Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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de Elena de White. En su descripción de ella, Canright la presenta intencionalmente con un sesgo peyorativo. Al hablar de su niñez, utiliza adjetivos como “débil, enfermiza, sin estudios, influenciable, y anormalmente religiosa y excitable”. Su conclusión es que las visiones de Elena de White eran meras influencias religiosas y que, si no hubiera sido por el ánimo y el apoyo de su esposo, James White, y de otros líderes, probablemente ella habría renunciado a sus visiones considerándolas un error.401 Esto llevó a Canright a afirmar que otros influían en sus escritos.402 Él sugiere que Elena de White tuvo una mayor influencia después de la muerte de su esposo, pero que todavía dependía de otros para preparar sus mensajes. Asevera que ella, durante los últimos años de su vida, “a menudo no conocía a sus amigos más cercanos, ni siquiera a sus ayudantes a quienes veía casi diariamente”. Cuestiona la “supervisión” de sus libros y argumenta que, en realidad, eran sus ayudantes quienes escribían.403 El capítulo termina declarando que Elena de White era “egoísta, y en ocasiones jactanciosa”, “fanática por naturaleza” e “inclinada a tener puntos de vista extremos”; que “nunca toleraba ningún cuestionamiento a su autoridad” (lo cual causaba en ella “la mayor ira”), y que “[manipulaba] los mensajes que dice que Dios le dio” y que nunca los “[escribió] bien”; y por último, afirma que ella tenía la “tendencia a ser hiriente y severa”. Para Canright, el “efecto general de los ‘testimonios’ ” era crear, entre sus “seguidores, un espíritu de espionaje, de buscar faltas, de crítica y de juzgar a los demás”, lo que conducía a una actitud “cerrada, intolerante, hostil” hacia los que no eran adventistas del séptimo día.404 Para otros que conocían bien a Elena de White y para quienes habían examinado de cerca su vida, estas descripciones eran extrañas y esas características no eran para nada típicas de su vida, su experiencia y su ministerio. En el resto del libro de Canright, hay capítulos temáticos que hablan de cuestiones como la puerta cerrada, escritos suprimidos, visiones causadas por ataques de epilepsia, plagio, enriquecimiento por medio de las visiones, inexactitudes históricas y la simpleza mental de ella. En general, el autor usa ilustraciones incompletas, insinuaciones, generalizaciones y afirmaciones, a la vez que no aborda con claridad cuestiones teológicas fundamentales como la revelación y la inspiración, la humanidad del profeta en el proceso de la inspiración, y la hermenéutica. La única cuestión teológica que sí aborda superficialmente –Elena de White y la Escritura– es representada incorrectamente. Él veía los escritos de ella como escrituras adicionales para los adventistas del séptimo día.

       Publicaciones limitadas durante la década de 1890

       J. H. Kellogg, Frank Belden, A. T. Jones y los hermanos Ballenger

      Otro oponente prominente de Elena de White de esta época fue J. H. Kellogg y aquellos asociados con él. Los años que Elena de White estuvo en el Pacífico Sur hicieron que le fuera imposible reunirse personalmente con muchos líderes eclesiásticos y médicos. Su activa correspondencia y sus consejos escritos se desconectaron de la comunicación directa en persona. Mientras se desvanecía el siglo XIX, Kellogg llegó a creer que Elena de White estaba más influenciada por lo que le decían otras personas que por sus visiones, en particular en los testimonios que le escribía a él. Su respuesta fue muy parecida a la de Uriah Smith, durante la década de 1880, sobre la crisis del Colegio de Battle Creek y el conflicto en el Congreso de la Asociación General de 1888. Al final, los desacuerdos de Kellogg sobre la naturaleza y la personalidad de Dios, y sus intentos de controlar las instituciones médicas adventistas dieron como resultado su expulsión como miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en 1907.