Valeria Armas

When she was Obsessed


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perdona.

      —Como sea, ni siquiera me importa que crean que tuvimos sexo. Simplemente no debería interesarles.

      —Por eso me gustas, te importa una mierda lo que piensen de ti.

      Subo una ceja.

      —Pero sí me importa que me vean como a una idiota por regresar contigo. No has madurado ni un poco. Te importa mucho lo que digan tus amigos de ti, por eso me presionabas tanto.

      JC bebe un poco de su trago y aclara la garganta. No pretende recordar las cosas horribles que me decía porque no le conviene. Pero yo sí recuerdo cómo tenía que controlar sus manos para que no me tocara más de lo debido. Y por supuesto que recuerdo su último desplante en casa de sus padres.

      —¿Recuerdas la fiesta en la playa? —la recuerdo, exactamente un sábado por la noche. El día en el que tumbados en la arena con un vino y una cajetilla de cigarrillos me dijo que me amaba. Creí que lo haríamos ahí mismo, pero algo me detuvo. Quizás la forma en la que me apretaba el trasero, o cómo empezó a jalar mi cabello con brusquedad, no lo sé, pero estoy feliz de haberme detenido—. ¿No te gustaría que se vuelva a repetir?

      Claro que no.

      Tomo un poco de ponche al mismo tiempo que apoyo mi espalda en el borde de la barra. JC me observa como si fuera un postre de vainilla.

      —Eran buenos tiempos, lo admito, pero se fueron a la basura por tu pésima actitud.

      —Claro que lo fueron ¿acaso no quieres que vuelvan a ocurrir? —toma un mechón de mi cabello y yo me burlo porque no puedo tomar en serio lo que dice.

      —Defne —toma aire—. Debemos intentarlo, dame una oportunidad. Una sola. Esta vez no voy a presionarte. Tendré paciencia. Muchísima…

      No lo oigo con claridad, la música electrónica apaga su voz. JC se acerca para susurrar algo en mi oído.

       —He sido un idiota contigo, pero realmente me gustabas demasiado. Tú eras la indicada para mí. No se lo he dicho a ninguna chica, solo a ti. Tú eres especial.

      Sí, claro.

      Vuelvo a reír, cosa que a él no parece agradarle en absoluto. JC es demasiado ingenuo o intenta ser astuto pretendiendo que yo crea cada una de las cosas que está diciendo. No soy tonta y no creo en las declaraciones de amor de un borracho.

      A unos metros Franklin, el amigo odioso de JC, se acerca a nosotros. Viene acompañado de Trina Halth, otro personaje que odio desde que empezamos los semestres. Es insoportable e hipócrita y “extrañamente” tiene una manía por acostarse con todos mis ex novios. Es como si intentara hacerme sufrir.

      Frank extiende un brazo sobre la espalda de JC y deja caer su mano en su hombro, le da unas palmaditas mientras me sonríe como un idiota. Me apresuro a beber el ponche con toda la intención de apartarme de ellos, hasta que mi ex novio decide comportarse como el idiota que siempre ha sido.

      —Sí, sí —lo escucho susurrarle a Frank, luego enarca una ceja —. Defne lo recuerda muy bien.

      —¿Recordar qué? —cuestiono.

      —JC nos contó que tú y él follaban en lugares públicos —ingresa Trina—. Vaya, qué arriesgada.

      —Hay fotos del momento exacto en el que te atragantaste —agrega Frank, provocando que deje el vaso de ponche en la mesa y me ponga alerta.

      —Vaya, parece que mi vida sexual no te deja dormir. Estoy segura de que las chicas te deben tener en la lista negra para que no te quede más remedio que excitarte con las falsedades de JC.

      Frank toma su bebida de un solo trago.

      —Tus ex novios han hablado maravillas de ti. No te preocupes —dice Trina y yo la miro con atención.

      —¿Ah sí? Dímelas, Tri. Creo que tú estás más enterada de con quién me acosté que yo misma. ¿Tan aburrida es tu vida?

      —Defne, no seas mustia, por favor —regaña—. Entendamos que esas poses no quedan en el grupo. Todos asumimos aquí lo que hacemos. En tu caso, te acostaste con media facultad. Somos amigos de JC, es normal que lo sepamos.

      Miro a JC y parece avergonzado, pero lo oculta baja una sonrisa que complace a su clan.

      —No, no es normal. Y si lo tuve o no debería importarles una mierda. Pero si no pueden vivir con eso, la respuesta es no.

      —Hay fotos, linda. ¿No te autoproclamas la chica más deseada de la carrera? ¿No deberías estar acostumbrada a que tus ex novios filtren este tipo de información privada? —tontea Trina—. Además, Dios, todo el mundo tiene nudes en internet. Asúmelo y ya.

      —No existe siquiera eso.

      —No se vale mentir, muñeca —Frank me enseña la fotografía de unos senos. No son míos, pero sea de quien sean, los están difundiendo. Y no es que nunca lo haya hecho. Compartir una fotografía “graciosa” entre amigos y hablar sobre ellos en mi red de mensajería. Sin embargo ahora, me genera un hueco hondo en el estómago y ganas de vomitar. Entiendo que el morbo era gracioso hasta que me tocó a mí.

      Respiro profundo, ellos me miran y luego se carcajean entre ellos. Quisiera irme, pero lejos de eso, doy media vuelta en dirección a la mesa de bocaditos y tomo otro vaso para llenarlo de ponche. Giro otra vez y arrojo el contenido en el vestido de Trina, luego doy un puntapié en los testículos del gordo Frank.

      —Eres una perra —masculla Trina, antes de hacerse camino entre todos.

      Antes de irme, miro a JC completamente decepcionada. Ahora estoy más segura de que haber iniciado un romance con él fue la peor decisión de mi vida.

      —¡Muchachos, por favor necesito su atención aquí! —exclamo levantando las manos. Al principio logro captar la atención de un pequeño grupo, pero luego estos colaboran para que los demás residentes del club giren hacia la pequeña escena que he formado.

      —Parece que nuestro JC y su amiguito aún no entiende que Defne Prinsloo no se involucra con idiotas. Eras un buen tipo JC, pero necesitas ¿crecer? A ambos, digo, no quiero ofenderte. Oh, lo siento. ¿Era un secreto? Perdón.

      Todo el ambiente estalla en risas y comentarios. JC atina a hacer lo mismo y a frotarse la nariz. Luego, se acerca a mí y me toma del brazo.

      —Muy graciosa, Defne, ¿a qué estás jugando?

      —A qué estás jugando tú diciendo mentiras de mí —me trato de zafar de su agarre, pero él me aprieta fuerte. No me amilano, me enfurezco aún más—. Digas lo que digas, nada de las mentiras que inventes de mí te harán más hombre. Todo lo contrario, cada día caes más bajo. Ni siquiera puedo mirarte a los ojos. Eres despreciable, JC.

      JC me suelta, pero antes de eso trata de recuperar el control diciendo:

      —No juegues conmigo a la chica valiente. Sabes que siempre obtengo lo que quiero.

      —¿Vas a decirle a tu padre que me obligue a regresar contigo?

      El padre de JC es un punto débil en él. Lo veo acomodarse el cuello de la camisa y adentrarse en el grupo de universitarios. Escucho a Trina maldecir mientras se dirige a uno de los baños y a Frank seguir lamentándose por el puntazo que le di. Trata de incorporarse con la intención de irse contra mí, pero se resbala en el suelo pegajoso y cae como una bolsa de papas. Aprovecho la oportunidad para ir en busca de Larry.

      En el camino, encuentro a George bailando con una morena muy sensual. No me ve, está muy concentrado en pegarse al cuerpo de su acompañante. Me estremezco de solo verlos. No me gustaría tener a George tocando mi cuerpo o siquiera bailando. Sin embargo, recuerdo que en media hora lo tendré frente a mí.

      George no es de fiar, sé que él tiene algunos problemas con las drogas y que le gusta demasiado el dinero. No deseo verme envuelta en algo turbio, pero...

      Loann.

      Suspiro profundo. Los suspiros que solo se dan cuando