atractivo? ¿por qué me gustas tanto? ¿por qué no eres mío?
—¿Por qué no eres mío, Loann Cooper? —me pregunto, cual loca adicta a su única fantasía. Cual loca en medio de un gran mar de opciones y yo solo deseando cerrar los ojos para imaginarme besar sus labios.
—Porque él es mío, Defne Prinsloo.
Mis ojos se abren de un tirón.
Como un golpe en la cara, como una caída al vacío en medio de un hermoso sueño, como cuando despiertas después de haber tocado lo anhelado, Disney se encuentra frente a mí mirándome furiosa.
—Loann es mío, Defne. Podrás ser la Diosa de Johnson Smith, pero no de él. No de Loann. Cuando estoy frente a él, no hay persona que logre romper eso. Ni tú, ni nadie —dicho esto arroja medio vaso de ponche en su propio vestido y luego empieza a gimotear.
Me quedo completamente sorprendida por su acción. No me muevo solo la observo chillar y chillar como una niña de dos años. Cuando reacciono y entiendo lo que acaba de hacer, la aparto de mí, pero entonces una mano sobre la mía hace que retroceda. La calidez de su palma me hiela, hace que todas las terminaciones nerviosas de mi antebrazo cobren vida y emitan descargas eléctricas. Me hacen tambalear un poco y hasta titubear. Ni siquiera tengo que ver su rostro para saber que se trata de él.
Y así como la magia inicia, se disuelve con una sola mirada. Una mirada que me duele y me lastima aún más que las estúpidas bromas de los amigos de JC. Un efecto que solo él tiene sobre mí. Loann está molesto y sé que lo siguiente que dirá no me gustará en lo absoluto.
Cuarto Intento
No puedo notar el color de sus ojos en la escasa luz del club, pero la espesa línea de cejas y la arruga en medio de estas me dicen claramente que Loann está molesto. Sus labios están apretados por un momento y su posición es rígida. Sin embargo, cuando creo que dirá algo hiriente, él toma el rostro de Lilian y deposita un beso en sus labios. Seguido de esto, la mira con preocupación y recorre con dedos amables y delicados la mancha de refresco que ella misma arrojó sobre su ridículo vestido.
—¿Qué ha pasado, Lili? —pregunta. Su voz es lo suficientemente gruesa para hacer que el cosquilleo en mi estómago empiece a nacer. Quisiera que no me gustara tanto.
Lilian me da una mirada fugaz.
—Estaba hablando con Defne y me he tropezado —miente.
Loann vuelve la mirada hacia mí. No parece molesto, pero sí a la defensiva.
Sé que no le cree y sé que intenta amedrentarme para que diga la verdad. Así como también sé que Lilian no es la niña tierna que creen todos.
—No me mires así, ya la oíste —me defiendo.
Soy brusca con Loann porque con él nunca ha funcionado actuar como la chica deseable de Johnson Smith.
—¿Debería creerle? —se pregunta.
Han sido muy pocas las oportunidades que he tenido de charlar con Loann. En primaria cruzamos palabras un par de veces cuando jalé uno de sus rizos por pura curiosidad y él me dijo que era una loca. Recuerdo que la forma en la que ellos se movían al compás del viento me era hipnotizante. En ese entonces él era el niño más aplicado de tercer grado y yo solo la nueva que iniciaba la etapa escolar. Luego, en secundaria, cuando iba en segundo año y él estaba a punto de graduarse, lo pillé besándose con una universitaria bajo las escaleras. La tipa fue a dictarnos un taller de superación personal y era estudiante de psicología. Tenía el cabello rubio y un cuerpo infartante que me hizo desear salir de la pubertad. Ese mismo día después de llegar a casa, subí a mi habitación y lloré como si mi mundo hubiese colapsado. Desde ese entonces supe que Loann Cooper significaba mucho más para mí de lo que había imaginado.
No me percato que aún no he respondido a su pregunta cuando lo escucho decir algo.
—Es justo por esto que odio estas frívolas fiestas —masculla mirando hacia el techo y luego suelta un bufido.
—¿Frívolas fiestas? —cuestiono.
—Frívolas y vacías.
Muerdo mi mejillas. Por un momento flaqueo, pero me recupero rápido.
—Pues, mírate, has decidido venir a una fiesta frívola universitaria. Supongo que debes estar aburrido de tu vida tan llena de sentido.
Sí, nuevamente intento la vieja técnica del amor en la guardería.
Mi corazón late fuerte cuando capto su completa atención. Me siento dichosa de que sus ojos, aunque fríos, me observen y se centren en estos pocos segundos en mi rostro. Y por supuesto, estoy feliz de que Disney sienta toda esa tensión.
—Defne Prinsloo... —mi nombre en sus labios se escucha demasiado bien. Las piernas me tiemblan un poco, pero no lo suficiente para hacerse notar.
—¿Crees que este lugar... —mira a su alrededor— está en mi lista de lugares en los que prefiero pasar mis últimas semanas como universitario? Toda esta mierda de tomarse fotografías ebrio y subirla a una red social, aparentar tener un gran clan de amigos, vomitar en los muebles y volver a aparentar que eres genial por hacerlo, no es más que la basura que hace que chicas como tú estén así de vacías. Lo lamento, pero personalmente yo... paso.
¿Perdón?
Sí, también estoy cansada de la plática vacía en este club y de las amistades superficiales que solo me preguntan cuál será el nuevo evento al que asistiremos. Pero no puede hablarme así sin conocerme.
Todo mi grupo me observa esperando que la figura principal del círculo social defienda nuestro estilo de vida. No somos malas personas, y de hecho no tenemos absoluta culpa de que nuestros padres puedan costearnos viajes, fiestas, coches y lo que se nos antoje. Además, Loann también viene de una familia acomodada. No entiendo su extraña amargura hacia nosotros. No pretendemos hacer daño a nadie, solo sabemos cómo divertirnos y tenemos los medios suficientes para hacerlo.
Entonces recuerdo que Disney pertenece a la comunidad becada de Johnson Smith.
—Si tu novia no se siente a gusto como becada, deberías explicarle bien lo que es superación personal y alta estima —sonrío con fingida inocencia—. Quizás debas llevarla al taller que nos dictó esa rubia pechugona con la que te besuqueaste bajo las escaleras en secundaria —miro a Disney—. Si sabes que tu novio era líder de las fiestas que ahora escupe con arrogancia, ¿verdad?
Lilian tiene los ojos tan abiertos que parecen un par de esferas verdes. Mi revelación la ha sorprendido tanto como a Loann.
Oh, Dios. Espero que no se note demasiado que lo stalkeo en redes sociales a diario.
—¿Cómo sabes eso?
Su pregunta es predecible. Es obvio que él no sabe que yo conozco todo sobre él.
—Sé más de lo que piensas —confieso.
Unos pasos hacia mí y trago saliva con disimulo. Su mano permanece sujeta a la de su novia, pero su cuerpo está cerca. Mantengo la barbilla en alto.
—No sé lo que intentas —sus labios se mueven toscos, estoy tan concentrada en el lunar de su sien que no capto que está a punto de amenazarme—... pero odio a las chicas frívolas y descerebradas como tú.
Su mirada afilada intenta traspasar mi barrera personal.
—Y yo odio a los malditos arrogantes como tú —contraataco.
Nos miramos por unos pocos segundos retándonos uno al otro hasta que escucho el chillido de Larry a mi espalda.
—¡Es The Joy Formidable! —todos giramos hacia los griteríos de Larry.
Mi buen amigo grita como el coro de mil diablillos provocando que el público centre su atención en la banda que se contrató. Todos los años nuestro club recauda dinero para traer a un grupo de música que es elegido a votación. Este año le tocó a The Joy Formidable.