Bernhard E. Bürdek

Diseño


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lenguaje que caracterizó el diseño gráfico suizo, y en el muy citado eslogan de Dieter Rams, responsable de diseño en la empresa Braun, “menos diseño es más diseño” que remite a esos mismos principios.

      Tras la Revolución de Octubre de 1917 se formó en Rusia un grupo conocido como constructivista, cuyos miembros más conocidos, El Lissitzky, Kazimir Malevich y Vladimir Tatlin hicieron de la estética social su máxima prioridad. El objetivo esencial de su trabajo era satisfacer las necesidades básicas de la población en su conjunto; los principios básicos del constructivismo propugnados por Tatlin se apoyaban en las condiciones reales de la producción (tecnología, materiales y procesos) y en la necesidad de que el estilo fuera reemplazado por la tecnología. Malevich redactó los principios rectores de los Vkhutemas, una escuela parecida a la Bauhaus que fue abierta por entonces en la recién creada Unión Soviética.

      Las ideas de este grupo también han llegado a nuestros días. El diseño, sobre todo en los años sesenta y setenta, se caracterizó por su referencia a asuntos de relevancia social pero, debido a la falta de bienes de consumo esenciales, la rígida concentración de la tecnología sigue hoy día gobernando el diseño en la mayoría de los países del Tercer Mundo.

      En 1902, Henry van de Velde abrió un seminario sobre arte industrial en Weimar que sería ampliado para crear en 1906, bajo su dirección, la Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes Aplicadas de aquella ciudad. Esta institución se fusionaría en 1919 con la Hochschule für bildende Kunst, la Academia de Bellas Artes, para formar la Staatliches Bauhaus de Weimar, que tendría a Walter Gropius como su primer director. La Bauhaus se convertiría en el buque insignia del posterior desarrollo del diseño (Wingler, 1962).

      Con la excepción del escultor Gerhard Marcks, Gropius eligió a destacados representantes de la pintura abstracta y cubista como docentes para la Bauhaus. Entre ellos se encontraban Wassily Kandinsky, Paul Klee, Lyonel Feininger, Oskar Schlemmer, Johannes Itten, Georg Muche y László Moholy-Nagy.

      La unidad entre proyecto y ejecución, que había caracterizado a los oficios artesanales, quedó olvidada con el avance de la producción industrial en el siglo XIX. A Gropius le guiaba la idea de que la Bauhaus debía fundir arte y tecnología para dar forma a una nueva y moderna unidad. La tecnología no necesitaba del arte, pero el arte si necesitaría de la tecnología, ese era su lema. Sus ideas se asociaron con un objetivo social fundamental que no era otro que integrar el arte en la sociedad.

      La Bauhaus se basó en las ideas del movimiento reformista que había madurado con el cambio de siglo y en su particular interés por la vivienda. El estilo trasnochado del siglo XIX, con sus oscuros muebles en cuartos apenas iluminados, terminó por desaparecer para ser reemplazado por nuevas formas de alojamiento. Conforme a esta idea, el individuo del siglo XX, alojado en habitaciones claras y luminosas, desarrollaría una forma de vida completamente nueva (Becher, 1990).

      Walter Gropius, diagrama de la estructura formativa en la escuela Bauhaus, 1922

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      La importancia del curso preliminar

      El curso preliminar de la Bauhaus representaba el núcleo de un programa esencial de educación artística y politécnica. Fue Johannes Itten quien lo introdujo en el año académico 1919-1920 como un componente esencial del plan de estudios, obligatorio para todos los alumnos. Los dos propósitos del citado curso eran animar a los estudiantes a que experimentasen y explorasen sus propios talentos creativos, y contribuir de esta forma a que aprendieran habilidades fundamentales mediante la comprensión de una ciencia objetiva del diseño.

      A Itten le sucedió László Moholy-Nagy en la dirección del curso preliminar para que, más tarde, fuera Josef Albers quien se hiciera cargo del mismo. Los objetivos de Albers eran desarrollar una “construcción inventiva y el descubrimiento mediante la observación”. Metodológicamente, al igual que Itten, había tomado partido por un acercamiento inductivo al diseño que permitiera a los estudiantes investigar, explorar y experimentar, e impulsara las habilidades cognitivas de una manera indirecta. No era el conocimiento teórico lo que guiaba previamente el camino, eran las conclusiones extraídas del análisis y de la discusión a partir de la experiencia las que poco a poco se sintetizaban en una genérica “teoría del diseño”.

      En 1925 la Bauhaus se trasladó de Weimar a Dessau, a un edificio completamente nuevo concebido por el propio Gropius, donde permanecería siete años hasta que se viera obligada a cerrar por la presión de los nacional socialistas. Un pequeño grupo de profesores y estudiantes mantendría abierta la escuela en Berlín a partir de 1932 como un instituto privado, en condiciones de extrema dificultad, hasta que Mies van der Rohe se vio obligado al cierre definitivo en el verano de 1933.

      Fases de desarrollo

      Para Rainer Wick (1982), la historia de la Bauhaus puede dividirse en tres fases:

      La fase fundacional (1919-1923), en la que el componente educativo más importante era el curso básico ya descrito. Los estudiantes que lo completaban debían elegir entre diversos talleres especializados: impresión, alfarería, metalistería, pintura mural, vidrieras, carpintería, escenografía, tejeduría, encuadernación o tallado en madera.

      Cada uno de estos talleres tenía dos supervisores: un maestro de la forma (es decir, un artista) y un maestro artesano. La intención de ese dualismo era promover las habilidades manuales y artísticas de los estudiantes por igual, pero en la práctica pronto quedó claro que los artesanos estaban subordinados a los maestros de la forma. Las tensiones surgieron porque, incluso en la Bauhaus, el artista autónomo seguía siendo lo más importante. En cuanto a la práctica del diseño, durante esta fase se llevaron a cabo, en su mayoría, ejemplares únicos que mostraban una primera tendencia hacia una estética del producto.

      La fase de consolidación (1923-1928), durante la que la Bauhaus se convirtió en un centro de enseñanza y producción de prototipos industriales cuyo objetivo era atender las condiciones de la manufactura industrial y satisfacer las necesidades sociales de la población en general. Desde la perspectiva que da el paso del tiempo, puede afirmarse que el taller con más éxito, aparte del de metalurgia, fue el de carpintería. Marcel Breuer, que había llegado como alumno a la Bauhaus en 1920, se hizo cargo de ese taller cinco años más tarde en su condición de “joven maestro”. Con sus muebles tubulares de acero Breuer logró un gran avance: consiguió dar forma a objetos funcionales, capaces de aprovechar las oportunidades ofrecidas por la producción masiva. Inspirado seguramente por el aspecto curvado del manillar de su bicicleta, Breuer fue capaz de dar un salto mental a partir de las sillas de Thonet. Al combinar la resistencia y la estabilidad de los tubos de acero con revestimientos ligeros (mimbre, tela, cuero), creó una categoría completamente nueva de asientos (Giedion 1948); Pronto comenzaron a aplicarse los mismos principios no solo a mesas, armarios, estanterías, escritorios o camas, sino también a los muebles modulares.

      Edificio de la Bauhaus en Dessau, 1925

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      El objetivo de las actividades de diseño en la Bauhaus era desarrollar productos asequibles para la población que mantuvieran un alto grado de funcionalidad. En esta segunda fase se realizó mucho trabajo teórico y práctico sobre el concepto de función, asociado siempre a una perspectiva social interesada en “gobernar las circunstancias de la vida y del trabajo” (Moholy-Nagy) y a tomar en serio la “demanda masiva” de productos industriales. La función se entendía entonces como una síntesis surgida de la combinación de la fabricación industrial (tecnología, métodos de construcción, materiales) y las condiciones sociales, con el objetivo atender las necesidades de la población en general y responder a las exigencias de la planificación social.

      En consecuencia, durante esta segunda etapa la experimentación artística sin fines concretos retrocedió, dejando su sitio a las tareas propias del diseño aplicado. En cierta medida, como resultado de esas actividades