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V Congreso iberoamericano de personalismo


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una “caricatura” y a una “edición de segunda de lo cristiano”, una edición de segunda en la que, tal como lo expresa el danés, pululan errores tipográficos que perturban el sentido, así como comentarios y añadidos insensatos”. Y la situación de la Iglesia Luterana de Dinamarca facilita, según Kierkegaard, que el cristianismo desaparezca de la sociedad danesa: “La situación efectiva de Dinamarca es ésta: que no sólo el cristianismo – el cristianismo del Nuevo Testamento- no existe, sino que su existencia se ha convertido en imposible.” (Kierkegaard S. , Il Momento, 1951, p. 36) “Los mil pastores daneses son en realidad funcionarios públicos, pagados por el monarca, que tienen un interés pecuniario y desean mantener sus privilegios sociales.” (Fazio, 2007, p. 90) Por eso Kierkegaard abogará incesantemente por la separación entre la Iglesia y el Estado.

      Masa

      Cuando en 1848 estalla en Francia una “revolución republicana” que depone al “Rey Ciudadano” Luis Felipe Igualdad, las repercusiones llegan a Alemania, Austria e Italia y también a Dinamarca. Kierkegaard escribió en su diario ‘he aquí el advenimiento de la muchedumbre; y juntamente el Estado Totalitario’.

      “Al mismo tiempo que Kierkegaard una cantidad de pensadores dijeron lo mismo en toda Europa: Donoso Cortés en España, Nietzsche y Goethe en Alemania, Solowief y Dostoievski en Rusia, Antonio María conde de Rosmini Serbatti en Italia: todos saludaron el advenimiento de la República Perpetua y la Restauración Perpetua en el mundo; cuya proclama hizo Marx en 1857 con su Manifiesto Comunista. Ha llegado al mundo algo nuevo: la Revolución de masas.” (Castellani, 1973, p. 194).

      ¿Qué es lo que caracteriza a la masa? La indiferencia respecto de la calidad y la atención puesta en la cantidad, la existencia masiva como acomodamiento al promedio. El hombre masificado, el número que forma parte de la muchedumbre, lleva una vida inauténtica, una existencia sin sentido, y por tanto sin un yo personal. Existir en masse, es decir, al “por mayor”, despersonaliza, cosifica, nivela. La referencia al “por mayor” destaca la cantidad y en la cantidad, las cosas no difieren entre sí, lo único que las individúa es su materialidad y nada más. Sin embargo, es lo que para Kierkegaard caracteriza a su época:

      “la inmoralidad de (la) nuestra época quizá… sea el depravado odio panteísta hacia los sujetos particulares…Todo, todo debe estar junto; la gente quiere disolverse en la totalidad histórico-universal; nadie quiere ser un individuo humano existente. Esto quizá sea provocado por los numerosos intentos de apegarse a Hegel... La gente teme que si se convierte en un individuo humano existente desaparecerá sin dejar rastro (…) y si encima se le ocurre al individuo desembarazarse de Hegel no le será posible ni siquiera ser el destinatario de una carta.” (Kierkegaard S., 2010, pp. 349-350).

      Y aquí nos encontramos con la otra cara de la Cristiandad: la sociedad del hombre-masa, del público, de la existencia inauténtica del número. “Todo lo que es masa, es desde el punto de vista cristiano eo ipso algo perdido; porque la ‘masa’ desde el punto de vista cristiano es la categoría de la perdición. La salvación estará en la masa sólo cuando todos se hicieran individuos y dejaran de ser masa, sólo entonces sería posible que todos pudiesen ser salvos.” (Kierkegaard S. , Papirer)

      Considerar al hombre como masa depende de la determinación animal de la naturaleza, “corresponde perfectamente a la imagen del animal sentirse seguro cuando se encuentra en el rebaño y sentirse en peligro al separarse del rebaño” (Löwith, De Hegel a Nietzsche, 1968, p. 40). Incluso el hombre-masa, el número, el público, deberá entenderse con la muerte. Y no se muere “en masa”, sino individualmente.

      Frente a Dios sólo cuentan los individuos: el número no tiene ninguna importancia:

      “el número (…) es lo que no existe en la eternidad. En la eternidad… cuanto mayor el número, más fácil para ella deshacerse de él. (Pero) Es muy duro para la eternidad tener que deshacerse de un Individuo, cuando es Individuo (…) Sobre este punto el cristianismo no cede. (…) La soberanía divina conoce muy bien los embrollos del hombre y que –incluso bajo pretexto de humildad- en el fondo se trata de hacerse masa, porque en la “masa” está la fuerza del hombre. (…) Dios se hace invisible apenas aparece la masa.” (Löwith, De Hegel a Nietzsche, 1968, p. 40)

      El hombre masificado, el número que forma parte de la muchedumbre, lleva una vida inauténtica, una existencia sin sentido, y por tanto sin un yo personal. En este caso no se puede establecer una verdadera relación con Dios: sólo una relación fantástica fruto de la imaginación.

      Por lo dicho, llegar a ser un individuo será la tarea eterna de la vida.

      Segundo punto de encuentro: la noción de persona e individuo

      Hemos mencionado en la introducción del presente trabajo que el concepto central del personalismo está puesto en la noción de persona como síntesis de los movimientos antagónicos que llevaron a polarizar a la sociedad del momento gracias a los individualismos y colectivismos instaurados. Como tal síntesis, logra rescatar al individuo bajo el concepto de persona, pero sin dejar de señalarle su deber de solidaridad y responsabilidad para con la sociedad.

      Por el lado de Kierkegaard, anticipamos en el diagnóstico cómo realiza una profunda crítica a su época, dirigida a diferentes flancos: al pensamiento reflexivo, que en la figura de Hegel, aplana la realidad quitándole toda pasión y, en el intento de crear grandes sistemas, deja de lado al hombre, o, lo que es peor, hace del hombre un momento más de la historia universal. A la masa, ya que en ella el individuo, al intentar fortalecerse en la cantidad, diluye peligrosamente su singularidad, y a la cristiandad, la otra cara de la masa, esa especie de cristianismo acomodaticio que nada tiene que ver con el Cristo por el cual vale la pena vivir y morir.

      Respecto de su crítica a las nociones de masa y cristiandad es contundente. No sólo anuncia, sino que también denuncia en relación a la “humanidad” que el principio de unificación no es positivo, porque convierte en débiles a los individuos, masificándolos. Solo siendo un sí-mismo individual, podrá el hombre realizar lo que tiene de universalmente humano. El “sistema universal”, refiriéndose claramente a Hegel, se ha desentendido en su dispersión histórico-universal del significado del ser del hombre. “No se desconoció el significado del hombre en general, sino el sentido de que tú y yo, él y nosotros, somos hombres, cada uno por sí mismo” (Kierkegaard S., Papirer). La “humanidad pura”, entendida también como “cristiandad”, es una “comunidad” puramente “negativa”, que aplana a los individuos nivelándolos.

      “No podemos decir que la idea de socialismo y de comunidad salven a la época… El principio de asociación (…) es un subterfugio, una dispersión, un engaño de los sentidos, cuya dialéctica consiste en esto: los individuos se enervan cuando se los fortalece; se los vigoriza por el número, reuniéndolos, pero tal cosa, desde el punto de vista ético, constituye una debilidad.” (Kierkegaard, Crítica del presente).

      Está claro que no es una cuestión de “fuerza”, lo que “salva” al hombre. La respuesta no está en el conglomerado, en la muchedumbre, en lo universal sino, en el mismo individuo, el singular. En danés, Enkelte significa “el Singular”. El que se diferencia de todos por ser distinto, aludiendo a lo que cada uno tiene de propio e intransferible a los otros hombres. En palabras de José García Martín:

      “todo den Enkelte es necesariamente individuo, pero no todo individuo es en forma imperiosa den Enkelte. Ser den Enkelte es ser más que simplemente individuo. Pero no algo completamente distinto. “Den Enkelte” surge de las entrañas mismas de la individualidad, por encima y a partir de ella, pero no a pesar o al margen de ella. Es una potencialidad que se encuentra inscrita en el mismo individuo humano, pero que se manifiesta in concreto, en éste o aquél como tal. Den