan de Kellogg. El seguro del sanatorio había pagado 154.000 dólares, los habitantes de Battle Creek habían recaudado 80.000 en efectivo más algunas promesas, y la ciudad aseguró que otorgaría una exención perpetua de impuestos. Las promesas de apoyo, junto con el entusiasmo de Kellogg, convencieron a la junta de reconstruir en Battle Creek. Daniells informó la aceptación de los planes del arquitecto para un edificio “sencillo, pero señorial” y “completamente ignífugo”; cuando estuviera “terminado, amueblado y equipado completamente”, costaría “entre 250 y 300 mil dólares. Pero la junta está decidida a no endeudarse para la construcción de este edificio”.259 La determinación de Daniells de no contraer deudas adicionales sería el foco principal del conflicto entre él y Kellogg antes de que terminara el año.
El principio de la crisis de Kellogg
Kellogg desarrolló la “gran propuesta” de donar el manuscrito y los costos editoriales de un libro nuevo, The Living Temple, y suministrar a la Asociación General 400.000 ejemplares “gratuitos”, siempre que la Asociación General “se encargara de la venta del libro y diera todo lo recaudado a los sanatorios” para cubrir las deudas existentes y pagar el nuevo edificio (Ms 123, 1902).260 Daniells informó a Kellogg en abril que adventistas de distintos lugares estaban entusiasmados con “vender alrededor de medio millón de ejemplares” de The Living Temple. Se hicieron planes para publicar ediciones en idioma alemán y escandinavo “simultáneamente con la edición en inglés”. Sin embargo, Daniells sentía “ansiedad” por un aspecto del plan. Le confió a Kellogg: “Sabe, hay algunos que temen que su pensamiento esté rozando el panteísmo. De hecho, algunos opinan, a partir de sus charlas sobre Dios en el hombre, que usted es prácticamente un panteísta”. “Yo no lo creo”, le aseguró Daniells. “Según lo que he escuchado en sus charlas sobre este tema, yo nunca diría que usted es panteísta. Pero algunos tienen esta impresión. Ahora siento la preocupación de que sus ideas [en The Living Temple] deban ser expuestas con mucho cuidado y sabiduría, a fin de que no haya fundamentos para malas interpretaciones y críticas”.261 Razonó que, intencionalmente o no, nadie querría “diseminar error” y que sería difícil convencer a los miembros de iglesia de vender el libro si ya tenía “mala reputación desde un comienzo”.262 Cuando Kellogg puso la “piedra fundamental” del nuevo sanatorio, lo alabó como un “templo” a la verdad, comparándolo con el Templo de Jerusalén. La retórica de Kellogg era la inversión exacta del consejo que Elena le había dado por escrito diez días antes, de que el edificio de su propuesta era demasiado ostentoso y que “no [se] debía convertir a Battle Creek en una Jerusalén” (Ct 125, 1902, en Bio 5:154).263
En el concilio de otoño de la junta de la Asociación General, que se reunió en noviembre de 1902, se debatió la cuestión de las finanzas y se decidió que todos los emprendimientos en nombre de la iglesia se debían “hacer estrictamente bajo el sistema de contabilidad de caja”.264 Además, se debatió el uso del nuevo libro de Kellogg, The Living Temple, como medio de recaudación de fondos para el nuevo edificio del sanatorio. Una comisión de tres personas, designada para evaluar The Living Temple, dio su informe. J. H. Kellogg y David Paulson recomendaron que se aceptara el libro para la campaña de recaudación de fondos. W. W. Prescott, en un informe de la minoría, evaluó que las porciones teológicas del libro “tendían al daño antes que al bien” y expresó la “esperanza” de que “nunca se publicara”. Como el debate consiguiente reveló que el concilio se inclinaba por el informe de la minoría, Kellogg retiró su libro para que no formara parte de la campaña de recaudación de fondos. Así, se rechazaron las dos preferencias de Kellogg: la política financiera y la publicación de The Living Temple.265 Pronto, fue claro que Kellogg no iba a rendirse en ninguno de estos puntos: intensificó sus esfuerzos para asegurar la aceptación de The Living Temple y comenzó una campaña para derrocar a A. G. Daniells.
Unas seis semanas después, Kellogg se sentó a escribir una carta a Elena de White. Él explicó: “Acabo de terminar una carta de 75 páginas para enviársela, donde expongo la verdad tal como la veo en relación con los asuntos que han estado bajo controversia”. Antes de enviarla, preparó un “resumen” para adjuntarlo a la carta, para que ella pudiera “captar la esencia del asunto” sin tener que leer todo pero que, a su vez, pudiera tener “la declaración completa como referencia si fuera necesario”. El segundo párrafo de la carta de presentación de Kellogg anunciaba que “anoche [30/12/1902] el edificio principal de la Review and Herald y todo lo que había adentro quedó reducido a cenizas, una experiencia exactamente paralela a la del sanatorio”.266
El congreso de la Asociación General de 1903
Para enero de 1903, el plan bien preparado de Kellogg para sacar a Daniells de la presidencia parecía estar ganando impulso. Al omitir el título de “Presidente de la Asociación General”, y darle a la Junta de la Asociación General (en vez de al Congreso de la AG) la autoridad de elegir su propio presidente, la constitución de 1901 había hecho claramente posible tal destitución. Durante el congreso de la Asociación General de 1903, Kellogg trató de hacer “todo esfuerzo posible” para derrocar a Daniells y “hacer presidente a A. T. Jones”. A la vez, desde Battle Creek salía un rumor “muy persistente” de que Elena de White había condenado a Prescott y a Daniells por su actuación en el concilio de otoño.267
El congreso se realizó en Oakland, California, y comenzó el viernes 27 de marzo de 1903. En su sermón del sábado de mañana, Elena tomó todas las cuestiones desconcertantes que enfrentaba la Asociación y las enmarcó en el contexto de la devoción personal a Dios y la culminación de la obra del evangelio en la tierra. Ella veía la construcción de “edificios enormes” como una “trampa”, una distracción que daba la gloria a los hombres y, al final, perjudicaba la obra de Dios que se suponía que ellos debían hacer avanzar (GCB, 20/3/1903). En otro discurso, el lunes de tarde, Elena declaró: “Dios está observando a su pueblo. Debemos buscar qué quiere decir él cuando arrasa con nuestro sanatorio y con nuestra casa editora. [...] [Dios] quiere que busquemos el significado de las calamidades que nos han sobrevenido para que no caminemos en los pasos de Israel y digamos: ‘Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este’, cuando no lo somos para nada” (GCB, 1/4/1903).
Ella